Luchamos por ver realizada nuestra dignidad plena

La Tizza
La Tizza Cuba
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47 min readAug 3, 2021

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Por canal colaborativo Malas Compañías

Transcripción del debate «Comunidad LGTBIQ+ en Cuba: ¿dónde estamos y a dónde vamos?», organizado por el canal colaborativo Malas compañías el 16 de mayo de 2021. Esta versión incluye ajustes posteriores, realizados por algunos participantes en el intercambio.

Kenny Fowler (moderador): Buenas noches a todos los que están escuchando en este momento. Los colectivos de Bufa subversiva, Brújula sur, Cimarronas, Horizontes blog y La Tizza se han unido para crear este canal-emisora colaborativo que hemos llamado Malas compañías. Este va a ser nuestro segundo debate en chat de voz. Tuvimos uno hace alrededor de un mes, y este que vamos a hacer lo hemos titulado «Comunidad LGTBIQ+ en Cuba: ¿dónde estamos y a dónde vamos?». Es un debate que nos place estar haciendo — aunque no de manera formal — en el marco de la 14 Jornada cubana contra la Homofobia y la Transfobia que, debo decir, en este año — en modalidad virtual — han sido unas jornadas muy nutridas, con gran número de espacios de debate y de formación, y este queremos que sea uno más.

En este debate vamos a contar con invitados de lujo, con una gran proyección pública y de activismo importante. Entonces, en unos minutos estaríamos comenzando. Estamos grabando este debate para luego subir los archivos de audio. También haríamos una relatoría final y, como siempre, tenemos reservado un espacio para la participación del público, aunque, además, saben que pueden interactuar con preguntas a través del bot Mal acompañado.

Vamos a comprobar si ya tengo a todos los panelistas. Vamos a abrirle el micrófono a cada uno de los panelistas. Tengo participando a la profesora Yamila González Ferrer.

Yamila González Ferrer: Sí, buenas noches a todos y a todas. Muchas gracias por la invitación para participar en este panel.

Kenny Fowler: También tengo de participante a Manuel Vázquez Sejido.

Manuel Vázquez Sejido: Buenas, ¿cómo están? Buenas noches a todos, todas, todes. Un placer poder estar en este espacio e intercambiar, justamente, sobre el tema al que nos han convocado.

Kenny Fowler: Bueno, íbamos a tener también como participante a Giselle Calzadilla, pero tuvo algunos problemas de enfermedad, de los cuales le deseamos una pronta recuperación. En su lugar vamos a tener a Teresa de Jesús Fernández, quien es la presidenta de la Red de mujeres lesbianas y bisexuales de Cuba.

Teresa de Jesús Fernández: Sí, me encuentro. Nosotros realmente le llamamos coordinadores, coordinadores de redes.

Kenny Fowler: Entonces estamos listos para comenzar, ya tenemos a todos nuestros panelistas, esperamos que Verde se pueda incorporar pronto. Como yo comentaba, este encuentro se enmarca temporalmente dentro de la 14 Jornada cubana contra la Homofobia y la Transfobia. Yo creo que, antes de comenzar, podríamos usar dos minutos de cada panelista para que dieran una valoración general de todas las actividades que han acontecido, en las que han podido participar y de ahí esbozar una respuesta a la primera gran pregunta que tenemos en el debate, que es: ¿dónde estamos, en la sociedad cubana actual, con respecto a la lucha por los derechos de la comunidad LGTBIQ+? Entonces, voy a dejar que los panelistas tomen la palabra. Profe Yamila, si usted pudiera comenzar con una valoración general de la situación en la que estamos en el país con respecto a estos temas, y de las actividades acontecidas en estos días.

Yamila González Ferrer: Bueno, reitero las buenas noches. Yo pienso que estos días han sido muy intensos, realmente; días en los que, al estar inmersos, por supuesto, en la Jornada nacional contra la Homofobia y la Transfobia, y que se hace coincidir con el Día Internacional de las familias, pues, han salido, por supuesto, a relucir todas las cuestiones vinculadas al futuro Código de las Familias, los retos que tenemos en materia familiar en este momento y que serán llevados a consulta popular y a referendo próximamente. Me gusta ver las cosas siempre en positivo, y creo que esta ha sido una semana realmente intensa, pero yo la veo muy positiva. La mesa redonda del CENESEX, con la presencia de Teresa y de Malú me parece que fue una cosa excelente. Yo creo que también fue muy bueno que pudiera salir un spot sobre la diversidad familiar, la calidad que tuvo — fue elaborado por la FAMCA — y tuvimos desde el principio todo el apoyo de su decano, de su Consejo de Dirección y de los estudiantes que trabajaron intensamente para ello, las propias familias, porque quisimos, en este proyecto conjunto entre la FMC, el CENESEX y la Unión Nacional de Juristas de conjunto con FAMCA, que fueran familias reales, familias cotidianas. Y creo que fue un logro que se pusiera en nuestra televisión, que generara una sensibilización con respecto a este tema y que, en definitiva, son muy grandes los retos que tenemos por delante, no solo en la elaboración del Proyecto, sino también en la sensibilización que tenemos que hacer a toda la población, porque un futuro Código de las Familias necesariamente tiene que reflejar los principios, los valores que proyecta nuestra Constitución de la República en materia de igualdad y no discriminación, en materia de diversidad familiar. Es muy importante que también nuestra población conozca de todo el contenido amplísimo que va a tener ese Código de las Familias, un Código en el cual todas y todos vamos a estar de alguna manera implicados y beneficiados, porque siempre, de alguna manera en nuestras vidas, vamos a tener contactos con algunas o alguna institución del Derecho de las Familias y no podemos cerrar el Código ni la discusión del Código al tema del matrimonio y la unión de hecho, porque son muchas las instituciones y muchos los retos, como ya decía, que tenemos por delante.

No quiero dejar de mencionar que tenemos ahora un Programa Nacional para el Avance de las mujeres, que también tiene una proyección desde los preceptos constitucionales muy avanzada, que incluye, por supuesto, las transformaciones legislativas y, obviamente, una de las más importantes que tenemos en este momento es, precisamente, la de nuestro Código de las Familias.

Por último, en esta presentación inicial quiero convocar a todas las personas que están participando aquí a que se lean las normas jurídicas que han salido ahora para el debate popular, que son las vinculadas a los procesos, fundamentalmente el Código de Procesos, que incorpora las materias Civil, Familiar, Laboral, Económica y la Ley de Procedimiento Penal. Yo creo que entre los tantos retos que tenemos para desarrollar los artículos constitucionales vinculados a la prevención y enfrentamiento a la violencia basada en género, la violencia familiar, pues estos proyectos nos traen cosas muy novedosas y cosas muy positivas para ellos y me parece que es el momento que tenemos como ciudadanos y ciudadanas de opinar, de mirar estas normas jurídicas y aportar en lo que creamos necesario. Les invito a que se lo lean, porque tiene cosas muy interesantes y cosas que desde hace mucho tiempo hemos estado proponiendo que se incorporen. Así que, de momento, esto es lo que les quiero comentar. Muchas gracias.

Teresa de Jesús Fernández: Yo coincido muchísimo con Yamila. Este es un momento importante, en el que toda la población LGTBI de nuestro país, sin distinción de dónde se encuentre, de dónde haga su activismo, tenemos que sentirnos implicados, tenemos que sentir que, si no es ahora, nos vamos a demorar mucho más. En mi vida personal, por mi experiencia personal, las cosas que últimamente han sucedido es seguro que no sucedían en mi adolescencia, ni cuando yo era estudiante universitaria. Nunca Granma, por ejemplo, había publicado un artículo donde hablara de nuestras vidas. Nunca un Noticiero Nacional de la Televisión en horario estelar hubiera hecho un comentario como el que hizo — además, a mi entender, acertado y equilibrado — Abdiel Bermúdez anoche, o nunca habían hecho los programas que han ido saliendo. Por tanto, yo sí creo que, independientemente de los escollos que hay que salvar, independientemente de las resistencias que sabemos que existen, independientemente de los fundamentalismos de todo tipo, yo sí creo que estamos en un momento positivo, y que es deber de todos los activistas, de toda la población LGTBI trabajar unidos en ese sentido.

Muchas veces nos perdemos en caminos que no nos llevan a ninguna parte, y este es un momento en que todas las personas que hemos vivido sin derechos reconocidos, que hemos vivido violencias, que hemos vivido vulneraciones, este es el momento en que todas las personas tendríamos que tirar hacia el mismo lugar, sobre todo para enfrentar, además, esa oleada tan fuerte que tiene la agenda fundamentalista, una agenda evidentemente política, una agenda muy bien respaldada desde el punto de vista económico que, además, están construyendo todo el tiempo opiniones montadas en puras mentiras, como cuando dicen que el 98 por ciento de la población votó en contra del matrimonio, o cuando siguen calificándonos como depravados, enfermos… en fin, o cuando siguen diciendo que el modelo original es uno solo.

