Los caballeros y la vergüenza

Miguel Alejandro Hayes
La Trinchera ahora
Published in
2 min readOct 14, 2020

Por: Vivian Montané

Ayer Murillo salió a escena y desbarató la economía cubana. Parecía un caballero del Rey Arturo sentado en la silla prohibida de la gran mesa redonda. El gran sabio dando consejos y los demás boquiabiertos.

¿Tantos años para decir que lo hemos hecho mal, que la dualidad monetaria fue una locura, que se importaba más de lo que se producía a causa de este disparate financiero… y se dan cuenta hoy? ¿Dónde estaban todos ellos? ¿Quién pagará por tanto desastre?

¿No hay disculpas? ¿Para ellos no hay leyes ni sanciones? ¿Dónde estaban los directores de empresas que permitieron esto y nunca hablaron? ¿Los ministros de finanzas anteriores, los de economía, de comercio interior, del banco, de comercio exterior? ¿Dónde estaban los que tienen que decidir y han alargado este disparate hasta hoy?

¿Así no más? No lo acepto. Porque habría que despenalizar a tantos que con esfuerzo propio han violado las reglas para producir, crear riquezas locales cuando el sector estatal es incapaz de hacerlo. No lo acepto. Aquí los mortales de abajo siempre pagamos por nuestras equivocaciones. Muchos de los mortales de abajo no hemos podido soñar ni llevar a cabo proyectos porque siempre tropezaremos con la ilegalidad. Y es casi imposible. Los que lo han hecho atrevidamente tienen la anuencia divina o han tenido que arriesgarse a lo desconocido y engañar a la ley de alguna manera. Y pagan multas, sanciones, van presos, mientras los que no se atreven sobreviven a como dé lugar. ¿Y ellos, los caballeros, no? No lo acepto. Es imperdonable escuchar todo lo que ha dicho Murillo, y que no pase nada.

Es vergonzoso escuchar a estos caballeros en su mesa redonda dirigirse a este pueblo cansado, cuando la moral que emanan es tan dudosa.

Lo mínimo que se puede hacer, es ser honestos y disculparse. Y ocuparse de desenredar está madeja infinita de errores, apoyada por leyes insostenibles y absurdas.

No tenemos al Mago Merlín, pero esto es cosa de caballeros. Galahad tenía 15 años cuando se sentó en la silla prohibida de la mesa redonda del Rey Arturo. Deberíamos hacer lo mismo y dar paso a la nueva generación con ideas nuevas. Jóvenes que asuman la responsabilidad de ser parte de la transformación de la nueva Cuba. Una Cuba que quiere ser buena, que quiere ser próspera sin que se le tilde de ladrona. Una Cuba que lleva más de 60 años esperando al Santo Grial que no llega por su propia culpa y ceguera política.

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Originally published at https://www.desdetutrinchera.com on October 14, 2020.

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