“Hierro”, no te engavetes

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9 min readJan 28, 2020

Por: Alfredo Herrera
Argos Teatro trae una nueva obra. Inspirada en momentos de la vida de José Martí, Hierro llega al público con un aire fresco de la vida del más universal de los cubanos. Una suerte de presentación teatral que arremete contra los viejos paradigmas sobre Martí y lo tipifica como el ser humano que fue.
Cualquier concepto o idea del Martí que conocemos, del que hemos construido con el paso de la vida, sufrirá cambios después de acercarnos a esta puesta en escena. El vínculo que mantenemos con la figura del Apóstol está llamado a fortalecerse en los momentos de cambio y reformación socioeconómica que vive Cuba hoy.

…el mundo que vivió Martí no se parece en nada al actual.

El paso de los años difuminó los recuerdos que sus contemporáneos profesaban con orgullo. Ese Martí cercano, protagonista de anécdotas e historias llamativas desaparece inexorablemente. Las fórmulas para mantener su impronta y espíritu de cubano genuino devenido inmortal, han variado con la evolución de la sociedad. Carlos Celdrán nos da a beber la elipsis martiana en un formato tradicional como el teatro; medio imperecedero, trasciende épocas y apreciaciones.
La obra recrea momentos de la vida de José Martí entre los años 1885 y 1892. Con las nociones básicas de la historia que conocemos dibujamos un contexto determinando, pero el mundo que vivió Martí no se parece en nada al actual. Más de un siglo de desarrollo tecnológico trajeron como consecuencia una evolución apabullante de la humanidad. De ahí que la recreación material del entorno martiano es una tarea desafiante.
Omar Batista diseñó la gráfica y la escenografía. Una historia hilvanada con pequeños pasajes de la vida del apóstol cambia todo el tiempo de espacios y contextos; siempre en interiores. Para conjugar los cambios de contexto, y no perder tiempo en las tablas, se utilizaron piezas con uso variable de acuerdo a las circunstancias. Un sofá antiguo de corte burgués hacía de cama, de banco o de sofá. Una habitación siempre fue el escenario, el buró concurría como pedestal martiano y su pluma, similar a la erguida en el patio de la casa natal, era el símbolo del mito que llegó a nuestros días. Una escenografía sencilla para tiempos sencillos, acertada propuesta.
El vestuario se adecuaba a la época referida como un botón a su ojal. Carmen Zayas Bazán lucía en el vestir la esencia de su carácter, la caracterización de los personajes fue integral en este sentido. Martí fue la excepción. No era tremendamente elegante, sus prendas caían en la media de un caballero epocal, pero el verdadero José Julián era aún menos que eso. Aquella foto a cuerpo entero de 1891 en Jamaica delata la rotura de sus zapatos y la escualidez de sus ropas. Un desliz como este puede dañar seriamente cualquier construcción escénica que recree hechos históricos en un contexto determinado.

El esposo convertido en fantasma físico y monetario representó un problema para Carmen

En cuanto a la estetización social encontramos diversos signos denotativos de un momento histórico atrasado en materia de roles. La esposa de Martí era y solo debía ser eso, su esposa. La concepción que tenía del mundo la hacía reclamar mejoras económicas y más atención de parte de su marido. Las horas pasaban y ella no salía de la habitación, que por cierto era rentada; así tuvo que vivir Carmen Zayas en Nueva York. El esposo convertido en fantasma físico y monetario representó un problema para Carmen, faltaban más de 70 años para que el movimiento feminista reivindicara la posición de la mujer dentro de la sociedad.
En esta obra teatral hay una especie de cruzamiento entre el imaginario martiano. Por un lado, tenemos al líder aglutinador y en otra al ser humano pasional del adulterio que descuida a su familia. El primero es el clásico, el de los libros, el tuyo, y en alguna medida el nuestro; el segundo es el censurado, el clandestino que imaginamos, pero que no podemos adoptar. La figura mitificada del primero se ha abordado tanto que se ha calcinado. No ha sido un error cubano exclusivamente, de nuestras academias o decisores. La humanidad abandona o soslaya a sus personajes históricos constantemente debido a la construcción inhumana de los mismos. Si los paradigmas no se aterrizan en valores reales y se construyen versiones idílicas de la vida de alguien, por muy importante que sea ese alguien, deja de ser persona y pasa a ser un objeto.
Ahí radica el gran mérito de esta obra. Ilustra el antiguo conflicto del adulterio en la vida del más ilustre de los cubanos, no omite las características que lo engrandecieron y obtenemos una recreación natural y creíble de la vida martiana.
La música se empleó de manera fugaz en la puesta. Constituyó un elemento de transición de una escena a otra, más que un complemento del lenguaje escénico. Tuvo una esencia contemporánea para caracterizar una época moderna (finales del siglo XIX), digamos que funcionó; pero la pobreza de efectos sonoros para mostrar el bullicio de una ciudad que nacía como capital del mundo, dejó un vacío real en los oídos del público.

