El Papa Francisco no votaría por Donald Trump

Miguel Alejandro Hayes
La Trinchera ahora
Published in
3 min readOct 25, 2020

Por: Julio Pernús

Muchos coinciden en que el Papa Francisco tiene una gran sensibilidad política e histórica. Para no pocos, fue una diosidencia la publicación de su tercera encíclica, titulada Fratelli TuttiHermanos todos-, justo un mes antes de las elecciones presidenciales en Estados Unidos. Para el obispo de Roma es crucial intuir cómo la Iglesia se mueve en el contexto histórico actual, los signos de los tiempos. La tesis propuesta en este pequeño artículo bebe mucho de las lecturas y clases recibidas en La Habana del profesor y filósofo italiano, Massimo Borghesi, autor del libro Jorge Mario Bergoglio, una Biografía Intelectual, Dialéctica y Mística.

Para Francisco, la realidad es superior a la idea, y Trump ha demostrado con su mandato la prevalencia de un capitalismo liberal, de puro mercado, sin control, donde la ética liberal queda relegada a la mínima expresión. Esa filosofía que grita enriquezcámonos tiene la capacidad de aniquilar a la humanidad. El Papa lo ha afirmado varias veces: presenciamos el nacimiento de una nueva época, con signos tangibles de su irrupción en la historia desde la caída del muro de Berlín y tocada en la actualidad por una enfermedad global, la COVID-19.

El resultado de modos de proceder auto-referenciales, como el del actual presidente americano, apuesta por la supremacía de una sociedad sin vínculos, definida por el sociólogo polaco Bauman como una sociedad líquida. La globalización que pretenden imponer personas como Trump unifica al mundo en su diseñado modelo económico, pero lo fragmenta en su modelo social. Son esquemas de gobiernos hiperliberales, en que la economía sustituye tangiblemente a la política y la religión. El horizonte de mandatos como el del actual norteamericano es el triunfo del materialismo económico, y la felicidad coincide solo con el bienestar construido desde la riqueza.

El Papa Francisco ha notado los cambios negativos que viene dando la escena mundial desde la llegada de Donald Trump al poder. El país más poderoso del mundo tomó distancia del Acuerdo de París alcanzado para proteger del cambio climático; claramente el magnate americano no ha comprendido, quizás ni leído, la encíclica Laudato si. Trump, sin dar muchas explicaciones, decidió retirar a Estados Unidos del pacto nuclear con Irán, poniendo al mundo a temblar ante la inminencia de la reactivación de un conflicto atómico. En medio de la pandemia, donde se ha hablado de la importancia de navegar unidos en la búsqueda de una solución global, el multimillonario presidente decide abandonar la Organización Mundial de Salud, poniendo a circular la cultura del sálvese quien tenga. Detrás de cada uno de esos pasos está la destrucción de categorías claves como encuentro, fraternidad y amistad social.

Sé que desde Cuba, con la filosofía de ver al comunismo como el adversario principal de la Iglesia, intentar reflexionar sobre las elecciones de otro país, puede parecer surrealista. Pero conozco la importancia del voto católico en Estados Unidos y el peso de la comunidad católica cubano-americana en la Florida. De ahí la necesidad de reflexionar sobre lo mejor para la Iglesia, más allá del componente nacional. La antinomia entre el Papa Francisco y Donald Trump se sitúa sobre todo en la cosmovisión mundial de cada uno de estos líderes mundiales. Pues se sabe que el Papa Francisco ha rezado por Trump y que lo hace seguido por toda la humanidad, y también ha pedido al magnate que rece por él. Pero no tengo dudas de que, si en un macondiano universo, Bergoglio tuviese que depositar su voto, no lo haría por Donald Trump.

También le puede interesar

Originally published at https://www.desdetutrinchera.com on October 25, 2020.

--

--