208. Zinfandel
Como tantas otras cosas al hablar de vinos, pensar en Zinfandel me hace pensar en Sideways, en particular en lo que comenta Miles sobre los cabernet sauvignon: pueden ser potentes pero en muchos casos caen en lo prosaico.
No he probado demasiados zinfandel pero de los que he probado concluyo que todavía no me topo con uno verdaderamente elegante, siempre se quedan un paso atrás pero es sólo una pequeña parte de la historia.
¿Extraño esa elegancia? ¡Imposible! Demasiada diversión con la fruta desbordada, las especias y el generalmente alto nivel del alcohol. Cada vez que acercaba la copa para olerlo salía una especia dulce, algún detalle floral, las frutas muy maduras; en cada sorbo oleadas de sabores casi juguetonas.
Hace un par de años descubrí el placer de encender carbones y cocinar carne a la parrilla y, en paralelo, tenía que viajar por trabajo unas 4 veces por año a Panamá y cada vez que comenzaba ese ritual de esperar que desde su centro la brasa comenzara a expandirse hasta tener suficiente calor para cocinar, me entregaba a elegir el zinfandel del día entre los que traía de Panamá, y era feliz.
Y escucho hablar de un zinfandel y vuelvo a ser feliz. Y ni qué decir si hay descorche.