Pienso que es un momento importante en el que, independientemente de todo, sí se ha logrado mucho y también pienso que es un mucho logrado por muchas personas, pero que es importante también que las instituciones estén apoyando esa realidad, y al momento hemos estado siguiendo los debates, hemos seguido también los foros que hay en Juventud Rebelde, en Cubadebate, los encuentros que se han hecho a través de distintos canales, con activistas de aquí del país, con activistas de América Latina, y creo que por ahí están las cosas. Creo que lo mejor, realmente, es que nos llamemos todos y todas a capítulo y pensemos que este es el momento de trabajar, en función de lograr el objetivo que se quiere.

Kenny Fowler: Muchas gracias, Teresa. Yo creo que podríamos pasar a alguna de las primeras preguntas que teníamos para los panelistas, y me parece que como se me quedó Sejido podría ser un pie forzado interesante en materia del activismo que hacemos aquí en Cuba, naturalmente, a través de las instituciones, a título personal… ¿qué experiencia cree que ha recogido el activismo en Cuba y qué puede seguir recogiendo de acontecimientos como los del 11 de mayo de hace un par de años?

Manuel Vázquez Sejido: Yo te voy a pedir primero que me des la posibilidad de mencionar algunos elementos sobre las dos primeras preguntas que tú hacías, porque, además, considero que es vital para cualquier debate sobre estos temas ahora mismo. Sobre el Programa, o sobre las Jornadas, realmente no me siento en condiciones de hablar mucho porque la recomendación vendría de muy cerca, pues hace varios años que tengo la responsabilidad de presidir el Comité Organizador de estas Jornadas, por lo tanto, sobre eso solo voy a comentar que detrás de las Jornadas cubanas contra la Homofobia y la Transfobia en estos 14 años, en estas 14 ediciones, ha habido mucho esfuerzo de muchísimas personas a los que los ha movido, nos ha movido — ahí también ha estado Teresa, también ha estado Yamila, y han sido partícipes de estos esfuerzos — , a todas estas personas que hemos estado detrás de las Jornadas nos ha movido, en principio, nuestro compromiso con la justicia social, más allá de un rol institucional, nos ha movido eso, y cada Jornada es un espacio de aprendizaje. Después que terminan hacemos balances, en los que muchas veces, alguien decía, nos apretábamos demasiado la tuerca y nos exigíamos demasiado. Ahora yo creo que esa es la única manera de poder ir afinando nuestro accionar como activistas, como impulsores de esta iniciativa desde el lugar del cual la estemos impulsando.

Y, sobre el tema que tú nos comentabas, bueno, ¿dónde estamos actualmente?

A mí me gustaría decir que, por supuesto, en 2021 seguimos viviendo en una sociedad cubana patriarcal, pero fíjate, una sociedad cubana patriarcal que comienza a dar claros signos de erosión de este sistema de dominación, y esta idea la voy a sostener en tres elementos fundamentales: primero, en la existencia de un Plan de Desarrollo económico y social hasta 2030, que yo siempre digo, es la concreción de la voluntad política o una de las concreciones de la voluntad política del Estado cubano — para no hablar de esa frase «voluntad política» sin aterrizarla concretamente — y, en este caso, este es un plan que obliga al accionar estatal, al accionar de las instituciones. Y, justamente en este plan, en este programa de Estado, se hace descansar la idea de sostenibilidad, y la idea de prosperidad del Estado Socialista cubano en la necesidad o la urgencia de ir contra todo tipo de discriminación, incluyendo la orientación sexual y la identidad de género, o sea, que este es un tema que está planteado de manera clara desde 2017.

El otro tema es la Constitución. No voy a abundar porque puede ser una pregunta de las que se puedan formular y, además, lo he dicho ya en varios espacios, en espacios públicos. Una Constitución de este tipo que, desde mi punto de vista, blinda los derechos de las personas LGBTIQ+ en el ámbito constitucional, que no es suficiente, que no es el único, que tiene que estar respaldado por un proceso de desarrollo a nivel de normas de nivel inferior, de normas jurídicas, no solo leyes propiamente dichas, sino otras normas jurídicas a diferentes niveles que tienen que garantizar los derechos reconocidos.

Yo diría que otro de los elementos que nos colocan en clave de percibir esos claros signos de erosión del patriarcado son todas las modificaciones de las normas jurídicas que tenemos a futuro y, específicamente, la manera en la que se está proyectando un posible Código de las Familias — ya sobre eso Yamila hablaba — y les quiero comentar que, además, si lo llevamos a este mes que estamos viviendo, vamos a ver una sintonía increíble en la implementación de las Jornadas cubanas contra la Homofobia y la Transfobia, por ejemplo, hoy 15 de mayo el presidente y primer secretario del Partido tuitea por el Día Internacional de las Familias y lo hace sobre un spot al que Yamila hizo alusión, un spot que pone sobre la mesa todas las familias, incluyendo las familias conformadas por una pareja en la que una persona es transgénero y familias conformadas por dos mujeres lesbianas, o dos hombres gay.

O sea, yo creo que eso es un mensaje muy potente a nivel político, que nos permite ver por dónde va el asunto. Se me ocurre colocar sobre la mesa cómo las emisoras, los telecentros y periódicos provinciales, han respondido con trabajos centrales sobre las maneras de expresar nuestra sexualidad de manera no hegemónica, las visualidades institucionales de ministerios, de organismos, de instituciones, el propio sitio de la Presidencia de Cuba emitiendo en sus redes los spots de las Jornadas cubanas contra la Homofobia y la Transfobia, el comentario de Abdiel Bermúdez que fue muy interesante, muy atinado, los propios espacios de las Jornadas cubanas, ahora mismo se está transmitiendo la Gala cubana contra la Homofobia y la Transfobia, yo creo que ayer fue relevante la mesa redonda donde dos de sus participantes, por primera vez, representaban a la población de mujeres lesbianas, a las personas transgénero cubanas, pudieron hablar en primera persona sobre sus necesidades, sobre sus vivencias, sobre sus aspiraciones.

Y todo esto, yo estoy claro, en un escenario de contradicciones porque, por ejemplo, hoy estuve siguiendo el tema de la película, ahora no recuerdo exactamente el título, Ammonite, creo que era, donde se mutiló o se censuró una escena de sexo entre dos mujeres. Y, por supuesto, ahí están las contradicciones, esas son contradicciones que hay que agarrar con las manos. Sobre eso quiero destacar algo. Alguien decía en un post: «¿de qué vale la mesa redonda o el comentario del NTV, si hoy vemos que se censura una película?». Yo no sería tan absoluto y propondría un análisis a la inversa: ¿de qué valdría que no se hubiese censurado una escena entre dos mujeres o entre dos hombres o entre la pareja que fuera, una escena con contenido sexual… de qué valdría esto si no estuviera concretándose la voluntad política de manera particular en espacios tan trascendentales como la Mesa Redonda, el NTV y otros espacios? O sea, digo yo, para que pensemos, lo uno no justifica lo otro, evidentemente, si la censura se corrobora no es justificable, sobre todo porque no tiene un respaldo ni una cabida en las proyecciones políticas actuales.

Kenny Fowler: Muchas gracias, Manuel. Bueno, la segunda parte de la pregunta creo que la podríamos dejar para después. Ahora ya tengo a Verde Gil, entonces quisiera comenzar la pregunta con Verde, quizás Verde te da el pie forzado. Verde, yo preguntaba qué experiencias ha tomado o puede tomar el activismo que hacemos en Cuba, tanto el institucional como el que hace cualquier persona a título personal, de esos sucesos como los acontecidos el 11 de mayo hace un par de años con la Marcha.

Verde Gil: Primero que todo, muchas gracias a ustedes por invitarme a conversar a este panel y a todas las personas que están llevando a cabo la Jornada. Gracias también a quienes están escuchándonos. Soy Verde Gil, estudiante de Comunicación social de la UCLV, persona trans.

Quisiera expresar mi opinión positiva sobre los avances que se han dado en los últimos tiempos en materia de visibilizar las problemáticas de la comunidad LGBTIQ+ en Cuba, creo que ha quedado claro el apoyo e interés de nuestro gobierno de informar y sensibilizar a la sociedad cubana en este terreno. He visto productos audiovisuales muy críticos y de excelente factura, concursos, fotos en los medios, campañas, iniciativas en las redes. Me parece genial.

Sin embargo, en el caso de la comunidad trans en específico, creo que queda mucho por hacer desde la cultura y la comunicación para cambiar el imaginario social que se tiene sobre la transexualidad. Nuestros esfuerzos tienen que ir dirigidos a clarificar, pero también a naturalizar desde una perspectiva humanista, diametralmente opuesta al enfoque mercantilista, que logre orgánicamente apartar los estigmas vinculados a la marginalidad, patologización, victimización.

