La belleza de la incertidumbre

La pluma durmiente
La vida en sueños
2 min readFeb 12, 2015

--

A veces nos aterra decir te quiero, pues el miedo a lo que pueda pasar nos impide avanzar y tomar ese riesgo que puede salir bien, o salir menos bien.

No pensemos que algo puede salir mal, porque siempre habrá algo peor. No podemos sumirnos en el egoísmo de pensar que somos los más desgraciados del planeta. Es más, la incertidumbre puede ser bella, porque nos enseña a conocer nuestro yo interior, nos empuja a ser nosotros mismos tomando decisiones no alienadas en lo que te puedan predecir sobre tu futuro.

A veces preferimos ponernos puntos en la boca y al final, lo único que conseguiremos es hacernos maestros costureros, pero viviremos con la pena de no haberlo intentado nunca.

Es bueno tener miedo, porque te hace prudente. Pero no podemos dejar que eso nos frene. Es bueno adueñarse de tus propias emociones y soltarlas cuando nos salga de dentro, sin temor a las reacciones ni desprecios de los demás. Cuanto antes sepamos ciertas cosas, antes podremos seguir adelante con nuestras vidas, y no perder más el tiempo en quien no nos merece.

No te odio, simplemente me das pena. Me entristece que lo echaras todo a perder, que me dijeras que me querías cuando era mentira, que me hicieras desear olvidarte. Me das pena porque, por un momento, me contagiaste tu infelicidad.

Aun así, no desearía haberlo sabido, porque sino mi camino hubiera sido diferente, y no sería quien soy ahora. Un poco más sabia, y mucho más feliz.

He nacido para estar en constante actividad, estoy hecha para correr, para luchar, para no quedarme quieta viendo el tiempo pasar ante mis ojos sin hacer nada para disfrutarlo y saborear cada segundo de mi vida. Y no estoy dispuesta a dejar que nada ni nadie me lo impida, porque hasta la mayor decepción puede convertirse en la mejor de las alegrías, si sabes ver las cientos de ventanas que se abren detrás de cada puerta.

--

--

La pluma durmiente
La vida en sueños

Nos pasamos la vida intentando encontrar la cordura cuando a veces, para ser feliz, lo único que necesitas es perderla.