Teologías feministas en Brasil frente a los fundamentalismos religiosos

Intervención en el panel «Experiencias latinoamericanas en la lucha por una Educación Integral con enfoque de género y derechos sexuales»

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14 min readNov 1, 2021

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Por Odja Barros

No es exagerado decir que el cuerpo y la sexualidad, así como las cuestiones de género se han convertido en el tema principal en la batalla de los discursos político-religiosos conservadores en Brasil, Cuba y toda América Latina. Nunca se ha hablado tanto de género, cuerpo y sexualidad, para bien o para mal. La educación sexual centrada en el género se ha convertido en la plataforma para los grupos conservadores que articulan sus discursos desde una lectura fundamentalista de la Biblia y la fe cristiana para rechazar el derecho a una educación sexual de género que sea liberadora.

Mi ponencia de esta tarde parte de mi experiencia como pastora bautista, teóloga y activista feminista en Brasil, en aras de comprender los procesos de fundamentalismos religioso-políticos en Brasil y cuáles son las estrategias de las teologías feministas brasileñas para confrontar y crear nuevos horizontes de (re)existencia de mujeres y otros cuerpos sexuales disidentes, que han sido los más atacados y golpeados en los discursos conservadores, en sus usos y desusos de género. Es importante entender la trayectoria de la manipulación de género como una categoría ideológica utilizada por medios conservadores religiosos.

El segundo punto tiene que ver con mi área específica de formación y actuación: La relectura bíblica desde la perspectiva feminista y de género y su importancia en el enfrentamiento a los discursos político-religiosos fundamentalistas. Las teologías feministas y lecturas populares y feministas de la Biblia han sido como «gritos proféticos» frente a los discursos religiosos opresivos y violentos, que legitiman atrocidades en nombre de Dios a través de un gobierno de extrema derecha.

Como el panel es una invitación a compartir experiencias, presento el ejemplo de la Iglesia Bautista Pinheiro — donde soy pastora — y las movilizaciones de grupos de mujeres cristianas en Brasil y sus diversos frentes de lucha. Tales experiencias reflejan cómo la lectura popular y comunitaria de la Biblia, guiada por una hermenéutica feminista y de género, han recreado el potencial de la espiritualidad cristiana liberada de los hetero-patriarcalismos.

  1. Ideología de género y fundamentalismos religiosos.

Los usos conservadores del género como ideología, quieren inmovilizar el poder histórico — metodológico de la categoría de género y su racionalidad como un conjunto de peligros que amenazan los modelos patriarcales imperantes. En las últimas décadas esta amenaza se realiza con los ataques coordinados de sectores conservadores, con perfil religioso fundamentalista, contra procesos y resoluciones en el campo de la educación, las políticas de salud y atención en Brasil y en muchos países de América Latina. Los procesos temidos y atacados son los de las conferencias educativas, en sus diversos niveles y las interacciones de definición y aprobación en espacios municipales, estatales y nacionales. Lo que se cuestiona y se le niega legitimidad es al proceso participativo — aunque problemático — de creación, de arreglos y acuerdos políticos en el área de educación, salud y políticas sociales para las mujeres, con una fuerte participación de profesionales y comunidades activistas.

La segunda amenaza es un ataque a la democracia, que afecta a los procesos de resolución e indica políticas de igualdad de género. Los procesos de las conferencias de educación, por ejemplo, reunieron y aglutinaron demandas importantes que hasta entonces no estaban incluidas en los procesos educativos brasileños. Entre estos consensos fuertemente presentes se encuentran aquellos que plantean desafíos al proceso de exclusión y desigualdad en la sociedad brasileña, especialmente las desigualdades de género y sus intersecciones (clase, raza, sexualidad, etcétera). La representatividad de espacios y foros de discusión y resolución expresó un fuerte tejido social de prácticas y reclamos, que son violentamente irrespetados y descartados por mecanismos de tráfico de influencias de sectores religiosos y políticos, y una propaganda sensacionalista masiva que no conoce procesos de participación popular.

Tanto los contenidos y políticas de justicia de género y diversidad sexual, como los procesos y modos de participación, están sufriendo un fuerte ataque que se articula desde el momento del golpe a la presidenta Dilma Rousseff en 2016, que generó la crisis institucional en Brasil, hasta las catastróficas elecciones de 2018 con la elección de Jair Bolsonaro. En cierto modo podríamos entender que toda la crisis política desde entonces tiene un carácter misógino y antidemocrático.

