Mecánicas de desprendimiento
Ha surgido en mí la necesidad de desprenderme de algunas cosas.
Hace algunas semanas entregué mi Xbox a un padre que había olvidado el regalo de cumpleaños de su hijo. Regalé mi Nintendo 3DS a una amiga que lo quería para su sobrino. Tomé algunos libros y los coloqué en repisas, escritorios y manos ajenas.
No sé cuál es el motivo de este comportamiento, pero me intriga un poco.
He notado que mi mente funciona por ciclos. En días todo es perfecto, la creatividad fluye y no hay nada que me detenga; pero en otros tiempos, la ansiedad me carcome y acciones peculiares me ayudan a aliviarlo.
¿Será que remover objetos que en algún momento significaron mucho crea en la mente la ilusión de que estamos listos para algo diferente? Tal vez es un mensaje para el destino, para el Dios Todopoderoso o para la energía suprema, de un mero mortal que intenta indicar que hay espacio para más, para alguna otra obsesión, para un nuevo objetivo, para algo más grande que esto, para alguien más incluso.
Sin poder poner todavía mi dedo en la verdadera respuesta, hoy dejo de cuestionar a la mente. Me rindo y les comparto que estoy buscando colocar un televisor de 32 pulgadas y un Apple TV 4ta generación en la vida de alguien que lo necesite, que en serio pueda encontrar algún beneficio de sumarlos a sus listas de pertenencias. No hay ninguna trampa, ningún hechizo. Si eres tú, sólo dilo, que acá nos urge hacer lugar para lo nuevo.