251. El fondo de copa

Esa pequeña huella que deja el vino tras tomarlo casi en su totalidad provoca uno de los placeres más intensos: los aromas del fondo de copa.

Puede que contenga todavía algunas gotas de vino, algunos de sus posos si no fue filtrado, pero siempre, como en toda gran historia, es el fondo de copa el que nos permite ofrecer un veredicto final sobre el vino.

Hay algunos que son demasiado tenues, incluso cuando el vino ha sido minutos antes vigoroso. Me hace pensar en un guerrero que, cumplida su misión, se retira sin decir adiós. De alguna forma hay algo trunco en esta historia.

En otros casos hay una impresión tan compleja y profunda, como quien entra a un mercado de especias, frutas y verduras en diferente estado de maduración, hojas secas y pieles curtidas, y entonces, aunque ya no hay más líquido, el placer del vino vuelve a sentirse real y vuelven a entrar ganas de repasar o conversar sobre las variedades, los viñedos, el enólogo y la felicidad es completa, abarcadora.

Por eso no hay mayor pecado que levantar, en casa o en un restaurante, las copas de vino antes de tiempo. Que estén vacías no solo no quiere decir que el placer ha terminado sino puede ser el comienzo de una dimensión superior.

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Esnobismo gourmet
La vuelta al 2017 en 365 notas sobre vinos

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