El contexto importa. Inflación y tasas de cambio
¿Inflación o aumento productivo con una nueva tasa de cambio?
Por: Miguel Alejandro Hayes
La teoría cuantitativa del dinero
La teoría cuantitativa del dinero dice que, en una economía, si aumenta la masa monetaria en circulación sin aumentar la cantidad de mercancías, subirán los precios. Eso viene diciendo, esencialmente, al menos desde el siglo XVI.
Interpretaciones posteriores han hecho que dicha teoría sirva de comodín para posicionarse en contra de la emisión monetaria, alegando, como es de esperar, un aumento de precios y procesos inflacionarios como posible resultado.
En cambio, en el corto plazo, se probó una política monetaria expansiva (emisión de dinero) que sirvió de modelo de gestión triunfante a la crisis de 1929. Si se tiene en cuenta que ese corto plazo mencionado fue de unos 30 años en algunas economías, se puede hablar de cierta eficiencia en el uso de la emisión (al menos en determinado contexto).
Por un principio propio del positivismo, lo anterior basta para demostrar que la teoría cuantitativa clásica, o más bien la manera de interpretarla y usarla, contiene un error.
Es decir, repetir mecánicamente que aumentar la circulación monetaria traerá un aumento de los precios, es una equivocación científica demostrada, como en el ejemplo mencionado.
El hecho de que una parte significativa de la academia lo acepte de esa manera, constituye más bien un prejuicio, una suerte de sentido común, o en pocas palabras un dogma, que reproduce un esquema como universal.
Por su parte, como todo buen planteamiento, la teoría cuantitativa dice todo que lo que tiene que decir, lo otro queda por los lectores y estudiosos. Me sitúo entonces en la primera formulación que he rastreado, en el siglo XVI, en la llamada escuela de Salamanca.
Hablamos de una época en donde la expansión geográfica del capitalismo (lógica productiva del capitalismo) no era significativa. Feudos, burgos, comerciantes, usureros, pero jamás ciclos de capital que pudieran arrastrar la economía.
Es en ese contexto, todo el dinero va al baúl, o al consumo, o a la usura. El hecho de no estar aún enmarcados en el capitalismo hace que esas sociedades feudales no tuvieran la capacidad de invertir y generar ciclos productivos contratando fuerza de trabajo. Las relaciones económicas estaban todavía atadas a las costumbres, la religión, la tradición, etc. En pocas palabras, no había bienes de capital, ni capital. La producción podía aumentar por dinámicas de relaciones de vasallaje, o religiosas, más que por dinero. Hablamos de una época en donde las crisis eran (causadas) de subproducción, de incapacidad para producir. La prueba mayor fueron los efectos inflacionarios de traer oro del nuevo mundo a España.
El dinero no era el elemento central que servía para armar ciclos productivos.
El capitalismo. Contextualizar
Ya para las crisis típicas del capitalismo, el detonante es una sobreproducción, seguida por una subproducción. El punto real, perceptible, de la crisis, es la caída de empleos, salarios, etc. Todo, por supuesto, con una caída de las inversiones. Es decir, las crisis del capitalismo llegan a un punto de depresión, dígase contracción, de las dimensiones de los ciclos económicos.
Sin embargo, en estos contextos específicos, la economía no es feudal. Por tanto, el hilo conductor del ciclo (ya hay ciclo económico), su punto inicial, sí es el dinero. Para el caso de la salida a la crisis del 29, se pueden mencionar algunos elementos a tomar en cuenta.
Las políticas macroeconómicas de respuesta a la crisis (medidas anticrisis) se comenzaron a aplicar en el año 1938. En el contexto previo, las capacidades productivas de la sociedad norteamericana (trabajadores, terrenos, tecnologías, etc.) se estaban subempleando. La presencia del dinero, mezclado con mecanismos fiscales que aumentan la eficacia marginal del capital, fue un incentivo para reanimar la economía. Esta vez, el dinero puede ser un préstamo, una inversión para comprar maquinaria, contratar fuerza de trabajo, etc., y generar ciclos y expansión de la economía.
En pocas palabras, en un contexto donde los ciclos productivos se ajustan a la lógica de producción capitalista (hablamos de economía, no de etiquetas de la geopolítica y la enajenada ideología política), y las capacidades productivas se subemplean, el aumento de la circulación de dinero se puede direccionar, esta vez hacia la inversión, a convertirse en capital, y no hacia el consumo de bienes y servicios. Claro, poner el dinero en inversión al capital industrial es también apostar por el consumo. Si va a la primera, hace crecer la economía; si va a lo segundo, genera inflación.