Y todo esto sobre la base de nuestra idiosincrasia, nuestros valores cívicos y nuestro sistema socialista.

Creo, y esto es una visión personal que quiero compartirle a el resto del colectivo LGBTIQ+, que muchas de nuestras batallas culturales en torno a estereotipos de género y libertades sexuales tienen que ir sobre la cuerda de aceptar las diferentes masculinidades y feminidades. Porque esto es algo que nos toca directamente y que viene a dar en un eje medular de las nociones hegemónicas sobre cuerpo, prácticas sexuales, familias, roles.

En la medida que se vayan rompiendo esos esquemas rígidos de masculinidad y feminidad se conquistarán los derechos reales de libertad de desarrollo de la identidad y personalidad de cada quien.

Por desgracia, nuestra esfera mediática aún está fuertemente arraigada a esos esquemas rígidos que invisibilizan una realidad compleja (en la que entran personas trans y no trans) en legitimación de una realidad ficcionada reduccionista (en la que entran moldes muy específicos) a la que estamos, unos más cómodos que otros, adaptados. Muy difícilmente, un espectador que se salga de los arquetipos de feminidad y masculinidad que salen en nuestros dibujos animados, novelas, telediarios, videoclips, obras literarias, obras de teatro… puede identificarse con esos contenidos y por consiguiente se verán impelidos a encajar en patrones sexistas hegemónicos, que a la hora de la verdad resultan superfluos ante los verdaderos valores que debemos impulsar y profundizar con los medios de comunicación masiva.

Creo que en los últimos tiempos es mayor la conciencia y los esfuerzos, pero es necesario tener claro que estas conciencias y esfuerzos no se activen solo ante coyunturas como el anteproyecto del Código de Familias o una Jornada contra la Homofobia y la Transfobia, sino que debe formar parte de nuestra concepción mediológica, culturológica, en función de la sociedad inclusiva que deseamos conquistar.

Algo importante: hay mucho en cuestión política que la comunidad LGBTIQ+ y, particularmente, la comunidad trans debe poner sobre el tapete y defender, pero si nuestra lucha está fundamentada por pilares como la igualdad, el respeto, la paz, la equidad, la no violencia, la democracia; es absolutamente pernicioso y estéril que nuestro activismo sea encabezado por un discurso vulgar, agresivo, impositivo, hiriente, sectario y lascivo a otras personas. Con esos activistas yo no estoy.

Sin embargo, más allá de las metodologías de lucha, pienso que deberíamos ser las y los miembros de la comunidad los principales asesores, consejeros de las campañas, protagonistas de las actividades de intervención e iniciativas que se hagan. No estoy hablando de excluir a quienes no pertenezcan a la comunidad porque eso es un juicio irracional, me refiero a que nosotros deberíamos ser auditores y la principal fuente para evaluar los avances sociales e institucionales. Allí donde se tomen determinaciones sobre los derechos de la comunidad debiéramos estar, deberíamos estar allí acompañando en las consultas del CENESEX de forma rotatoria, velando porque las cosas salgan correctamente, porque cuantos más estemos presentes, nosotros, personas que nos concierne y sensibiliza esta causa, más seremos quienes cuidemos que los esfuerzos y recursos destinados a esos objetivos no sean particulares de personas que no quieren comprender lo que es pensar como país.

Y aquí enfatizo, que los vacíos legales no pueden ser llenados en ausencia de la comunidad, por muchos doctos y especialistas que tengamos, para llegar a acuerdos definitorios debemos contar con una verdadera representación en la toma de decisiones.

Relativo a la comunidad trans, por lo general se habla de la necesidad de que exista YA una vía coherente para el cambio de nombre en los documentos oficiales. Pero quedan pendientes temas aparentemente simples y otros más complejos que van desde:

Consensuar a qué baños públicos debieran entrar las personas trans operadas de los genitales o no.

A qué centro penitenciario debiera ingresar una persona trans, a uno de hombres o de mujeres u otro.

A qué equipo deportivo, masculino o femenino u otro, debiera pertenecer una persona trans. ¿Sería vista la hormonación como una forma de dopaje?

Cuáles vías les ofrecerá nuestro gobierno y nuestras instituciones a las personas trans para tener descendencia y formar una familia.

Podrán las personas trans usar el uniforme escolar/laboral con el que se sienten identificados.

Estas y otras numerosas cuestiones que pasan desapercibidas y han sido ignoradas por las mayorías, evidentemente, porque no les afectan. Pero son los obstáculos que provocan la desigualdad e imposibilitan que varias cubanas y cubanos lleven una vida plena.

Lo que me parece imprescindible es que nada de lo mencionado sea concretado ajeno a lo que la comunidad piensa, que sea discutido en espacios pertinentes. En mi corta experiencia como activista, que he interactuado íntimamente con más personas trans, he corroborado que sus vivencias son cruciales para detectar vulnerabilidades, conductas sexistas y aportar con soluciones creativas en lo legal, en lo político, en lo cultural, en lo educativo.

Era esto lo que quería decir. Disculpen que me haya extendido tanto. Una vez más les doy gracias por este espacio.

Manuel Vázquez Sejido: A mí me parece muy interesante el posicionamiento de Verde, que además es un activista al que yo personalmente he seguido de cerca en espacios donde ha intervenido y me parece muy interesante, me parecen en plural muy interesantes un grupo de argumentos que ha estado dando sistemáticamente, y no por joven o que lleve poco tiempo quizás como activista, eso demerita o deslegitima en modo alguno su quehacer. Yo estoy en sintonía con muchas de las cosas que él ha comentado.

A mí me parece interesante agregar que en Cuba, como en muchos lugares del mundo — y cuando digo «como en muchos lugares del mundo» lo digo sobre la base de la experiencia que he tenido en mis relaciones de trabajo con otras organizaciones de otros países, lo digo a partir de la experiencia que he tenido como miembro del Consejo Regional de ILGALAC (Asociación Internacional de Lesbianas, Gays, Bisexuales, Trans e Intersex para América Latina y el Caribe) desde 2014, electo en la Conferencia Regional que tuvo lugar, la 6ta Conferencia Regional de la Asociación Internacional de gays, lesbianas, trans e intersex que tuvo lugar en La Habana en mayo de 2014, o sea, mi criterio lo digo sobre la base de esa experiencia acumulada, no lo voy a dejar descansar en suposiciones o en un posicionamiento que no esté debidamente fundamentado — ; entonces, yo te decía que, tanto aquí como en otros lugares del mundo, hay diversos activismos, hay distintas formas de hacer activismo.

Hay activismos que entroncan más con el trabajo comunitario, hay activismos que dialogan más con los espacios y los entornos virtuales — y de ahí el llamado ciberactivismo — , hay activismos que como tú bien decías están más vinculados o están en diálogo con instituciones estatales, hay otros activismos que, aunque abordan temas relacionados con derechos de modo general, con derechos humanos, tienen una esencia más de promoción de salud o, al menos, iniciaron desde ese lugar — estoy pensando en grupos de activistas que tienen más de 20 años de trabajo en este país y que surgieron a partir de la urgencia de hacerle el frente desde la sociedad civil a la epidemia de VIH-SIDA, estoy hablando de la red HSH que tiene más de 20 años de fundada y que fueron motivadas justamente por un resorte vinculado a la promoción de salud, y después han ido, digamos, moviéndose, o han ido simultaneando sus apoyaturas con un enfoque más ligado al enfoque de derechos humanos — .

También hay otros activismos que se realizan, algunos a título individual, otros no a título tan individual, digamos, más despegados de las instituciones, aunque yo digo que no pudiera existir un activismo efectivo que se piense sobre la base de la imposibilidad del diálogo con las instituciones porque, definitivamente, ese proceso de reivindicación de derechos nos ubica en un necesario escenario de diálogo y de negociación con las instituciones, digamos, estatales que, en última instancia, somos quienes deberíamos tener, o quienes tenemos la responsabilidad — cada quien desde su lugar, con sus mandatos institucionales — de acompañar, de reconocer y de garantizar estos derechos de los que estamos hablando.

