En este post final, me gustaría mostrar que también creían que el amor marital debe ser sexual. Ambos socios matrimoniales deben entregarse plenamente entre sí con alegría y exuberancia en una relación sexual sana marcada por la fidelidad. Reformadores como Martín Lutero, Ulrich Zwinglio y Juan Calvino restablecieron este aspecto del matrimonio al abandonar las nociones católicas romanas medievales de que el matrimonio era inferior al celibato que conducía a clases “religiosas” (clérigos, monjes, monjas) y profanas (laicos) de cristianos, que todo contacto sexual entre parejas matrimoniales era sólo un mal necesario para propagar la raza humana, y que cualquier acto procreativo que implicaba pasión era intrínsecamente pecaminoso. Esta visión negativa estaba enraizada en los escritos de los antiguos padres de la iglesia, como Tertuliano, Ambrosio y Jerónimo, todos los cuales creían que, incluso dentro del matrimonio, la relación sexual implicaba necesariamente pecado (véase Packer, A Quest for Godliness, pág 261).
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