Esto también ayuda a comprender que, en lugares donde las capacidades productivas están empleadas a altos niveles (que topan con el máximo de sus capacidades), o existen grandes barreras legales o naturales a muchos sectores, es decir, la expansión de la producción social está limitada por su propia capacidad de hacerlo (de que el tejido del capital crezca sobre sí mismo), imprimir dinero no es solución.
Reformulando la proposición analítica a la lectura de la teoría cuantitativa: el aumento de la masa monetaria trae un aumento de los precios, siempre y cuando este no se revierta en un aumento de la producción. Es decir, todo depende de cómo se internalice y se estructuralice el aumento monetario, lo que depende de las condiciones previas de la economía y las prácticas específicas que acompañen la expansión monetaria. Por ejemplo, un aumento de dinero no puede ser el inicio de un ciclo productivo en el sector de la alta tecnología allí donde no se tiene acceso a la tecnología necesaria, o al personal capacitado, o se tienen restricciones legales o tasas impositivas que le afectan.
El caso cubano
Las particularidades de la economía cubana no se encontrarían en ningún libro de economía convencional. De ahí la necesidad de basar en ella sus propias cualidades y determinaciones lógicas.
En el caso de la economía cubana, tenemos, entre otras determinaciones, que:
- La subproducción como cualidad y fundamento.
- No están explotadas al máximo todas las capacidades productivas (tierras ociosas, mano de obra subempleada, know-how e iniciativas de emprendimiento privadas y estatales limitadas por un marco regulatorio.
- El estado tiene control sobre la emisión de moneda.
- El estado tiene el control sobre el ecosistema jurídico que envuelve la economía, incluso sobre la legalidad de algunos precios en el sector estatal.
- Existen muchas reglas de juego que dificultan el desenvolvimiento eficiente de agentes de la economía, ya sea privados o estatales.
- El capital, privado y estatal, no ha cubierto toda la demanda (escasez).
Todo ello condiciona que, a partir de la tasa de cambio resultante del proceso de reordenamiento monetario en Cuba, se pueda aplicar una política monetaria expansiva acompañada de políticas fiscales y de otro tipo que generen una expansión del ciclo económico.
La expansión monetaria puede representar una fuente de liquidez que serviría de punto de partida para generar ciclos productivos. Como sería el caso para el sector privado ya establecido y uno posible que emerja. Lo que no excluye a las empresas estatales y militares.
Los sectores estratégicos para un mejor desempeño de la economía (como puede ser la producción de alimentos) se pueden estimular a través de facilidades fiscales, impositivas, y hasta de prioridad en la gestión, o incluso con mecanismos extraeconómicos. Es decir, si el aumento de circulante se concentra en los bienes de capital, y estos en los sectores que más pudieran garantizar un aumento potencial de la demanda y la oferta (por ejemplo, la producción de alimentos y encadenamientos derivados), el resultado jamás sería un proceso inflacionario.
Es ahí en donde juega su papel la tasa de cambio resultante de la unificación. Si esta llega a representar un aumento del circulante, digamos una tasa igual o mayor que la mayor actual, el dónde se concentre la mayor cantidad de dinero resulta clave. La mayor concentración de dinero en Cuba recae[1] en manos del estado y del sector privado (una parte de este).
Es decir, no será la mayoría de los ciudadanos de a pie quienes concentren la mayor cantidad de CUC para cambiarlo. De tenerlos, tal vez ni haría falta la unificación, ni estaría pensando este texto, por así decirlo.
Entonces, si la concentración de dinero cayera esencialmente en manos de privados y del estado, que son justamente los que tienen las mayores facilidades para hacer un ciclo productivo (juntar medios de producción y fuerza de trabajo), una tasa de cambio que genere una expansión monetaria sería un paso favorable. Ello, si se emplean políticas fiscales y mecanismos según se mencionó antes en estas líneas.
Lo cual llevaría acciones tan clásicas como un estado que se dedique a crear entornos favorables (la función del estado según Adam Smith) a la inversión específica privada y estatal en los sectores considerados necesarios, estratégicos, etc. Hay suficiente teoría y experiencia económica para hacerlo.
Lo que lleva a concluir que se debe pensar la política monetaria y sus límites, en el marco de su interacción con políticas fiscales y políticas económicas en general, según las condiciones reales de la economía para soportar una expansión productiva, y la existencia de los sujetos capaces de sostener esas acciones.
[1] Hagamos abstracción de artistas de renombre, deportistas y personalidades con mucho dinero, porque unos lo tienen en un banco, otros fuera de Cuba y, en cualquier caso, no tendrán ningún impacto sobre la circulación monetaria que incide en los precios.
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