356. Malbec (en rosado)

Solemos decir que vivimos en una era en la que el consumidor está más informado que nunca. A través de publicaciones especializadas impresas o digitales y de aplicaciones como Vivino y webs como Wine Searcher, la gente llega a una cantidad de información anteriormente reservada a unos pocos. Sin embargo, cuando se trata de vino rosado, muchos prejuicios muy antiguos aparece. “Es un vino para mujeres” (en el peor de los sentidos), “es un vino flojo, aguado”, “se hace con las sobras que quedan en la bodega”, “se produce mezclando vino blanco y tinto”. Y puede que, como en el resto de los estilos de vino, haya intentos infelices de rosados. Pero cuando se da con una cepa que se presta para ello, los resultados sorprenden. Por ejemplo, la garnacha, la cinsault, la tempranillo, y la malbec. En un rosado de malbec, hay alcohol, hay cierta potencia, hay sabor y hay además ese filo de frescura y acidez que balancea todo. Hay, aparte, ocasiones como las temperaturas en los días calurosos, y platos como las preparaciones especiadas del Medio y el Lejano Oriente que encuentran en buenos vinos rosados una combinación muy disfrutable. Nunca es tarde para acercarnos a los vinos rosados.

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Esnobismo gourmet
La vuelta al 2017 en 365 notas sobre vinos

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