8. Los vinos memorables y los vinos placenteros. Primera parte

En las últimas degustaciones y descorches de este 2017 y, de hecho, en el desarrollo mismo por eso decidimos hacer algunos apuntes al respecto en tres partes.

Un vino memorable es indudablemente placentero, pero un vino puede ser placentero sin ser memorable.

Un vino memorable es una experiencia que trasciende por mucho el descorche, un vino placentero suele ser una experiencia bastante anclada en el momento del disfrute, es esencialmente efímero.

Como ocurre con los grandes libros, un vino memorable se lee en varios niveles, se necesita razonarlo. Con contadas exepciones, un vino esencialmente placentero simplemente se percibe en el nivel más básico de los sentidos. El primero es un placer casi intelectual, el seguno uno sensual.

Es muy difícil toparse dos veces con un vino que hayamos considerado memorable en su momento y que nos vuelva a producir esa misma sensación. Con el paso del tiempo el vino habrá cambiado, nosotros habremos cambiado y también el vínculo que en su momento nos unió. El vino placentero suele tener la magia de las amantes que nos marcan, podemos volver a él una y otra vez y sentir ese estremecimiento, ese despertar de los sentidos, esa fuerza irreprimible de querer fundirnos con él, de no desar nada fuera de esos instantes de placer.

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Esnobismo gourmet
La vuelta al 2017 en 365 notas sobre vinos

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