¿Quién financia a La Trinchera? — La Trinchera
Por: Miguel Alejandro Hayes
No es un hecho aislado que me pregunten con qué dinero se sostiene La Trinchera (LT); como tampoco lo es el que le ocurra lo mismo a los colaboradores del proyecto. Son cuestionamientos “normales” en nuestra sociedad basada en el principio de la presunción de culpabilidad. De lo que deriva la nunca certera acusación de ser LT una plataforma financiada con dinero subversivo o de cambio de régimen.
No. LT es un proyecto que no recibe ningún dinero de nadie. Es un espacio virtual que se ha venido construyendo poco a poco y con el mismo mecanismo con el que muchos cubanos sobrevivimos: los favores. Tiene un dominio propio gracias a un familiar que, con el mayor deseo de colaborar, se gasta cada año 12 dólares norteamericanos en sostener desdetutrinchera.com.
LT se fue montando en la plataforma de WordPress gracias a la cuenta de internet que no empleaban dos estudiantes universitarios. Cada mes disponía de alrededor de 600 megas para ir trabajando en el sitio.
La primera plantilla empleada fue un fondo blanco con el logo a un costado y los textos en negro. Todo no solo muy básico, sino muy cheo. Por suerte, alquien que por razones desconocidas leía lo que se publicaba (nunca entendí de dónde salían los 15 clicks diarios) diseñó esa portada que aparece hoy y sugirió la plantilla actual.
También contribuyó todo aquel amigo o familiar al que de vez en cuando le pedía (en la era de los parques wifi) que cargara la cuenta nauta. Logré acumular casi una docena de horas para continuar el progreso. Mientras todo el mundo pedía recargas, yo pedía internet.
Pasito a pasito, descargando tutoriales en salas de navegación, con las horitas que raspaba y la cuota universitaria no consumida, en unos meses se pudo mantener en pie un blog que no leía nadie. Y con nadie, me refiero a nadie. Esos fueron los primeros seis meses.
Con la llegada de los datos la cosa mejoró. Un paquete de dos GB era toda la materia prima de la que disponía para, durante el mes que dura un paquete (no podía durar menos porque se jodía toda esa talla) ir publicando. Después de un largo periodo de fracaso estadístico, los datos propiciaban unas modestas 150 entradas diarias. Fue el inicio de una nueva etapa.
La programación pasó de las salas de navegación y la biblioteca de la UH, al móvil. Todo texto publicado se ponía desde un teléfono chino de marca poco conocida. Era mucho más cómodo, la verdad, pero con el cúmulo de trabajo que tributa a un buen posicionamiento en la web se hace casi imposible, y convierte al sitio en casi un fantasma. Y lo mucho que se necesita hacer en materia de ajustes y modificaciones, y cosas que no sé ni cómo se llaman, requieren una PC. Continúo pidiendo el favor de que alguien se conecte y me arregle algo (y claro, media docena de personas tiene la contraseña del administrador).
Hoy el escenario es más favorable. Superan las entradas en más de tres veces las del momento de la aparación de los datos. El bono de los paquetes ayuda a duplicar la cantidad de internet empleada. He cogido la manía de donde quiera que corra un poco de internet gratis, aprovechar y conectarme para hacer algún arreglito, porque siempre hay algo que hacer (organizar los textos por autores, mejorar alguna ilustración, agregar algo a la estructura que haga la plataforma más dinámica…).
El trabajo diario ha hecho que algunos se identifiquen con lo que se ofrece. Entonces deciden enviar sus colaboraciones, siempre como responsables de sus ideas y escribiendo del tema que desean y cuando desean. De ese modo se arma el colchón editorial que permite tener, al menos, siete textos semanales.
LT se programa en cualquier lugar. Depende del tiempo que tenga. Puede ser en una parada mientras llega la guagua (a veces, dentro de la guagua, acomodado en el acordeón, voy programando), puede ser en una reunión de amigos (saco el móvil de pronto y a montar un post), en un parque, mientras voy caminando, en una cola; y en cualquier momento.
Siempre estoy fajao. Con los marxistas cubanos, con economistas, con juristas, con artistas, con burócratas, con opositores, con culturosos de wikipedias, con becados en el exterior envalentonados por su excelso positivismo… No creo que el blog se sostenga por admiradores que tenga yo, que tampoco soy el que más publica. Sé que funciona porque gracias a sus colaboradores, toma vida un espacio que ofrece textos que llaman la atención de personas con ideas similares. Esa es la razón por la que se sigue en pie.
No. LT es un proyecto que no recibe ningún dinero de nadie. Es un espacio virtual que se ha ido construyendo poco a poco, y con el mismo mecanismo con el que muchos cubanos sobrevivimos: los favores.
Originally published at https://www.desdetutrinchera.com on March 31, 2020.