Mapalé, ¿la imagen linda de Colombia?
Resistencia musical
¿Qué piensa cuando escucha mapalé? ¿Sabe de dónde viene esta importante y enérgica danza? El mapalé marcó la historia de la imagen que Colombia quiso mostrar a lo largo y ancho del territorio y a otros lugares del mundo. Por medio del movimiento de cadera, gestado en las negritudes esclavizadas que llegaron a la costa Caribe colombiana, este baile fue exportado como la imagen linda del país.
El aguante del “mapalé”
El “mapalé” se conoce hoy en día como una danza y un ritmo musical que caracteriza a Colombia como Nación. Sin embargo, hay diferentes interpretaciones del origen de su nombre. Algunos han hablado del mapalé como un pez que, al sacarlo del agua, realizaba movimientos fuertes en su afán por sobrevivir. Este movimiento es el que los pescadores traspasaron a sus cuerpos al momento de bailar y expresar, por medio de la danza, sus pensamientos y emociones durante la época de la Colonia.
El filólogo, sociólogo y folclorista, Abraham Cáceres cuenta otra versión, diciendo que “la palabra mapalé es de origen africano y con esta se define el acto sexual. Al ver el pez moviéndose, los ancestros comenzaron a decir que parecía que estuviera haciendo mapalé”. En cualquiera de los dos casos, haya sido la adaptación del movimiento del pez hacia el cuerpo humano o viceversa, esto refuerza la idea de que el mapalé se construyó durante el llamado “periodo colonial”, entre 1550 y 1810, en la Costa Atlántica del país.
Esta época corresponde al periodo de la esclavitud que se dio con la “traída” de negros africanos hacia Colombia por parte de los españoles, en medio de grandes embarcaciones que llegaban al puerto marítimo de Cartagena de Indias. Los esclavos eran en su mayoría provenientes de la familia africana Bantú, oriundos de los territorios que hoy se conocen como Camerún, Gabón, Angola y República Democrática del Congo.
Su condición de esclavos los impulsó a encontrar espacios y tiempos, especialmente, en las noches, donde pudieran reunirse con sus familiares y amigos por medio del canto y la danza. Así construyeron un espacio de inclusión, donde no sólo creaban instantes de resistencia, sino también de preservación de su propia cultura, arrebatada por la esclavitud.
La imagen linda de Colombia
El tiempo avanzó y con este la necesidad de dejar la segregación a un lado. Las negritudes de San Basilio de Palenque, por medio de la danza y gracias a su cercanía geográfica con Cartagena, comenzaron a tomar un papel protagónico dentro del escenario nacional, relacionado con la idea de la “afrocolombianidad” como representación del país. Esto provocó que las costumbres que tenían las comunidades afrocolombianas tomaran lugar dentro de la cultura colombiana, convirtiendo al mapalé en “la imagen linda de Colombia”.
El lugar que empezó a ocupar el mapalé se dio gracias a la unión de diferentes sectores culturales, que convirtieron al mapalé en una expresión artística en la que podría verse reflejado todo un país. El mismo país que había aceptado la idea del mestizaje y que, ahora, podría bailar y cantar “Prende la vela”, frente al mundo. Prende la vela, la icónica composición del músico e intérprete colombiano Lucho Bermúdez, fue creada en los años 40 y replicada en otros países como México y Cuba, y utilizada a manera de conga dentro de la película mexicana Pasiones Tormentosas de 1945. Además, utilizando la composición del maestro Lucho Bermúdez, la bailarina, coreógrafa y fundadora del Ballet de Colombia, Sonia Osorio, asentó el mapalé como una danza predilecta de los colombianos, reforzando esa idea de -la imagen linda de Colombia-, a través de la ejecución de movimientos por sus bailarines con cuerpos vigorosos, tonificados y admirables.
Así, el mapalé ejecutado por negros esclavos, y sus descendientes “libres” después de la época de la Colonia en Palenque, comenzó a ser visible en grandes escenarios como el Reinado de Belleza Nacional (celebrado en esa misma Cartagena de Indias a donde llegaban las embarcaciones desde África). Esta era una Colombia que podía celebrar, sin importar el color de piel, una danza gestada en las negritudes y que ahora servía como espectáculo y entretenimiento de las grandes élites.
Esta celebración del mapalé solo podría darse en esos espacios donde la danza servía de entretenimiento. La Colombia mestiza comenzó a mostrarse como una apariencia ya que en los encuentros donde se atendía al espectáculo, aparentemente negros y blancos gozaban de los mismos espacios, aunque en realidad esa relación se construyó, desde un inicio, de manera vertical en todas las esferas sociales.
El mapalé hoy en día
Claro está que, aunque el legado que han dejado los negros esclavos a sus descendientes se ha visto modificado por aspectos como la geografía, la economía, y, por supuesto, su contexto racial, esta danza permanece en comunidades como la de San Basilio de Palenque, por el proceso al que se ha visto expuesto el cuerpo. Es decir, por la violencia física en la época de la Colonia, pero también por la resiliencia que crearon como comunidad negra y esclava a través del movimiento bailado.
El mapalé es una danza que se distingue por su fuerza, su impulso pélvico y su expresividad exagerada, reforzada en los saltos, los giros y las ondulaciones que caracterizan al movimiento. Una expresión de “sacudida”, tal como la del pez fuera del mar, saltos relacionados con las acciones que debían hacer los esclavos al momento de pasar el látigo cerca a sus pies. Son movimientos que se mantienen en estas comunidades y en las que no vivieron ni de cerca ni de lejos la esclavitud, es decir, en las comunidades que utilizan el mapalé dentro de sus celebraciones o con bailarines que aprenden la técnica en escuelas y compañías de danza.
Los movimientos pueden aprenderse, la altura en el salto y la calidad de los giros se puede mejorar, pero resulta más importante aprender la tradición (si es que es posible aprenderla) y cuestionarse el por qué se baila y desde dónde se hace. Da lo mismo si es como asistente al Carnaval de Barranquilla, o como bailarín profesional en una gala de danza.
Lo cierto es que el mapalé marcó una brecha en la historia de la imagen que Colombia quiso exportar a otros lugares del mundo por medio del movimiento de cadera. Un movimiento gestado en las negritudes esclavizadas que llegaron a la costa Caribe colombiana y que fue mostrado como la imagen linda de la Nación. Ahora, cuando ponga mapalé en una celebración, además de divertirse y sudar, piense en su historia y en la importancia de hacer memoria a través del movimiento.
Autoría: Andrea Carolina Saavedra C.