Carta a mis camaradas sobre San Isidro

Miguel Alejandro Hayes
La Trinchera ahora
Published in
4 min readNov 25, 2020

Por: Carlos Ávila Villamar

Esta lista improvisada de cuestiones no puede ser contra argumentada con algún deber patrio trascendental (hablar de a pesar de todo honrar la sangre de los caídos o cosas por el estilo), ya que: 1) nadie sabe lo que los caídos pensarían acerca del gobierno actual o de muchas de sus medidas, utilizar fuera de contexto frases de los independentistas decimonónicos en su correspondencia (a menudo militar) en el terreno político contemporáneo resulta absurdo, y creer que las muertes en nombre de la liberación de Angola tienen algo que ver con la expansión del sistema hotelero militar cubano resulta o idiota u oportunista, 2) que muchas personas caigan por una causa no significa que necesariamente esa causa sea válida, o que sea eterna y universalmente válida en cualquier contexto, 3) que una persona viva utilice el discurso exacto de una persona muerta y se proclame su encarnación no significa que constituya su continuadora, de hecho hace sospechar a cualquier persona inteligente que se trata o de un ejercicio de demagogia o de una terrible falta de originalidad y por tanto de auténtica capacidad de liderazgo, 4) hay un número considerable de personas que participaron en la lucha contra Batista, o en Girón, o en Angola, que no murieron y que hoy se muestran distantes del gobierno, aunque desde luego los medios nacionales jamás los visibilicen.

La definición contemporánea de revolucionario sintetiza dos legados: uno del siglo diecinueve y otro del siglo veinte. El primero, el nacionalismo, eco del pensamiento romántico europeo, que produjo una primera guerra que nunca contó con el apoyo mayoritario de la población local, y con una segunda que tampoco (pero que contó con un inventor de la nacionalidad, llamado José Martí). El segundo, el comunismo, que el nuevo gobierno revolucionario declaró a posteriori (apoyado en su incuestionable carisma). Los detalles de ambos legados suelen ser obviados en favor de una visión triunfalista que no cuestione los múltiples disparates y absurdos en los que ha caído una revolución cada vez más fragmentada, debilitada y corrompida. Los líderes comunistas no solo suelen saber muy poco de la historia de la independencia cubana en toda su complejidad (leen manuales parcializados, en el mejor de los casos), lo paradójico resulta que no han leído libros sobre comunismo tampoco. Son o hipócritas, o incapaces, o gente inteligente y honesta que ha sido secuestrada por el sistema: las marchas, las conmemoraciones y la emisión constante de propaganda en las redes sociales ocupan todo su tiempo, y la dinámica de trabajo los obliga a enajenarse y a solo hablar con personas de su círculo, el sistema les facilita vacaciones en áreas especiales a las que solo van cuadros, proceso similar al que enajena a los militares cubanos de las necesidades más urgentes de la población civil. Creen saber que la situación que enfrentamos es difícil, pero realmente no lo saben. Y la arquitectura de su entorno está milimétricamente pensada para que no lo sepan nunca, y para que crean que su minoría constituye mayoría.

Me da mucha gracia que alguien que ha pasado su vida entre cursos de superación de cuadros y congresos de la UJC me haya dicho, ante mi argumento de que la mayoría de las personas de mi edad que conozco desaprueban al gobierno, que mi visión de lo que constituye la opinión pública de estudiantes y egresados universitarios está sesgada. Por varias razones, conozco personas de los más variados municipios de La Habana y de diversas provincias, que han estudiado toda clase de carreras y que tienen formas de pensar por completo distintas, y en ellas la posición predominante (mientras se encuentran en Cuba) es de un silencioso desprecio por el gobierno, que se hace público una vez que salen y no temen ser expulsados del centro de estudio o trabajo. No conozco solo a personas que van a la Embajada de Noruega, como quizás alguien que no me conozca pueda pensar. Me queda absolutamente claro que La Habana y Cuba (soy holguinero, por cierto) son más grandes que el estrecho círculo de cineastas, fotógrafos, periodistas independientes e influencers que tratan de venderse como la voz de una generación.

Tomado del blog del autor

También le puede interesar

huelga de hambre en San Isidro, huelga de hambre en San Isidro, huelga de hambre en San Isidro, huelga de hambre en San Isidro, huelga de hambre en San Isidro

Originally published at https://www.desdetutrinchera.com on November 25, 2020.

--

--