El carácter misógino, tiene que ver con la promoción de un discurso que pone a las mujeres como una representación del mal que hay que combatir, que exterioriza un resentimiento típico de la competitividad masculina y la no aceptación de una mujer entre iguales masculinos. En la justificación presentada para el impeachment de 2016 se utilizó la defensa de la familia tradicional, como afirmación de los roles sexuales establecidos en el sentido común de la cultura, incluyendo recurrir a «Dios» como promotor de este modelo social. Los discursos y acciones del actual presidente Jair Bolsonaro, ofenden la dignidad de las mujeres y promueven la violencia; además del aumento del feminicidio en suelo brasileño en su primer año de gobierno. La misoginia también está presente en los discursos de la pastora evangélica Damares Alves, actual ministra del Ministerio de «Mujer, Familia y Derechos Humanos» del Gobierno de Jair Bolsonaro.

La misoginia tiene profundas raíces en las sociedades cristiano-occidentales y se actualiza como un mecanismo restaurador de relaciones de poder: el desprecio por las mujeres es un mecanismo discursivo y disciplinario para ajustar prácticas y experiencias que pretenden desestabilizar las estructuras hegemónicas patriarcales y heteronormativas.

El avance de las políticas sociales, resultantes de procesos de participación e intereses de superar las desigualdades sociales de la sociedad brasileña, tocó de manera específica a los privilegios de los sectores de las élites nacionales que necesitan los modos culturales de desigualdad para mantener sus intereses locales, alineados con los intereses del capitalismo internacional. La reacción de las élites económicas y políticas se dirige contra el alcance de las luchas feministas en general y de la diversidad sexual en particular, que se sintieron en el momento histórico con los logros de las políticas públicas, la visibilidad y la inflexión discursiva. Estas luchas se mostraron como apropiación de la palabra, no sólo escrita, sino como un evento de relaciones sociales de poder y género, rompiendo como los dominios exclusivos masculinos y heteronormativos.

El aspecto antidemocrático tiene que ver con la alianza entre sectores económicos que se apropian de discursos fundamentalistas cristianos como recurso para defender sus intereses. En este sentido, la Biblia ocupa un lugar importante.

El nuevo avance global del cristianismo fundamentalista toma la Biblia como la Reserva Moral de Occidente contra otros modos de fe, fuera del alcance de la influencia del cristianismo/capitalismo occidental del Atlántico Norte. La Biblia, termina siendo una referencia por encima de la historia, la geografía y los conflictos… una unanimidad casi incuestionable capaz de crear núcleos de significado transnacional, como lo que vemos en el carácter «globalizado» de la lucha contra la llamada «ideología de género».

El fundamentalismo religioso es otra ventaja del mismo proceso de fundamentalismo económico cuyo objetivo es la preservación del capitalismo como forma de organizar la vida, y el mantenimiento antidemocrático de las desigualdades esenciales para los procesos de explotación y endeudamiento. El fundamentalismo es una forma de ordenar el mundo y las relaciones, reclamando un lugar de resolución por encima de la sociedad y sus problemas, pretendiendo ser un eje de estabilidad y verdad que disciplina todo. Fuera de nosotros, por encima de nosotros, habría una esfera de certeza supuestamente infalible que regula y legisla, que establece las normas y estándares que solo piden ser obedecidos. ¡El fundamentalismo es, pues, la interrupción de la interpretación!

El uso equivocado del término «ideología» por parte de sectores conservadores/fundamentalistas se basa en la suspensión de la interpretación como tarea de la cultura, y una reducción de procesos y resoluciones en conceptos estrechos que esconden los verdaderos intereses de mantener estructuras y contener cambios en el tejido social. El uso de la «ideología» para referirse al género tiene una función retórica significativa, al diferenciar las relaciones de género de la realidad y sus estructuras, y ubicarlas dentro del ámbito de las creencias e ideas.

