Innovación abierta: aprendizajes y desafíos de una disciplina que hackea sistemas burocráticos históricos

Julieta Tortosa Nougués
LABGobAr
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5 min readSep 2, 2019

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Hace tiempo vemos cómo los gobiernos, organizaciones de la sociedad civil o empresas, generan espacios de participación ciudadana como mesas de trabajo, concursos, charlas inspiracionales o los famosos hackatones, en donde cientos de personas de diferentes perfiles y comunidades se juntan a buscar nuevas soluciones tecnológicas o simplemente resuelven problemas con propuestas pensadas fuera de la caja. Pareciera una moda que no tiene fin pero en el fondo tiene un gran propósito.

En realidad la innovación abierta, una disciplina que llegó en el siglo XXI de la mano del profesor americano Henry Chesbrough, es una nueva forma de resolver problemas no solo por dentro de las organizaciones, sino también por fuera de sus límites, entendiendo que el valor agregado sí o sí se alcanza cocreando soluciones con otros.

¿Desde cuándo?

Sabemos que la innovación abierta nace de la idea de que el Estado no actúa solo, sino que forma parte de una red de actores, de contextos y coyunturas históricas en las que se abordan los problemas colectivos.

Podemos decir que hace más de una década buscamos nuevas formas de hacer políticas públicas, de hecho la existencia de leyes sobre acceso a la información en países europeos ya marcaban los inicios de un paradigma de apertura. Pero fue en el año 2009 cuando el término Gobierno Abierto empezó a tener eco con la firma del Memorando sobre Transparencia y Gobierno Abierto del entonces Presidente de EEUU, Barack Obama. Por esa razón, la doctrina toma mayor fuerza en 2011 con la conformación de la Alianza para el Gobierno Abierto (OGP, en sus siglas en inglés), en la que hoy 79 países -junto a organizaciones de la sociedad civil- potencian sus acciones para promover gobiernos más participativos, colaborativos y transparentes.

Desaprender y aprender abriendo

La manera en que diseñamos políticas públicas hoy es diferente de lo que era hace unos años: se trata de reconocer que a veces fuimos -y seguimos siendo- nuestro propio palo en la rueda. Cambiar la metodología con la que veníamos trabajando y empezar a desaprender viejas formas de trabajo para aprender otras nuevas que se adapten a estos tiempos es un desafío en sí mismo.

El Estado, para ser abierto necesita romper silos, tiene que entender que no tiene todas las respuestas y que frente a ese vacío, las soluciones pueden estar allá afuera, en la ciudadanía, en las organizaciones de la sociedad civil, en el sector privado, en la academia, y hasta en otras áreas gubernamentales.

Sabemos que si abrimos diálogos cada vez más sostenidos con diversas comunidades de interés y práctica, para la resolución de desafíos públicos de manera horizontal y con dinámicas participativas, no solo estamos construyendo colaborativamente conocimiento de valor, sino que además generamos consensos para alcanzar objetivos comunes. De eso se trata diseñar políticas públicas, una búsqueda constante de consensos y de legitimar soluciones que contemplan intereses de todos los involucrados, valorando sus visiones y lo diverso.

Hackatón Ambiente 2017 en Las Heras, Mendoza.

Por último, sabemos que si tomamos el camino de la innovación abierta no sólo aceleramos procesos, multiplicamos las fuentes de conocimiento, fomentamos alianzas y aprendemos con otros, si no que, sistémicamente, potenciamos nuevas habilidades de gestión para encarar formas colaborativas de diseñar políticas públicas.

Aprendizajes sobre la apertura y la participación ciudadana

En los últimos 3 años y medio hemos abierto más de 100 desafíos públicos a la ciudadanía, hemos acompañado a más de 20 organizaciones que se animaron a llevar adelante más de 20 procesos de innovación abierta, y más de 12.000 personas se involucraron en la resolución de problemas públicos.

Luego de 30 meses de trabajo en el Gobierno Nacional, aprendimos que el éxito de llevar a cabo dispositivos de innovación abierta, se basa en:

  • Convocar y conectar comunidades. Mapear y construir los grupos de interés y de práctica sobre temas específicos es fundamental para la ideación de propuestas disruptivas. ¡Pero no siempre se logra a través de los típicos canales! Es clave personalizar los mensajes y los medios para interpelar a cientos de perfiles que todavía piensan que no tienen la capacidad de agregar valor y no saben que existe la oportunidad de cocrear con gobierno.
  • Promover la participación. Los dispositivos presenciales, como los talleres de ideación, son tan importantes como el intercambio virtual. Al ser un Gobierno Nacional, el alcance debe ser federal. La Plataforma de Desafíos Públicos es la herramienta que diseñamos para potenciar los intercambios entre participantes, mentores expertos y gobierno. Con ella creamos una comunidad enorme de innovadores conformada por equipos de todas las provincias argentinas.
  • Generar sentido de pertenencia. Entender que cuando las organizaciones asumen un rol de coordinación para fomentar la participación y la generación de encuentros, el nivel de involucramiento y apropiación que generan las comunidades inspira y dota a la gestión de las políticas con una fuerza imparable.
  • Hacer de la participación una política a largo plazo. Acompañar a otras áreas en la ejecución de procesos de innovación abierta, implica impulsar programas de apertura en las organizaciones y en los equipos que las conforman, para que el proceso pueda permear en los métodos de trabajo internos y transformar su gestión. Un ejemplo de esto es el caso del Programa de Innovación Financiera que llevamos adelante junto al BCRA desde el 2016 al 2019.

Los desafío a desafiarse

Hoy no solo tenemos el derecho de elegir a nuestros representantes, sino que además podemos sumar nuestra voz, aportar nuestra mirada acerca de cómo deberían ser los servicios públicos que necesitamos.

Es normal que surjan miedos y desconfianzas al momento de incorporar la innovación abierta a los procesos de gestión, porque nos pide romper con nuestras formas cotidianas de hacer las cosas. Pero pasar del verticalismo a la horizontalidad, es un salto que vale la pena dar. ¿Qué pasaría si potenciar las habilidades para asociar, cuestionar, observar, crear redes y experimentar fuera moneda corriente en todas las organizaciones? ¿Qué pasaría si asumiéramos que el desafío de cocrear políticas públicas puede no ser fácil, pero implica un paso significativo en el camino de construir un sistema cada vez más participativo y transparente?

El camino ya empezó. Seguir buscando métodos para hackear la burocracia es una oportunidad que está en nuestras manos. Una democracia más abierta, al fin y al cabo, no sólo genera soluciones para las personas, sino también con las personas.

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Julieta Tortosa Nougués
LABGobAr

Service Designer en @Globant. Ex Diseñadora en el 1er Laboratorio de Gobierno de Argentina. Tucumana. Consumidora consciente ♻️ because there is no planet B.