Los diálogos de Martí con sus mujeres fueron sencillos, sin ambages poéticos

La expresividad del personaje central, José Martí, interpretado por Caleb Casas, estuvo al margen de grandes gestos físicos que modelaran a un genio excéntrico y prepotente. Los diálogos de Martí con sus mujeres fueron sencillos, sin ambages poéticos que dilataran sus genialidades a las esferas más íntimas de su comportamiento. Sin embargo, cuando recibe la noticia del ataque de Collazo, el brigadier mambí, ahí sí se muestra todo. Primero reconoce y admite el derecho a expresarse del oficial cubano, y luego despliega argumentos inequívocos y elocuentes de la errada postura de su agresor.
Este comportamiento equilibrado del protagonista provocó que el público viera a su Héroe Nacional en la magnífica dimensión de hombre adelantado y patriota. A la vez, se vio real en el entorno personal, en colores, como un cubano más.

Argos Teatro construyó un posible universo de Martí y su íntimo círculo a partir de sucesos reales.

Carlos Celdrán pretende sospechar siquiera sus días y sus noches a través de hechos reales de la vida de Martí. Aunque suene raro a nuestros oídos el adulterio en Martí, el historiador de la Ciudad de Matanzas Ercilio Vento Canosa (doctor y profesor titular de la Universidad de Ciencias Médicas de Matanzas y especialista de segundo grado en Medicina Legal) tiene un libro publicado sobre la relación de José Martí y la familia Mantilla.
El doctor Ercilio posee evidencia científica y documental de la paternidad de José Martí sobre María Mantilla y de la relación sentimental que mantuvo el apóstol con Carmen Millares. Ignoro si Carlos Celdrán estaba al tanto de dichas evidencias, pero sí abordó el tema de la relación con Millares de manera explícita, y el de la paternidad de la niña estuvo implícitamente en la trama. El tratamiento de este y otros temas reales en escena, se produjo de forma simbólica porque no se tienen detalles de sus peleas con Carmen Zayas Bazán o de la conversación con el sicario que intentó envenenarlo, sin embargo, Argos Teatro construyó un posible universo de Martí y su íntimo círculo a partir de sucesos reales.
El diseño de luces estuvo en correspondencia con los escenarios recreados en la obra. Cada momento en la trama tenía a las luces como especias perfectas para lograr la expresividad intimista perseguida por el director. La luz que elegimos para verlo es la más íntima, la que alumbra apenas esos interiores de fin de siglo que lo arroparon en su fatiga y en su agonía personal.
Caleb Casas mostró al apóstol de la independencia de Cuba durante casi dos horas y no aburrió al público. La manera en que conjugó el texto y los gestos de un Martí que llegó a estar ebrio en escena, constituyó el código perfecto para transmitir la esencia del hombre que interpretó.
Existían dos bandos en pugna que delineaban la dramaturgia de la obra: el Martí inmenso que trascendió hasta nuestros días, y el que erró y compartió situaciones comunes en cualquier ser humano. Esa lucha constante quedó bien definida en Hierro.
El nombre viene del poema martiano llamado igual que el metal más famoso. Estos versos, devenidos en clásico trabalenguas para los estudiantes preuniversitarios, sirven de inspiración para una obra que llega a nosotros con mayor claridad.
Ganado tengo el pan: hágase el verso,
Y en su comercio dulce se ejercite,
La mano, que cual prófugo perdido
Entre oscuras malezas, o quien lleva
A rastra enorme peso, andaba ha poco
Sumas hilando y resolviendo cifras.