Con este desplazamiento, el discurso y la intervención conservador — fundamentalista, al mismo tiempo, quiere deslegitimar el esfuerzo teórico y la producción de conocimiento de los estudios de género — tanto en el campo de la biología, de la medicina, la educación y las ciencias humanas, como también en el derecho y la filosofía — y también deslegitimarnos con los viejos procesos que enfrentan las desigualdades sociales y sus mecanismos de producción y reproducción de la pobreza, el racismo y el sexismo que se expresan en las luchas políticas, sindicales, comunitarias y populares como continuación de la ideología marxista. Más específicamente, la «ideología de género» proporciona coherencia a dos temas con los que la Iglesia tiene una larga historia de lucha: el tema de las mujeres, por un lado, y el tema de la orientación sexual, por el otro.

2. El grito profético de comunidades de Teologías Feministas en Brasil.

Los ataques de los sectores fundamentalistas del cristianismo en la cruzada contra la «ideología de género» no deben ser considerados como algo extraño o inesperado en el ámbito religioso cristiano, sino que, por el contrario, son posibilidades reales dentro del repertorio narrativo y el imaginario religioso disponible a lo largo de la historia. Y debe ser visto como un movimiento de reacción a varios movimientos y lecturas de otros cristianismos de liberación.

El fundamentalismo religioso pretende ordenar el mundo y sus relaciones colocándose en un lugar por encima de la sociedad y sus preguntas; establecer un eje de estabilidad y verdad que disciplina todo y toda la historia, inventando una esfera de certezas, supuestamente infalibles, que regula y legisla, que establece las normas y estándares que solo piden ser obedecidos. ¡El fundamentalismo es, pues, la paralización de la interpretación! (Nancy Cardoso).

¡Frente a estos procesos de silenciar voces, interpretaciones, conceptos, cuerpos, deseos dentro del cristianismo-político-institucional, comunidades de fe y mujeres cristianas y feministas gritan por sus libertades! Vuelven a la Biblia como el punto clave de su liberación, abrazando la fe como un poder para las luchas por la igualdad y la dignidad de la vida de las mujeres en Brasil. La lectura popular y feminista de la Biblia ha sido herramienta importante para las mujeres y las comunidades religiosas que buscan construir un proyecto de resistencia. Las comunidades religiosas, las iglesias locales son importantes espacios de resistencia. Por lo tanto, es necesario que la teología feminista llegue a los espacios de las iglesias locales. Es por ello que una red de mujeres, pluralmente poderosas, se ha puesto a disposición para construir la iglesia como un espacio acogedor para las mujeres. Es imposible pensar en un Brasil feminista sin mujeres pobres que busquen refugio en la religión. Excluir la experiencia de la fe es un error que la izquierda brasileña ha cometido durante mucho tiempo, un error que nunca más se puede repetir.

Las prácticas comunitarias y teologías feministas son gritos. Gritos de protesta que pretenden enfrentar la violencia normativa que afecta a mujeres y grupos disidentes sexuales en todo el mundo. Gritos de denuncia de la opresión social y religiosa que están bajo los cuerpos, imponiendo reglas y normas de cómo ser, vestir y comportarse. Pero también son gritos de placer, de éxtasis religioso, de hacer. «La teología pone placer, porque es bueno, porque libera y dignifica la vida». (Nancy Cardoso).

Como forma de confrontación a los fundamentalismos, las teologías feministas nacen en comunidades y grupos, dentro y fuera de los límites institucionales de las iglesias.

Grupo Flor de Manacá e Iglesia Bautista Pinheiro (IBP)

La práctica comunitaria de la Lectura Popular y Feminista de la Biblia en la IBP, iniciada a partir de un grupo de mujeres que comienzan un proceso de lectura de la Biblia desde una perspectiva de género y feminista, llevó a repensar los métodos y lentes utilizados para leer la Biblia. Según Elsa Tamez, «la Biblia interpretada patriarcalmente ha sido una fuente de legitimidad para marginar a las mujeres de la Iglesia y la Teología». Sin embargo, la misma Biblia, releída a través de otras perspectivas hermenéuticas, puede ser una fuente de liberación para muchas personas y grupos dentro de las iglesias, incluidas las mujeres. En el caso de la Iglesia Bautista Pinheiro, la reorientación de la práctica comunitaria en términos de hermenéutica bíblica causó, junto con otros procesos comunitarios, rupturas importantes con los modelos y discursos patriarcales, lo que resultó en una reconfiguración del género en el discurso, y en la práctica comunitaria de IBP en relación con las mujeres y otros grupos marginados en la eclesiología patriarcal.