Yo creo que el tema de los activismos no surge el 11 de mayo de 2019. Sin embargo, ese 11 de mayo se dio un suceso que yo creo que es sobre el cual es válido discutir, y que no lo hemos hecho tanto desde distintos lugares. Yo creo que eso que se dio ese 11 de mayo nos invita a reflexionar sobre lo que sucedió ahí y pudiera igual conducirnos a reflexionar sobre el estado actual de los activismos que se dan en nuestro contexto. A mí me gustaría señalar algo que comenzó diciendo Verde, y es que hay una tendencia en el ámbito nacional, en nuestro ámbito nacional, a satanizar el activismo que está de manera clara y abierta vinculado a instituciones y definitivamente yo no puedo legitimar posicionamientos de este tipo, porque sería incorrecto satanizar a uno u otro activismo por su vínculo con instituciones estatales. Yo creo que eso es un punto importante, como tampoco estaría bien satanizar formas de activismo que se hacen sin un vínculo con la institución que, repito, no significa que no pueda haber diálogo con la institución o con las instituciones. Yo creo que en ese sentido Verde hablaba de la necesidad de generar diálogos no desde las violencias que muchas veces intentamos e intentamos denunciar, y eso es algo que yo estoy observando.

Yo decía, y lo pienso, hay que ganar mucho en los procesos de negociación y de diálogo como parte de las agendas del activismo, sobre todo del activismo que se está haciendo sin una afiliación o sin una alianza concretas con las instituciones. Yo creo que eso forma parte de un proceso que está súper estudiado y sostenido en evidencias científicas, que son los procesos de auditoría social, son esos procesos sobre los cuales la sociedad civil interviene, alerta, critica sobre la gestión que hacemos las instituciones estatales, y que es un proceso necesario. Pero, yo digo que tenemos que pensarnos mucho cómo hacemos ese proceso, porque las demandas como activistas no podemos montarlas como dispositivos inquisitoriales y muchas veces violentos, o sea, yo ahí coincido con Verde en que si nuestro activismo tiene sus apoyaturas fundamentales en el logro de la dignidad humana, en reivindicar un grupo de derechos que nos han sido arrebatados, y en este caso yo formo parte de ese colectivo — porque aunque tenga un rol como funcionario público soy parte de ese colectivo y he experimentado un grupo importante de expropiaciones de mis derechos, y un grupo importante también de vulneraciones a lo largo de mi historia vital — pero no puede ser sobre la base de una demanda inquisitorial, no puede ser sobre la base de pensar que tenemos todos los elementos en la mano, sin ver qué hay del otro lado desde el cual se toma una decisión.

Yo creo que la riqueza del asunto — estemos o no conectados con instituciones — es la posibilidad de dialogar sin predisposición o sin prejuicios, porque ahí también estamos atravesados por otros posicionamientos que tenemos en los propios activismos que pueden ser posicionamientos ideológicos, por supuesto, pero que pueden ser también por otros posicionamientos respecto a la manera en que vemos la vida, posicionamientos incluso religiosos o filosóficos.

Y yo creo que también hay que llamar la atención, en esta clave que les estoy diciendo, sobre una posible superposición de agendas. En la reciente conferencia de prensa que tuvo lugar como antesala de las Jornadas cubanas contra la Homofobia y la Transfobia, un periodista de una agencia extranjera que estaba en Cuba me preguntaba qué opinión tenía yo sobre, justamente, los llamados activistas independientes, yo diría los activistas — cualesquiera — que no estén vinculados a la institución.

En lo personal, y como representante de la institución, no sostenemos un criterio de deslegitimación de ese activismo, que solamente alertábamos y nos manifestábamos contrarios a grupos de activistas o a activistas individuales, sobre todo a activistas individuales que superponen sus agendas — y esto es mi opinión personal y, por supuesto, con el respeto que merece cada una de nuestras posiciones personales — , que velan o superponen agendas y entonces, parapetados en una reivindicación de derechos LGBTI, realmente lo que hay es una acción de dinamitar de manera constante y muchas veces no sostenida en evidencias la gestión de instituciones, sobre todo la institución del CENESEX.

Ahí también, entonces, tengo que hablar de la necesidad de repensarnos como activistas — ahora sí estoy hablando de todas y todos — , sobre nuestras agendas y sobre tratar de construir agendas que no solo estén centradas en demandas, sino también en propuestas de cambios donde nos involucremos nosotros, nosotras y nosotres como agentes de esos cambios, como personas que pueden contribuir a esos cambios. Por supuesto, ahí también tengo que poner sobre la mesa, porque lo considero, porque lo he vivido, porque lo he experimentado, que tendríamos que pensarnos si es realmente efectivo, o saludable, o si contribuye a nuestras luchas — porque tenemos evidentemente objetivos comunes — que algunas agendas, algunas maneras de hacer activismo estén centradas única y exclusivamente en la crítica a otras instituciones. Yo creo que tenemos que dar un salto cualitativo, más allá de insatisfacciones, e incluso más allá de errores o desaciertos que podemos tener las propias instituciones, porque también cuento con eso, o sea, también cuento con que puedan existir desaciertos, errores y acciones desacertadas por parte de las propias instituciones.

Kenny Fowler: Muchísimas gracias, Manuel, por esa acertada intervención. Seguramente a este tema volveremos con las preguntas del público. Anuncio que el público puede levantar la mano, solicitar la palabra. Ahora voy a pasar a la siguiente pregunta. Quisiera escuchar a Teresa y a Yamila y luego, cuando ellas terminen, vamos a tener un espacio para que el público pueda participar, quizás podemos tener tres o cuatro intervenciones en aras del tiempo.

Entonces, Teresa y Yamila, el matrimonio igualitario se ha instituido como una especie de centro de gravedad alrededor del cual versan una gran mayoría de los debates, de las demandas, de las propuestas, de las discusiones… pero yo quería preguntar, en el tema que nos ocupa, ¿termina la lucha con la concreción del matrimonio igualitario? Ahora quisiera escucharlas.

Teresa de Jesús Fernández: A ver, como Yamila se va a expresar seguramente desde la jurisdicción, yo voy a hablar como activista. El problema ya no es, ni siquiera, si me puedo casar o no, y por supuesto que la lucha sería banal si esperamos o si buscamos solamente podernos casar o no casarnos.

Yo creo que la lucha está en que cada uno de nosotros tiene que aspirar a ser ciudadano de primera categoría, que cada uno de nosotros tiene que lograr que cuando se hable de ciudadanía cubana nosotros y nosotras sintamos que, efectivamente, estamos incluidos; que, efectivamente, gozamos de equidad; que, efectivamente, no nos vamos a enfrentar a descalificaciones, no nos vamos a enfrentar a estigmas, a discriminaciones, a sufrir, no nos vamos a enfrentar a vacíos legislativos donde, por ejemplo, estudien cuáles son nuestras enfermedades, cuáles son nuestras vivencias, cuáles son nuestros padecimientos y de dónde salen.

Hay una cosa siempre muy importante que lo aprendí, por supuesto, en los talleres de activismo con la doctora Ada Alfonso, que son las condicionantes sociales de la salud. Para nada es importante — independientemente de lo importante que sea gozar de un sistema de salud universal — pero, para nada vale ese sistema de salud universal si tú no tienes en cuenta que hay otras cosas que te enferman y que no es solo si te enfermaste de sarampión, paperas o un cáncer; y es que no gozas de una salud armoniosa porque vives bajo presiones que las personas heterosexuales, por ejemplo, no viven, porque ya nacen, per se, con derechos plenos de ciudadanía. Entonces, el matrimonio, independientemente de que queramos casarnos o no casarnos, el matrimonio viene a representar uno de esos tantos vacíos o una de esas tantas impedimentas de gozar de derechos, sobre todo porque el matrimonio realmente es un convenio, es un convenio económico, pero es un convenio que garantiza patrimonio y que garantiza legitimidad. Realmente yo creo que el movimiento o que la población, o que los grupos de personas LGBTI en Cuba no estamos luchando específicamente por el matrimonio, estamos luchando por la dignidad, estamos luchando realmente por ver realizadas todas nuestras posibilidades de dignidad plena en las escuelas, en los trabajos, en los lugares de diversión, en las casas, en la familia, ante la Policía, ante cualquier institución; nosotros sentir que no tenemos ni que escondernos, ni que angustiarnos, ni que dar un plus para que se nos «perdone» o se nos acepte por nuestra orientación sexual o por nuestras identidades y expresiones de género.

Lo que pasa es que, claro, también se aboga por que nuestras familias y nuestras relaciones gocen de todo el reconocimiento, la legitimidad y la garantía que necesitan y — visto que existe ese contrato social, jurídico, cultural, histórico que se llama matrimonio — ¿por qué no?, pero por supuesto sería una banalidad enorme si el activismo, y si las luchas de la población LGBTI en Cuba terminaran con la aprobación del matrimonio.