¿Qué se opone y lucha contra ese lado humano del Martí representado?

Tanto en el anterior fragmento del poema como en la obra, Martí tiene serios problemas económicos. Su mujer y su hijo viven alquilados con él en una habitación de mala muerte, ella le pide dinero para subsistir y el pobre no encuentra reparo para las demandas. Una cosa es leerlo en un libro y otra es ver la batalla con su mujer para mantener la paz en una casa sin pan. Eso lo humaniza, lo inserta en la mente y en la mesa del cubano de hoy.
Precisamente sus dotes de hombre extraordinario, regresemos al poema:
Mi mal es rudo; la ciudad lo encona;
Lo alivia el campo inmenso: ¡Otro más vasto
¡Lo aliviará mejor! — Y las oscuras
Tardes me atraen, cual si mi patria fuera
La dilatada sombra. ¡Oh verso amigo:
¡Muero de soledad, de amor me muero!
La ciudad extranjera es su guarida, el refugio escogido para rehacerse y hacer Cuba con todos y para el bien de todos. Mas en esa ciudad encuentra su tormento, la lejanía de los aires que lo impulsan es una pena fuerte que le cala hondo, Caleb Casas nos muestra ese Martí. Su amor desmedido por la perla de las Antillas le impide a veces pronunciar su nombre; canto de cuatro letras devenido en imán para los tabaqueros que lo siguen y le convirtieron en el alma de la revolución.
Martí se muestra guerrero contra sí mismo. Su cuerpo no le responde a las demandas del trabajo. Los mítines, la correspondencia y los compromisos editoriales hacen mella en un horario que no destina tiempo al sueño. Convaleciente y delirante aún por los efectos del veneno, Martí no quiere seguir recostado, debe aprovechar su tiempo en pos de la causa. Atenta contra su integridad como niño que llora por lo absurdo, no tiene sentido, pero se aferra y lucha por su objetivo, la libertad de Cuba.

…la misteriosa conversación de José Martí con el hombre que intentó matarlo

Esta concepción de la vida de Martí propuesta por Carlos Celdrán tiene un valor inestimable. Al mirar a simple vista detectamos el conflicto del romance con Carmen Millares devenido en adulterio, y vemos como este navega por las aguas de la obra con una velocidad ascendente. Llega al momento clímax cuando Zayas Bazán enfrenta al apóstol con los rumores circulantes, este calla, cambia de tema y trata de sortear el estallido de la bomba. Como si todas las peripecias de una vida en jaque no bastaran para sentirlo cercano, ahora esquiva a su mujer cuando esta lo encara con su cruda falta.

La profecía se cumplió y la historia dejó boquiabierto a todo el que la escuchó

El contrapunteo entre posturas terrenales como la anterior y la magnificencia de un ser sublime, se evidencia en un acontecimiento abordado en la obra y que la transversaliza como su definitivo hilo conductor: la misteriosa conversación de José Martí con el hombre que intentó matarlo.
El Apóstol (en la vida real) le pidió a este sujeto que nunca revelara los aspectos del intercambio que sostuvieron después del incidente del veneno. Al dejarlo ir, Martí respondió al reclamo de sus seguidores con una profecía: ese hombre limpiará el nombre de Cuba con su sangre. La profecía se cumplió y la historia dejó boquiabierto a todo el que la escuchó hasta nuestros días. El público de Argos Teatro no fue la excepción.
El hecho sucedió a pausas durante toda la obra, digamos que era la historia central paralela al adulterio. La posición que ocupa ese acontecimiento en la puesta y el broche de oro que hizo del final, evidencian de manera genial la doble intencionalidad de mostrar al gran Martí, el patriota que perdona a su asesino y al que desatiende a su esposa y le es infiel.
Una apuesta valiente la de Argos Teatro, nos cuenta Ercilio Vento. Su libro sobre Martí y los Mantilla no se ha podido publicar en Cuba. Es un tema tabú quitarle el velo de dios que encierra al Héroe Nacional de Cuba. Precisamente la modelación del ícono mitificado en libros sobrios y bustos de yeso y plástico, han alejado a José Martí del pueblo por el que tanto luchó. Hierro no debe ser material para gaveta, y sí ejemplo a seguir por los artistas cubanos.

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