La práctica pedagógica de una gran parte de las iglesias bautistas brasileñas ha estado marcada por la reproducción sistemática de contenidos prefabricados, sin ninguna articulación con los grandes dilemas sociales, políticos y culturales de sus respectivos contextos. El uso de la Biblia casi siempre tiene como objetivo reforzar las antiguas posiciones doctrinales internas, así como refutar las teologías y prácticas religiosas distintas de las suyas.

Al adoptar la Lectura Popular y Feminista de la Biblia, en su práctica pedagógica, el Grupo Flor de Manacá inaugura en la IBP una nueva posibilidad de relación con la Biblia, marcada por una mayor participación popular, y una relación directa con los dilemas enfrentados en la vida cotidiana de las personas que viven en estas comunidades. En lugar de apropiaciones verticales y no participativas, esta nueva forma de hermenéutica bíblica privilegia a la comunidad en su papel de sujeto de reflexión teológica.

A partir de este trabajo, floreció el Grupo Flor de Manacá, que comenzó a desarrollar una práctica comunitaria de lectura popular y feminista de la Biblia, que permitió el acceso a una nueva experiencia de hermenéutica bíblica, provocando la deconstrucción de lecturas patriarcales de la hermenéutica bautista. La lectura de la Biblia de La Flor de Manacá se refractó en toda la Iglesia, en la forma en que las personas y los grupos comenzaron a leer la Biblia de manera comunitaria. Por lo tanto, la Lectura Popular y Feminista de la Biblia fue fundamental y sustentó todos los debates bíblicos, teológicos y eclesiásticos que la Iglesia ha enfrentado en los últimos diez años, como la igualdad racial y de género, la teorización de las mujeres al Ministerio Pastoral, los debates sobre género y masculinidades entre los hombres, la decisión comunitaria de bautismos de personas homosexuales. Estos temas fueron atravesados por esta nueva manera de leer la Biblia, consecuentemente, con esta nueva forma de ser de la Iglesia en el desafío de leer los textos sagrados, lo que resultó en reconfiguraciones de género en la comunidad de la IBP.

Los grupos y resistencias de las teologías feministas en Brasil

Las teologías feministas son como un río de resistencia, que riega la espiritualidad y alimenta la lucha social. Hay muchos movimientos que surgen en Brasil, movimientos que pulsan la vida, que rescatan la dignidad de las mujeres y combaten la violencia múltiple que se impone bajo los cuerpos de las mujeres. En este tema se presentarán brevemente algunos de esos movimientos, sus luchas y sus gritos proféticos.

Proyecto Redomas: Una plataforma de alto nivel, diseñada y creada por mujeres cristianas, que contiene textos, podcasts, estudios bíblicos, material de apoyo, arte producido por mujeres para dar voz, problematizar y denunciar la violencia que se comete y naturaliza dentro del espacio religioso.

Red de Mujeres Negras Evangélicas: La red se crea a partir de las preocupaciones de las mujeres negras evangélicas en el contexto del cristianismo brasileño actual. El desempeño de la red tiene como objetivo fortalecer las luchas y actividades con el protagonismo de las mujeres evangélicas negras en diferentes frentes de luchas sociales. También se centra en acercar la fe y sensibilizar a las mujeres negras evangélicas, desde las capas más vulnerables, hasta los temas de derechos humanos y sociales y justicia racial en suelo brasileño.

Colectivo Voces Marías: Es una organización de mujeres cristianas que trabajan profesionalmente en la promoción de la justicia y la igualdad de género y en la confrontación de la violencia doméstica contra las mujeres. Su base de valores éticos busca inspiración y centralidad en el Evangelio de Jesucristo, abordando estudios de género y políticas públicas para las mujeres. Abordan la trayectoria de fe y militancia de las mujeres evangélicas para la defensa de los derechos, desde el diálogo y la influencia de la pedagogía crítica y la teología bíblica feminista, además de las experiencias personales de superación de violencias ejercidas contra las mujeres.

