Sobre la “cercanía” que ofrecen las redes sociales
Vayan al baño, sírvanse un vaso de agua y pónganse comodos porque en este si me voy a dejar ir como mi amiga de aquí abajo.
Antes de Whatsapp, Facebook, Twitter, Instagram y Snapchat, la única manera de enterarte de algo que pasó en ese viaje de fin de semana al que no pudiste ir, era si te lo contaban.
Llevo 4 años viviendo fuera de mi país. Fuera de donde nací, crecí, estudié, hice amigos, donde empecé mi carrera profesional y donde conocí a mi esposa. 4 de 31 años. Prácticamente el 13% de mi vida lo he vivido alejado de las personas con quienes más anécdotas comparto, a quienes más quiero y con quienes más me identifico.
Si estuviéramos en 1980 probablemente hablaría una ves al mes con algunas de estas personas, no sabría mucho de su vida, mas que lo poco que me pudieran contar por teléfono.
Viviría cási en ignorancia. Mi situación actual, mi hoy y mi ahora sería todo.
Estamos en el 2018. Las redes sociales que mencione al principio, nos permiten ver lo que nuestros amigos están viendo, escuchar lo que están oyendo y leer lo que están escribiendo. En las palabras de Ricky Muñoz de la banda Intocable, ¿Y todo para qué?
El ser humano es social por naturaleza. Buscamos consciente, o inconscientemente, crear lazos y amistades con las personas que nos rodean. Todo ser humano, a pesar de ser una isla, pertenece a un mar donde hay muchas islas y éstas a veces chocan y se convierten en islas más grandes. ¡Mark Zuckerberg lo entendió perfecto! Se dio cuenta que no nada más nos gusta comunicarnos sino que también algunos tenemos ansiedad social; nos da pena acercarnos a la niña guapa de la fiesta y pedirle su teléfono, preferimos darle clic a un botón y esperar a que nos acepte o nos rechace.
Estábamos en 4to semestre de la carrera y yo era de los pocos que todavía no tenía Facebook. Un amigo me abrió mi cuenta sin preguntarme y me paso mi contraseña. El valor detras de Facebook, al menos para nosotros los entonces solteros, era la sección donde los usuarios ponían el estado de su relación. Básicamente te decía quienes estaban en el mercado y quienes ya tenían novi@.
Sin darnos cuenta estábamos poco a poco reduciendo el contacto humano. Hasta este punto ya no teníamos que hablarle a la amiga gordita de la niña que nos gustaba para preguntarle si estaba soltera la guapa. Ya no teníamos que quemar discos ni ver las fotos del fin de semana juntos, cada quien las veia solo en su computadora.
En esta época se estaban poniendo de moda las Blackberry y por primera vez te podías mandar mensajes de texto sin preocuparte por los 85 centavos que Telcel cobraba por un mensaje de menos de 160 caracteres. Empezamos a escribirnos en vez de hablar, podíamos rechazar las llamadas y responder por el famosísimo BBM: “¿qué paso? estoy en clase”.
BBM se convirtió en Whatsapp y los chismes de pasillo se convirtieron en los grupos de Whatsapp. Las señoras tienen el chat de los de la clase de fut, los del salón, los del karate, las del ballet, las amigas de prepa, las de la universidad, las que viven en su colonia etc.
Luego llegó Twitter, adiós a las noticias, adios a los periódicos, adios al aburrimiento. Twitter se convirtió en la revista que tenían tus papas arriba del escusado, tu mejor compañia cuando la naturaleza te llama. No se si se han dado cuenta pero con la introducción de cada red social nos hacemos más dependientes de nuestro celular.
Vivimos en una sociedad que espera que siempre estemos disponibles.
24 horas al día y 7 días a la semana, tenemos el celular al alcance.
Instagram llego a coronarse como el rey mata-conversaciones, eliminó la necesidad de contarles a tus amigos algo chistoso que te pasó o de tu aventura en la selva maya. ¿Por qué?, simplemente porque tomas un video o foto y lo subes a tus Instagram Stories; acto seguido todos tus 734 “amigos” pueden verlo. Sí, por un lado esta bien, que padre poder compartir con tus amigos el baile de tu bebé.
Pero, ¿qué pasa cuando le cuentas a alguien, en persona, del baile de tu hijo? o más bien, ¿qué pasa cuando les enseñas el video en tu celular? REACCIONAN, se ríen, te felicitan, hacen algoooooo, intercambian experiencias, risas etc. que despues crean más vínculos y lazos con esos amigos.
Ahora les volteo la moneda, ¿qué pasa cuando la mitad de tus 734 “amigos” ven el video de tu hijo en Instagram?
NADA. A lo mejor, si tienes suerte, 5 o 7 de ellos te responderan con un:
- Ole jaja
- Que risa
- Esta preciosa
Pero los otros 360 que lo vieron. NADA. Su cerebro registró algo así como “jaja mira, su bebe ya baila”, next… siguiente video.
Una semana despues viajas a México y ves a alguno de tus amigos que pertenece al grupo de los 360. “¿Qué crees?” le dices, “Fulanita ¡ya baila!”
Ella sin dejarte acabar te dice: “Ah si, la vi en Instagram”. Esto te enmudece inmediatamente, ella ya lo vio, ya no sientes la necesidad de decir más; es como cuando le estas contando un chisme a alguien y te detienen con un: “Sí, ya se.”
PUM. Mata-conversaciones.
Las redes sociales no son malas, mi intención no es crucificarlas ni recomendarles que vendan su iPhone y compren un Nokia (cosa que yo hice hace como unos años, me duró el chiste dos meses y finalmente me di cuenta que nuestra realidad hoy es otra).
Viviendo fuera de México les puedo decir que a veces mi único medio de comunicación con las personas que mas quiero es el celular, como le digo a mi mujer, el celular es la ventana a tus seres queridos, pero nada reemplaza una visita en persona.
Las redes sociales nos venden falsas promesas de acercarnos a nuestros seres queridos pero la verdad es que muchas veces sólo nos hacen más consientes de que estámos lejos.
Como les decía al principio, a veces, vivir en la ignorancia de lo que pasa a 1,817 kilómetros es un poco más sano porque te forza a vivir el hoy y el ahora. A fin de cuentas, es lo único que tenemos.
Hagamos un esfuerzo por vivir nuestra realidad, nuestro hoy y nuestro ahora. ¡Gocen el momento!, no arrastren su pasado y tampoco se angustien pensando en el futuro. Usen la tecnología de manera sabia, es una gran herramienta, pero por favor, no la usen para aislarse.
Desde el gabacho para todos los hispanoparlantes. Buenas noches.