255. Vino para matar
Hasta que no vi el capítulo de la serie de televisión Columbo Any old port in a storm no pensé en las fuerzas más oscuras que puede mover el vino. Alguna vez me he visto codiciando una botella que tengo pendiente por probar, envidiando un encuentro con alguna personalidad del vino con la que no me he topado o deseando estar en alguna región vinícola que no he visitaado cuando veo a algún conocido en una foto. Pero, ¿matar?
En el capítulo un descuido con la bodega donde uno de los personajes guardaba una muy valiosa colección de vinos lleva al asesinato. En parte se podría decir que el asesinato sin intención de las botellas lleva al asesinato planificado del otro asesino.
Eran botellas muy antiguas. Más allá de que efectivamente su valor podría ser tasado, como muchas veces pasa con el vino, hay una parte de ese botín que simplemente es incalculable porque no hay forma de reponerlo y no hay indemnización que cubra esa pérdida, que es al mismo tiempo la ilusión de la compra, el afán de lucro del coleccionista y el triunfo de su paciencia.
Esa situación me llevó también a pensar: ¿hay botellas más valiosas que algunas personas? Me voy a callar la respuesta pero la tengo muy clara. ¿Qué castigo merece alguien que destruye una entidad muy superior a sí mismo? En dado caso debería ser un fuerte castigo.
Pero, divago. En la vida real, al menos en mi vida real, no lo veo como problemas próximo, inmediatos. Pero vale la pena ver el capítulo. Realmente es vino para pensar, así como para matar.