Evangélicos por la Igualdad de Género (EIG): La EIG es un grupo de mujeres, que trabajan en todo Brasil, trabajando en el eje correcto de la lucha contra la violencia hacia las mujeres, ya sea en el espacio doméstico, el trabajo y en las iglesias. Se acercan, en particular, a las mujeres pentecostales y neo-pentecostales, compartiendo experiencias con otras mujeres cristianas. Operan en comunidades religiosas, movimientos sociales, eventos interreligiosos, etcétera.

Frente Evangélico por la Legalización del Aborto (FEPLA): La FEPLA se enfoca en el diálogo con las iglesias evangélicas con los temas de fe y derechos reproductivos, justicia de género, derechos humanos y combate a la violencia contra las mujeres en un espacio de fe. Entienden que la fe las hace luchar por una vida digna para las mujeres, y que los discursos religiosos no pueden ser utilizados para promover la muerte y el dominio de las mujeres, ya sea en el ámbito religioso o secular.

Católicas por el Derecho a Decidir — Brasil: La Organización No Gubernamental, presente en varios países, se basa en prácticas y teorías feministas con el objetivo de promover cambios sociales, culturales y religiosos. Las actividades se centran en la igualdad entre los géneros dentro de la Iglesia Católica Apostólica Romana, así como en la autonomía del cuerpo de la mujer más allá del Estado y la Iglesia. También abordan actividades para los jóvenes, el movimiento de mujeres negras y los movimientos LGBTI+, promoviendo la conciencia de los derechos sexuales y reproductivos de las mujeres.

Estas mujeres, estos movimientos, rehacen la teología del cuerpo, de la sexualidad, de la vida cotidiana. Cosen nuevos significados a temas ya conocidos. Y buscan el diálogo con hermanas de fe y cuerpo, que están marcadas por una religión que castra la sexualidad. Gritan la buena nueva resurrección de los cuerpos, que abarca su integralidad, sus deseos y pasiones. ¡La muerte no tiene la última palabra! Creen en la resurrección del cuerpo en la actualidad, y pasan por políticas de derechos para la vida plena de todas las mujeres.

Consideraciones finales

Pensar en la categoría de género como ideología es una maniobra para eliminar la diversidad y el pluralismo metodológico, con el fin de mantener estabilizadas las voces del poder, y por ende descarrilar la voz y la acción de los «subordinados» . Las acciones misóginas y antidemocráticas han marcado este período oscuro de la historia de Brasil, apoyado y testificado por discursos religiosos fundamentalistas que promueven el dominio y la disciplina de los pueblos, ordenando el mundo de manera sumisa al Estado y la Religión controladores.

La modernidad ha prometido silenciar la religión, pero el siglo XXI contradice esta promesa y expande cada vez más la presencia y la intromisión de la religión en el Estado y la política. Retomar los estudios críticos de la religión en diálogo con otras disciplinas será fundamental para entender el fenómeno de los fundamentalismos, pero también para profundizar sobre la democracia que queremos, desde una perspectiva plena de estado laico y un cristianismo no fundamentalista, pero libertario.

¡Las confrontaciones tienen lugar a partir de nuevos idiomas, nuevas lecturas y una interpretación libre del cuerpo! Con las mujeres bíblicas, con las activistas, con los teólogos, con los biblistas, alzamos nuestro grito ancestral por la libertad de los cuerpos, las mentes, los deseos. El trabajo colectivo está en cada mujer que debate, que ensucia sus manos con tierra y sus pies en la construcción, que cultiva una sociedad igualitaria y justa. ¡Sociedad donde ya no hay lugar para falacias como la «ideología de género», sino más bien para la justicia de género, sexual y racial!

Bueno, ¡vamos a seguir adelante y vamos a seguir gritando!

*Odja Barros es Pastora bautista y teóloga feminista. Sirve en el equipo pastoral de la Iglesia Bautista de Pinheiro (Maceió-AL) desde 1993. Doctora en Teología por la Escuela Superior de Teología (2019). Graduada en Pedagogía por la Universidad Federal de Alagoas (2001). Especialista en asesoría bíblica y máster en Teología por la Escuela Superior de Teología (2010). Biblista popular y asesora de lectura popular de la Biblia por el Centro de Estudios Bíblicos (CEBI). Coordinadora del grupo de lectura feminista de la Biblia «Flor de Manacá». En 2020 lanzó el libro «Flores que rompem raízes: Leitura Feminista da Bíblia», por la editorial Recriar.

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