312. Vino para la playa
Evita los tintos pesados. Los que requieren demasiada oxigenación o incluso decanter. Los que requieren demasiado de tu atención. Los que exigen un servicio en copas específicas. Los de aromas complejos. Estás en la playa. El sol, la brisa y el aroma del mar son tu escenario, no puedes competir contra eso.
Piensa en burbujas. No, no creo que champagne. Piensa en prosecco. Piensa en algún frizzante afrutado. Piensa en blancos no tan secos, que tengan algún carácter almibarado. Tal vez alguna nota floral que logre abrirse paso entre los aromas de la playa. Posiblemente algo de frutos secos tostados. Eso sí: en cualquier caso, algo refrescante. Casi diría que preferiblemente con esa acidez que algunos llaman “crujiente”.
Pero, lo más importante de todo, si llevas vino a la playa, disfrútalo. Mirando el mar, su extensión que a veces parece sin límites, el ir y venir de las olas suele ser un ambiente propicio para tener revelaciones. Presta atención. Tal vez puedas añadirle una de esas revelaciones que se tienen cuando se disfruta el vino.