212. Los sustitutos del vino (parte I. La cerveza)

Parte de mi trabajo es ofrecer degustaciones de vinos, cervezas artesanales y destilados, y una de las curiosidades de los participantes siempre tiene que ver con las ocasiones de disfrute y las posibles armonías con comidas, por lo que según se trate de uno u otro producto aparece la inquietud: ¿se pueden sustituir uno por otro?

Debo decir que en ese punto tengo una de mis pocas convicciones inflexibles: para mí el vino, al momento de buscar armonía para una comida, es insuperable. Podríamos hablar de las limitaciones del vino cuando la comida tiene sabores amargos, salados o picantes pero siempre habrá un rosado, un espumoso o un vino dulce que responda.

Podríamos hablar de la paleta de sabores de la cerveza que algunos afirman que es más amplia y compleja de la del vino y esto debe ser motivo de orgullo de los fans de esta bebida, pero no es un tema de número de sabores sino de la manera como se acercan a la comida. Por ejemplo, hay cervezas estilo IPA y Stout o Imperial Stout que son exquisitas solas, ofrecen realmente amplísimos matices pero, mientras más compleja es por sí misma, más se aleja la cerveza de su utilidad para el maridaje.

Así, a menos por ahora, descarto sustituir al menos de forma directa el vino por cerveza. La entiendo como una bebida que puede complementar un menú, sobre todo en esos puntos ciegos del vino que mencionamos antes o como una bebida para acompañar ocasiones casuales en las que suele lucirse. Por lo tanto, complemento, sí; sustituto, no.

--

--

Esnobismo gourmet
La vuelta al 2017 en 365 notas sobre vinos

Vinos, destilados, cocteles, gastronomía, recetas, libros, viajes, pecados, cultura y estilo de vida. Esnobismo. Punto. http://t.co/AWY1EN1xUG