Yamila González Ferrer: Bueno, yo por supuesto, estoy de acuerdo con lo que ha planteado Teresa. Yo creo que tenemos un marco jurídico que tiene como referente a nuestra Constitución, en donde ya hay una expresión directa a una voluntad política plasmada de no discriminación, de igualdad efectiva. Esa igualdad efectiva que siempre digo que hay que verla en toda su dimensión, que incluye la igualdad formal, pero que incluye la valoración de la diferencia, en tanto todas las situaciones vinculadas a interseccionalidad, es decir, a esas otras cuestiones por las que se nos discrimina a las personas en dependencia, y que van unidas… Está el elemento de la equidad, es decir, de los impulsos que son necesarios realizar y que se expresan a través de las políticas públicas, de las normas jurídicas, precisamente para todas esas personas que han sido históricamente vulnerables. Bueno, pues que realmente se logre ese estado de igualdad efectiva y la igualdad real.

Por lo tanto, se encuentra la expresión de nuestra Constitución en este sentido. El propio Artículo 42 de la Constitución que ya identifica, visualiza, la no discriminación por orientación sexual, por identidad de género; además de expresar esa voluntad política, pues pone la vara muy alta para el desarrollo no solo del Código de las Familias, sino de todas las normas jurídicas.

Pero eso, como bien decía Teresa, no queda ahí. Todavía quedará, mucho tiempo, en que haya un marco muy relacionado con la subjetividad, que aun cuando tengamos esas normas jurídicas, seguirán expresando de una u otra forma manifestaciones de discriminación indirecta que, aunque no pretendan directamente ser discriminatorias, en la práctica lo van a ser. Porque esas manifestaciones están atravesadas por estereotipos, por prejuicios, y ahí está involucrada la población en general, los profesionales de cualquier rama, en fin, es un tema por el que vamos a tener que trabajar muchísimo más.

¿Cuántas expresiones de discriminación existen en cuestiones que pudiera parecer que están superadas en la realidad?, y no es así, porque el sistema patriarcal es muy fuerte, y porque todavía las estructuras están muy permeadas del mismo. Por lo tanto, pienso que la labor educativa que nos queda por delante, la labor de exigir y de denunciar las situaciones de discriminación que se puedan presentar en cualquier ámbito, será un reto muy importante para el que todas y todos tenemos que estar preparados hacia el futuro.

No cabe duda de que el hecho de contar con normas jurídicas que brinden las garantías necesarias nos permite, obviamente, ejercer los derechos y, cuando estos están vulnerados, pues accionar, que es algo que realmente ahora no lo tenemos en muchos ámbitos, como, por ejemplo, este: ¿cuántas situaciones de parejas homoafectivas, ante situaciones de separaciones, de muerte, se han visto sin posibilidades del ejercicio de sus derechos? Y eso, realmente, es muy lamentable, y como decimos, esa sociedad de justicia social, la que aspiramos perfeccionar y la que estamos construyendo todos los días no puede, por supuesto, permitirse que haya personas — como decimos — más iguales que otras y que por una condición humana puedan ver impedido el ejercicio de su derecho.

Pero bueno, realmente son los retos que tenemos hacia adelante. Ahora, en lo inmediato, en el ámbito de las transformaciones legislativas; pero en lo sucesivo en el ámbito de trabajar para modificar poco a poco, ir cambiando esa subjetividad y que haya realmente un ejercicio pleno de los derechos.

Kenny Fowler: Muchas gracias, profe, creo que ahora tenemos un pequeño tiempo para pasar a intervenciones del público. Ahí en el canal también he dejado el link del bot, mediante el cual también pueden comunicarse, dejar preguntas, impresiones y veremos cómo podremos irlas respondiendo… Entonces, tengo a algunas personas que me habían pedido la palabra previamente. Vamos a tratar de tener, en aras del tiempo, tres, cuatro intervenciones y si hay algún tipo de pregunta que sea directa a los panelistas entonces vamos a tratar de responderlas al final.

Víctor Fowler: Buenas noches, saludos a todas las personas que están conectadas. Yo quería decir una cosa rápida. Bueno, ganas de decir son muchísimas, pero voy a decir solo una rápida. Han mencionado una serie de acciones que han sucedido hasta ahora, quiero llamar la atención y quiero invitarlos a que estén atentos y a participar en otra serie de acciones que van a seguir sucediendo durante la semana, es decir, unas que van a tener lugar fuera de la provincia, fuera de aquí de La Habana, en distintas provincias del país. Se están celebrando y van a tener lugar acciones en el universo cultural y va a haber, desde una muestra de fotografías que va a ser inaugurada mañana en el espacio virtual, un panel sobre fotografía, La Jiribilla va a dedicar una serie de secciones, va a abrir sus páginas, va a haber una muestra de poesía homoerótica, va a haber narrativa… Yo mismo hice una sección con una recomendación de libros, yo quiero llegar a 10 libros de orden académico sobre todo el abanico posible, concebible, dentro del universo LGBTIQ+, va a haber textos sobre teatro, textos sobre cine, y estamos pensando en otra serie de cosas que van a continuar después, incluso hasta el verano en el universo, por ejemplo, del cine, de organizar una muestra de obras realizadas aquí en Cuba. Por ahora solo eso, que estén atentos, que van a seguir sucediendo cosas, y que, como mismo, por cierto, ocurrió con La Tángana, que quedó una memoria en un material que hay en pdf, donde se recogieron todas aquellas intervenciones, es importante también esta vez pensar en recoger una memoria, porque varias de las intervenciones se refirieron a que notaban un cambio, y es muy importante documentar ese cambio, reunirlo y proyectarlo hacia el futuro. Solo eso, muchísimas gracias.

Kenny Fowler: Yo voy a leer ahora una pregunta que nos han dejado a través del bot y creo que esto me puede dar el pie forzado para llegar a las últimas intervenciones, a las intervenciones de cierre de nuestros panelistas.

Yanet me deja una pregunta a través del bot que dice: «Con el Código de Familias, ¿podemos decir que, en materia jurídica, ya se cumplirían todos los derechos? ¿Cuál es la opinión de los panelistas con respecto a que la propuesta del Código de Familias vaya a referendo? ¿No puede ser un riesgo que no se apruebe? Si este Código no fuera aprobado, ¿cuál sería el camino a transitar?

Entonces, dejo los micrófonos abiertos a los panelistas y, bueno, cuando hayan logrado responder la pregunta de Yanet, pudiéramos ir llegando a las intervenciones finales.

Teresa de Jesús Fernández: Bueno, yo personalmente no soy jurista y, por supuesto, no lo voy a manejar desde ese punto de vista, lo voy a manejar como simple activista y ciudadana.

Yo tengo entendido que los derechos se conquistan y que no se referendan. Yo tengo entendido que los derechos humanos se reconocen y, en ese sentido, no estoy de acuerdo con que un derecho humano tenga que llevarse a un referendo porque eso significa que estás expuesto a que las personas, movidas por sus prejuicios, movidos por todos los esquemas, por una educación heterosexista que han tenido toda la vida, elijan que no, que no tenemos derecho a matrimonio y que no tenemos derecho al reconocimiento de nuestras familias.

Lo que pasa es que también tengo mucha fe en nuestra Constitución y en todos los Artículos que hay en ella que avalan que no es posible oponerse a los derechos de las personas. Ahí está en el Artículo 42, lo decía Yamila, lo ha dicho Manuel en otras ocasiones; está el Artículo 1 de la Constitución, o sea, la Constitución tiene muchísimos Artículos que realmente sería un sinsentido permitir que ese referendo impida que se cumpla lo que está establecido por esos Artículos. Pero yo, Teresa de Jesús, como persona independiente en este sentido, pienso que los derechos no se deben llevar a referendo sino que los derechos simplemente se reconocen.

Yamila González Ferrer: Con respecto al referendo, obviamente, estamos ante una situación en que llevar a referendo cualquier norma jurídica, como se llevó la Constitución, pues sencillamente pone, no quiero decir en riesgo, pero definitivamente hay una posibilidad de que la norma de que se trate se apruebe o no se apruebe. De ahí la importancia de llevar una política, un programa, un plan vinculado a la comunicación muy importante, de que todos los activismos como hemos estado hablando en todo este tiempo sean súper activos, en las fórmulas de mejor calidad — vamos a decir — para llevar adelante el trabajo con nuestras poblaciones. De eso no cabe duda.

Ahora, igual que se desarrolló la consulta popular de nuestra Constitución — en la que se incluyen derechos, nosotros aprobamos en nuestra Constitución un Título que se dedica completamente a derechos, deberes y garantías — y fue llevada a referendo, pero no se llevó uno de esos derechos en específico, sino que se llevó todo un texto constitucional con todo lo que conllevó; y bueno, llegamos y lo aprobamos en referendo.

Lo que hizo la Asamblea Nacional y se incorporó a una de las disposiciones de la Constitución, que el 86 por ciento de nuestra población aprobó, fue trasladar esas fórmulas participativas que se utilizaron en la Constitución al Código de las Familias. Eso no quiere decir que el Código de las Familias sea la única legislación que en la práctica cubana vaya a tener esa posibilidad de consulta popular y referendo. Fue una de las cuestiones que se decidió en su momento, que se aprobó en el propio referendo de la Constitución.

