111. Cuando todavía queda vino…
Se acaba la comida y por alguna razón el ritmo en el que comimos y tomamos el vino fue diferente y todavía quedan una o dos copas, antes del postre, del café, del destilado, de la sobremesa.
Ya no hay hambre pero queda el vino.
Generalmente me despierta asombro y agradecimiento estar frente a esas copas, pensar cómo las voy a terminar antes de decidirme a cerrar la comida, sobre todo cuando es domingo y todos estamos reunidos en la mesa pero se levantan y me dejan solo pensando en los aciertos y desaciertos de la comida que acabamos de servir.
Solo quedamos el vino y yo, nadie se suele interesar por esas copas.
Es el único momento de esos almuerzos en los que no me causa desazón no tener un “plan”.