Ahora, una cuestión muy importante, más allá de que estemos o no a favor, nos guste o no, o consideremos que es un riesgo o no — que todos son pensamientos y temores legítimos por completo — , nosotros no estamos llevando en el Código de las Familias un derecho a plebiscito o a referendo, no es eso.

Estamos llevando todo un cuerpo normativo, todas las instituciones del Derecho Familiar, todas las instituciones jurídicas familiares, estamos hablando del matrimonio y de las uniones de hecho, pero junto con el matrimonio estamos hablando del divorcio, de la nulidad del matrimonio, del régimen económico del matrimonio y, en uniones de hecho, una cosa muy interesante es que el propio Artículo 82 diferencia a matrimonios y uniones de hecho como instituciones con entidad propia, que es algo que no ocurre en la actualidad; es decir, en la actualidad se asimilan las uniones de hecho al matrimonio que solo hace falta para ello formalizarlo o reconocerlo judicialmente. Y ahora estamos hablando de que, con el nuevo texto constitucional, lo que se va a llevar al Código son dos instituciones con entidad propia que tendrán sus propios requisitos; es decir, todas las cuestiones vinculadas a su desarrollo. Pero estamos hablando, también, de la filiación, de relaciones parentales; estamos hablando de las instituciones de guarda y protección, de lo relacionado con las personas adultas mayores, de las personas con discapacidad, con respecto a los propios cuidadores que también necesitan una protección; estamos hablando del reconocimiento a figuras tan importantes y mecanismos para que estos derechos no se queden en lo abstracto, sino para que se puedan ejecutar, por ejemplo, para otros parientes, más allá de madres y padres en las relaciones con niños, niñas y adolescentes; estamos hablando de los derechos de los abuelos y las abuelas, de otros familiares que cuidan niños y niñas adolescentes; estamos hablando de los derechos, reconocimiento y garantías para las madres y padres afines, es decir, las madrastras y los padrastros…

En resumen, que pudiera estar hablando ahora de toda la gama de cuestiones que va a llevar ese Código. Por lo tanto, no se va a llevar a referendo un derecho. Se va a llevar a referendo el contenido integral, todas estas instituciones, porque la Asamblea Nacional consideró que por la importancia y la trascendencia que tenían las instituciones familiares en la población, y que ello, obviamente, de alguna manera salió en el debate constitucional, pues que era necesario que se llevara a consulta popular y a referendo. Y reitero, que más allá de nuestro criterio personal en lo que esto puede llevar, considero que tenemos que informarle a nuestros activistas, a la población en general lo que se va a consultar y lo que se va a llevar a referendo, para que tampoco exista una equivocación en esto, y porque además, déjenme decir una cosa muy importante, habrá personas — como nos pasó en la Constitución — no todo el contenido íntegro de la Constitución necesariamente yo tengo que aprobarlo… o sea, que en lo personal me puede gustar y puedo considerar que no todos, exactamente todos los Artículos son lo perfecto; pero cuando aprobé la Constitución, cuando di el sí por la Constitución, aprobé la esencia de un proyecto social, los derechos, en fin, todo lo fundamental que consideré que era de mayor peso.

Eso mismo nos va a pasar con el Código, es decir, puede ser que haya cuestiones con las que yo no esté de acuerdo y que, desde lo personal, vamos a poner que va a ser una cosa, que va a ser el debate. Realmente uno de los debates más importantes es sobre el tema del matrimonio, sobre el tema de la adopción, sobre el tema de la reproducción asistida para parejas del mismo género o para personas solas, en fin… Las personas que no estén tentativamente de acuerdo con eso, bueno, pues, necesariamente tendrán que saber las otras cuestiones que se podrán incluir o que se van a incluir en el Proyecto y que les van a beneficiar.

Es decir, porque nada más tenemos que pensar en todos los retos que tenemos por delante, en todas las necesidades y todos los conflictos familiares que un Código de hace más de 45 años no soluciona hoy, incluso para las propias personas LGBTIQ+, porque también estas personas son abuelas, abuelos, son madres, son padres, son cuidadores, o son personas que se cuidan, en fin, es una riqueza increíble de los contenidos.

Otra pregunta que se hacía era qué pasaría si el referendo dijera que no, es decir, si la mayoría de la población votara que no. Bueno, a mí no me queda otra cosa que pensar — no sé Manuel, que también que es jurista, como yo — pero, desde mi punto de vista, lo que ocurriría es que quedaría vigente el Código de 1975. Nos quedaríamos, por tanto, con una norma jurídica que sería absolutamente insuficiente para las necesidades de las familias cubanas y que tendría que llevarse en un momento posterior un Proyecto de Código de las Familias a la Asamblea Nacional para ser discutido y aprobado, y no necesariamente llevado a consulta popular y a referendo. No es necesariamente que eso vaya a ocurrir, son mis criterios personales, yo creo que tenemos que informarle bien a la población todo el contenido en la medida que se vaya dando a conocer el Anteproyecto. Bueno, todas las cuestiones que pudieran tenerse para que las personas conozcan, y conozcan en todo lo que está implicado en sus vidas y en sus familias ese futuro Código de las Familias. Es, más o menos, lo que me parece que pudiera aportar a la reflexión sobre este tema. Gracias.

Manuel Vázquez Sejido: ¿Puedo hacer algunos comentarios? Voy a tratar de dar una respuesta muy sucinta a los varios temas que integraron la pregunta de la persona.

Primero, si se aprobara un Código de las Familias, ¿ya habríamos llegado a la cima, digamos, en relación con el reconocimiento de los derechos de las personas LGBTIQ+? Pues la respuesta, desde mi perspectiva — yo creo que hay consenso sobre esto — es NO. No hay nada más alejado de la realidad. El Código de las Familias — como bien dijo Yamila — intentaría, en caso de aprobarse en los términos en los que se debe estar presentando el Anteproyecto, con todas las cuestiones que ella esbozó y que tiene que estar en sintonía con nuestra actual Constitución, pues resolvería, daría respuesta o garantizaría solo un grupo de derechos: aquellos derechos que están vinculados al ámbito jurídico familiar. Pero incluso, hay un grupo de derechos vinculados al ámbito jurídico familiar que no quedarían completamente garantizados en este Código de las Familias y pongo un ejemplo: en el caso del acceso a la reproducción asistida para las parejas del mismo género y para otras personas que, sin ser LGBTIQ+, en sus proyectos de vida contemplan la formación de familias sin que existan ni un matrimonio, ni una pareja estable, pues, en ese caso, aunque el Código de las Familias debe sentar las bases para que se reconozcan las técnicas de reproducción asistida como un hecho generador de filiación, o sea, como un hecho que genera vínculos filiatorios, este tema tiene que ser, necesariamente, desarrollado por normas específicas, que sería competencia del Ministerio de Salud Pública emitirlas, para poder garantizar concretamente el acceso a estas técnicas de reproducción humana asistida. Este es un ejemplo que les pongo; pero definitivamente — como bien decía Teresa — la lucha de las personas LGBTIQ+ debe estar enfilada a nuestra dignidad como seres humanos, que no se reduce a los derechos relativos al ámbito familiar, que no se reduce a la posibilidad de poder dar relevancia jurídica a nuestro vínculo, que vendría a ser el matrimonio o la unión según la opción que deseemos, porque deberíamos tener acceso tanto al matrimonio como a la unión según las perspectivas de las parejas, según los proyectos de vida de las parejas.

Hay un grupo importante de derechos que tienen que garantizarse en otras normas jurídicas. Yo en la Mesa redonda hablaba de los temas de la protección ante cualquier violencia basada en nuestra orientación sexual y nuestra identidad de género. Eso tiene que tener cabida en el Código de las Familias para el ámbito familiar, pero un posible Código Penal tiene que responder de manera efectiva a esta situación y, por ejemplo, en el ámbito procesal Yamila hablaba del llamado Código de Procesos y tal, en el ámbito procesal tiene que haber suficientes causas procesales para que las personas LGBTI podamos acceder a los mecanismos judiciales para reivindicar nuestros derechos y ofrecer tutela judicial efectiva a nuestros derechos. También en el ámbito, digamos, administrativo específicamente, en el ámbito contravencional, esas normas jurídicas que contienen contravenciones, que contienen conductas prohibidas, que sin ser delitos penales, se prevén determinadas consecuencias jurídicas como multas, cartas de advertencia, posibles órdenes de alejamiento o restricción de acercamiento de una persona a la otra, o sea, esos son otros de los temas que nos quedan pendientes y que no vamos a resolver con un Código de la Familia. Los temas asociados a la discriminación en el ámbito laboral, sobre todo respecto a las identidades de género o expresiones de género no hegemónicas… esto no se va a resolver en el Código de la Familia.

Estoy pensando también en el reconocimiento del derecho de las personas trans a que se les reconozca, valga la redundancia, jurídicamente, su identidad de género a través de procesos expeditos, no judicializados y despatologizados; eso tampoco se va a resolver con un Código de la Familia, eso tendría que resolverse en una posible modificación de la Ley de Registro Civil y de su Reglamento, y quizás si me pongo a pensar, se me pueden ocurrir un montón de otros derechos sexuales que necesitan el pronunciamiento institucional, que necesitan el respaldo legal y que no va a ser en este Código de las Familias porque simplemente no es el entorno jurídico para ello.

Y, además, como guinda del pastel, pues está algo que Yamila había dicho: llegaremos a un punto en que tengamos todas las normas jurídicas necesarias para reconocer y garantizar nuestros derechos, quedará entonces el reto, o permanecerá el reto del cambio cultural.

Yo los últimos días he sido un poco criticado en algunos muros de Facebook y cuentas de redes sociales cuando he dicho: sostengo y defiendo — basado, por supuesto, en evidencias científicas — que uno de los obstáculos principales para garantizar los derechos, no solo en nuestro país, sino en cualquier contexto, son los obstáculos, los hitos, los prejuicios que sostienen las conductas discriminatorias, porque les digo — como dije también en la Mesa redonda — cualquier resistencia de un funcionario público a reconocer un derecho, o cualquier resistencia a tratar dignamente a una persona LGBTIQ+, o cualquier otra persona que no encaja en su ideal, en su perspectiva de lo «legítimo», de lo «sano», de lo «exitoso», detrás de esa negativa, detrás de esa conducta discriminatoria lo que hay es un mito, lo que hay es un prejuicio, que lo que está, justamente, es el patriarcado.

Al patriarcado lo sostiene fundamentalmente un poder cultural que cuando usted lo operacionaliza, lo que hay hasta el tuétano son los mitos, son los prejuicios. Por eso yo estoy diciendo que incluso teniendo un ordenamiento jurídico, digamos, ideal, nos quedará el reto del cambio cultural, porque entonces, los operadores del sistema jurídico tienen que interpretar esas normas jurídicas, pero también tendríamos que — los destinatarios y destinatarias de las normas — tener las herramientas para ejercer nuestra ciudadanía, para saber qué derechos nos asisten, para saber cómo reivindicarlos y, por supuesto, estará la gran mayoría de la población, que quizás no son los destinatarios de estos derechos específicos — cuando estamos hablando de personas LGBTIQ+ — , pero que son clave para lo que los juristas llamamos «realización del derecho», para que el derecho sea efectivo, y es lo que yo también identifico con el respeto de la otredad, el respeto a las terceras personas como un resorte fundamental para que yo disfrute de mi derecho. Si no, vamos a vivir permanentemente haciendo denuncias, en procesos judiciales, si las personas no están en esa clave de respetar nuestros derechos. Insisto, el cambio cultural. La actualización del ordenamiento jurídico no debe esperar porque se produzca el cambio cultural, o el proceso de transformación social, o el proceso educativo. No estoy diciendo esto. El cambio legislativo o los cambios legislativos urgen, pero en paralelo, no podemos perder de vista estos otros desafíos.

Respecto al tema del referendo, yo no voy a abundar mucho más sobre ello porque en el punto en el que estamos, el hecho de debatir si se debió llevar o no a referendo, para mí, en este contexto, y con las urgencias que tenemos, y con las prioridades que tenemos, es irrelevante. No obstante, voy a dar mi opinión personal: mi opinión personal como activista, como jurista, es que el Código de Familias no tenía por qué llevarse a referendo, pero eso ya es un hecho, la realidad ya está, y como jurista y como activista, yo prefiero poner mi mirada en ese referendo como un reto, como una consigna que debe ser leída por las y los activistas en clave de generar y movilizar — no solo a nosotros como activistas — sino a todas las personas a las que podamos influir para que vayan a las conductas, para que se expresen en el proceso de consulta y para que, definitivamente, voten positivamente en un referendo. Yo también quería aportar que, aunque en su momento no estuve de acuerdo con el referendo, ello no significa — porque también se intentó decir que era jurídicamente incorrecto llevar el Código de las Familias a referendo — por esta idea, que ha sido acríticamente asumida por algunos activistas, de que los derechos humanos no se referendan. Un grupo de elementos los dio Yamila de manera clara, el referendo no es sobre un derecho humano, es sobre una norma jurídica que contiene más elementos, no solo derechos humanos, aunque evidentemente los contiene y corremos los riesgos que ya ella comentó y el riesgo que la propia persona que formuló la pregunta ubicó sobre la mesa. Por ejemplo, los textos constitucionales, que son las normas jurídicas supremas de cualquier ordenamiento jurídico, que además contienen por excelencia el tema de los derechos y sus garantías siempre son llevados a votación popular en cualquiera de sus variantes y es una norma jurídica que contiene derechos humanos. Como les dije, este no es el punto en que me voy a detener pues, justamente, yo considero que ahora mismo nos debe ocupar el compromiso desde los activismos de cómo asumir ese proceso de referendo, y si no se llega a aprobar el Código de la Familia en un proceso de referendo, va a suceder lo que les dijo Yamila: tendríamos el Código de 1975, pero tendríamos entonces un Código inconstitucional y nuestra Asamblea Nacional del Poder Popular tendría que pronunciarse por esa inconstitucionalidad y, en definitiva, tendría que presentarse un nuevo Anteproyecto de Código de las Familias. Porque lo que sí está claro es que el de 1975 no es compatible, en modo alguno, con nuestro nuevo texto constitucional y sobre todo con el Artículo 40 que pauta la dignidad como el valor supremo para interpretar los derechos humanos en nuestro contexto y con los Artículos 42, 81 y 82.

Kenny Fowler: Bueno, muchas gracias, Manuel, por esta intervención, un poco más extensa que lo que ahora voy a pedir a los demás panelistas. Realmente para ir cerrando, tenemos algunas preguntas del público que nos van a dar pie a poder hacer algunos comentarios finales. Tengo una pregunta que dice: «¿cómo se educa a la población para que comprenda la importancia de declarar y hacer valer los derechos de las personas LGBTIQ+ sin que parezca una imposición o una moda como algunos informalmente dicen?». Verde, si pudieras comentar sobre eso y eso daría pie a un comentario muy corto sobre qué nos falta y cuál es el camino a seguir.

Verde Gil: Sobre el activismo independiente e institucional, hay varias opiniones que incluso rechazan la idea de hacer una escisión en dos categorías (institucional e independiente). Yo creo que la segmentación es válida para comprender sus distinciones.

Pienso que todo activista auténtico, de manera orgánica, guiado o no por una institución, motivado por sus ideas de justicia social, debe realizar una labor educativa a favor de los derechos de la comunidad LGBTIQ+ sea donde sea que se encuentre. El activismo debe sentirse como algo entronizado en nuestra interacción social cotidiana, una postura confrontativa a todo acto injusto de homofobia y transfobia, y llevarla a todos los planos de la vida, el espacio laboral, la familia, los colegas, la academia.

Ahora, las instituciones cubanas en su función educativa tienen una estructura, una interrelación y la disponibilidad de herramientas superiores, en muchos casos, al activismo independiente. Lo que les dota de mayor potencialidad para lograr los cambios culturológicos que necesitamos. No obstante, si esto es cierto, también lo es que las instituciones no están exentas de casos de oportunismo, prácticas infructíferas o contrarias a los principios declarados, burocratismos, insensibilidades, negligencias… y es necesario ganar en autocrítica para superar las faltas. Pero no le hallo sentido a satanizar a las instituciones cada vez que alguien cometa un error desde ellas, o negar de lleno la voluntad política que se ha venido mostrando expresamente, desde hace varios años, por nuestro gobierno a favor de los derechos de la comunidad LGBTIQ+. Claro que nuestra historia aguarda no pocos episodios discriminatorios, pero no podemos mirar acríticamente solo lo malo, o desde el rencor, e ignorar nuestros cuantiosos avances y esfuerzos. Como si los procesos históricos no fueran altamente complejos, tuvieran etapas, se cometieran errores y se superaran, como lo hacen las personas.

Y aquí sí quiero estar bien de acuerdo con lo que decía antes Manuel sobre todos los avances que hemos presenciado en esta Jornada contra la Homofobia y la Transfobia. Sí creo que en esta última jornada se han dado momentos trascendentales y un posicionamiento claro de nuestras instituciones, que pudimos evidenciar en la Mesa Redonda, los foro-debates de múltiples medios de prensa, los concursos anunciados, el tuit del presidente, las publicaciones de Alma Máter y las facultades de Comunicación, series de televisión… y desde casi todas las instituciones que juegan un rol importante político-ideológico en nuestro país.

Por otro lado, para nadie es noticia que el activismo independiente puede ser, y es, fácilmente secuestrable por organizaciones no estatales o individuos cuyas agendas están centradas en denigrar al gobierno cubano y la institucionalidad. Es importante no pecar de ingenuos, porque a menudo bajo el pretexto de defender los derechos de las minorías hay grupos con intenciones políticas de fondo, que no responden a los verdaderos intereses de nosotros, la comunidad LGBTIQ+, y que se aprovechan de nuestras condicionantes para dar salida a sus agendas deshonestas. No obstante, el activismo independiente es algo irrenunciable y crucial para la Cuba que soñamos, o que por lo menos, yo sueño.

Siempre va a existir un activismo autónomo, genuino, no canalizado ni pretendido por ninguna institución. Esto es algo natural de una sociedad civil activa políticamente y que merece, antes que cualquier coerción o descrédito, el reconocimiento y ayuda de las instituciones del Estado. Hay que exorcizarse también de varios miedos para crecernos y explotar las distintas vías que existan de erosionar el modelo patriarcal-heterocisnormativo. El activismo independiente, como decía, es irrenunciable, y puede alcanzar un grado de dinamismo, originalidad, liderazgo, igual o superior al de las instituciones. Además, puede llegar a estratos o lugares de la sociedad muy complejos — que a la institución se le dificulta más — porque interactúa mejor con las características endógenas.

En conclusiones, pienso que ambos activismos deben nutrirse mutuamente y coadyuvarse. Enemistarlos solo nos resta como activistas y miembros de la comunidad LGBTIQ+.

Pero sí me gustaría enfatizar que, si nosotros partimos de un activismo que tiene sus fundamentos en valores como la equidad, la paz, la dignidad, el empoderamiento, el humanismo, la no violencia… no podemos llevar un discurso que sea agresivo, lascivo, vulgar, sectario o injurioso. Tenemos que optar por un discurso inteligente y humanista, un discurso de unidad. De lo contrario estaríamos yendo en contra de los valores que precisamente necesitamos que tomen relieve en nuestra cultura para volverla más inclusiva.

Sostengo, no obstante, que más allá de la propia metodología que nosotros, las y los activistas, escojamos para defender nuestros derechos — más allá incluso de si optamos por un discurso u otro, o por una vía más o menos institucional — es la voz de la comunidad, en su pluralidad, la que tiene que ponerse a la luz y ser determinante en la toma de decisiones legales, políticas o culturales.

Solo conociendo verdaderamente el criterio de las personas de la comunidad — y esto es algo que he aprendido en el poco activismo que he desarrollado desde las redes sociales, cuando he interactuado con personas de la comunidad muy diversas — , solo conociendo sus experiencias, se puede comprender cuáles son las marcas sexistas de nuestra sociedad; se pueden detectar las vulnerabilidades que sufrimos, los vacíos legales, los tipos de violencia. Y cuáles son, incluso, las posibles soluciones que tenemos al alcance y que se adaptan mejor a nuestra cultura, a nuestro proyecto de país.

Kenny Fowler: Verde, muchísimas gracias. Realmente no tendríamos tiempo para extendernos mucho más. Aquí tengo dos preguntas y una propuesta. La pregunta sobre la comisión que elaborará el Código de las Familias, me gustaría saber si es posible, por favor, si existe alguna participación de la Sociedad Cubana de Psicología o alguna representación de la Facultad de Psicología, o del Departamento Jurídico del CENESEX que hace tanto tiempo viene luchando a favor de la comunidad.

Y la segunda parte de la pregunta, ¿por qué hay que darle la razón a quienes afirman que no hay representación abiertamente LGBTIQ+ entre las personas que están seleccionadas para realizar la redacción?

Entonces, ¿cuál es la propuesta? Aquí tengo, dentro de los panelistas, dos personas que están implicadas en todo este proceso de la redacción, me preguntaba otra persona si existe alguna fecha tentativa en la cual se pudiera tener un borrador. Entonces, ¿cuál es la propuesta? Quizás que los panelistas pudieran responder esa pregunta luego a lo interno y manténganse sintonizados con el canal, que en los próximos días estaríamos haciendo un post al respecto, porque no tenemos demasiado tiempo ya para continuar y quisiéramos que todos los panelistas pudieran dar algunas consideraciones finales cortas.

Entonces, Teresa, de manera muy corta, tres, cuatro minutos, por favor, responder a la pregunta, ¿cómo educamos de manera efectiva?, y, en materia general, ¿qué nos falta?, ¿cuál es el horizonte?

Teresa de Jesús Fernández: Mi experiencia es humanista. Mi experiencia como profesora por más de 25 años, es que tu educas cuando tú creas empatía, cuando tú logras que las personas se pongan en el lugar de la otra persona, el lugar del personaje si es un libro, o el lugar del ser humano que te está contando su historia de vida. Yo creo que la mejor manera de educar sin dar teque, sin imposiciones, es cuando tú tocas las fibras más sensibles de la humanidad de la otra persona, y cuando la otra persona se da cuenta de que también puede encontrase en esa situación o en una situación parecida, aunque no por los mismos motivos, esa es la mejor manera de educar.

¿Qué hace falta? ¿Perspectivas? Bueno, hay que trabajar mucho en el respeto de unos hacia otros, hay que trabajar mucho realmente en la capacidad de comprender que la esencia humana va más allá de una orientación sexual o una identidad de género, va más allá de un color de la piel, de una religión, de una ideología. La esencia humana sencillamente estaría en darte cuenta de que, por muy distinto que tú creas que eres de la otra persona vas a sufrir, o te vas a alegrar por las mismas cosas prácticamente, esa es mi respuesta.

Yamila González Ferrer: Yo creo que es un tema que ha transversalizado este debate, el de los retos que tenemos en materia de sensibilización, de educación y de capacitación. Yo, como jurista, diría desde el enfoque de la cultura jurídica que tanta falta nos hace, que es importante que las personas no solo conozcan sus derechos en abstracto sino también que los conozcan para su ejercicio efectivo, cuando se vean vulnerados. Yo creo que es una responsabilidad de todas las instituciones, de todas las organizaciones, de todos los activismos, enfocarse en la educación y en la sensibilización de las maneras más adecuadas, porque hay que saber cómo llegarle a determinados públicos, a determinadas personas. Y no es proyectarse como que uno sabe de todo, tiene un dominio de todo, sino lo más importante, yo digo no es lo que uno sabe, sino cómo lo transmite y cómo lo hace llegar a las personas.

En un momento tan importante como este que estamos viviendo, en que necesitamos tanto lograr consensos, lograr sensibilización, la manera en que transmitimos y los enfoques que llevamos son imprescindibles para lograr que las personas realmente sientan que, en definitiva, estamos hablando de los derechos y que más allá de criterios y gustos personales, el Derecho, en sentido general, debe ser por igual para todas las personas.

Manuel Vázquez Sejido: La empatía, me encantó eso que dijo Teresa, es fundamental. Esa es la clave de procesos educativos, que no solo tienen lugar en las escuelas, se puede educar en los rincones y en los espacios más insospechados. Empatía, generar esa capacidad de que la otra persona se ponga en el lugar del sujeto oprimido como un resorte, es súper interesante para lograr esa sensibilización, lograr esa educación.

Como segundo punto: evidencias científicas. Nosotros tenemos que sostener o hacer descansar nuestros procesos de educación y sensibilización en evidencias científicas. Está demostrado que es un arma poderosísima demostrarles a las personas, por ejemplo, que la homosexualidad no se aprende, no se imita, no es posible que se contagie. Eso yo creo que es interesante.

Y, como tercer punto, yo creo que abrazar, de manera muy fuerte, la idea de que esta lucha, que persigue la justicia social, que persigue la dignidad humana, que busca reconocer los derechos de las personas LGBTI no implica expropiar al resto de las personas de sus derechos, implica generar un estado, implica generar un espacio, donde todas las personas quepamos, convivamos en armonía y donde todas las personas tengamos todos los derechos.

Kenny Fowler: Muchísimas gracias, Manuel. Muchísimas gracias a todos nuestros panelistas. Muchísimas gracias a todos los que estuvieron, de una manera u otra, escuchando y que participaron de este debate con preguntas a través del bot, con preguntas en vivo.

Yo solo los convido a que esperen, en pocos minutos saldrá el audio de la grabación de este debate para que puedan compartir con aquellas personas que no hayan podido estar por acá con nosotros. No me queda más que invitarlos a seguir los contenidos que estaremos compartiendo en el canal, esperar el bot con la respuesta a la pregunta que quedó y bueno, cuídense, quiéranse, y nos vemos.

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