Sobre México 🇲🇽

Xatch
laCorrespondencia
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4 min readJan 30, 2019
Photo by Jezael Melgoza on Unsplash

Estoy un poco confundido. O más bien tengo miedo. Me costó mucho tomar la decisión de escribir este artículo. Es algo tan personal y al mismo tiempo tan común que le di demasiadas vueltas innecesarias.

Llevo ya un rato viviendo en la Ciudad de México. El famosísimo DFectuoso. Mi vida ha dado un giro de 360 grados en todos los sentidos. Ahora hablo español en el trabajo, hago ejercicio dentro de un gimnasio, vivo en una comunidad cerrada y estoy constantemente rodeado de coches, personas y paredes. Lo primero que llamó mi atención al volver, y que admito que me costó aceptar, es la cantidad de gente que hay, sin importar la hora, en las calles, en los estacionamientos, en la cafetería, en la gasolinera y en el súper. Parece una colonia de hormigas porque sale y sale gente de todos lados, es una ciudad ultra saturada y en crecimiento.

A mi hija, en cambio, lo que más le llamó la atención es lo mal que manejaba su papá. O al menos eso era lo que ella reclamaba los primeros días cada que pasábamos un tope o un bache. Ella no conocía los baches ni los topes, ella estaba acostumbrada a calles bien pavimentadas y a letreros de alto que si cumplían su propósito.

En un inicio me costó adaptarme. Extrañaba esa soledad, ese espacio entre yo y otro ser humano, el espacio de tiempo entre un pendiente y el siguiente, el pasto verde con flores de temporada entre el carril de ida y el de regreso. Pero poco a poco a falta de todo esto, y un poco obligado por la saturación de nuestro paisaje urbano, empecé a fijar la mirada en la gente.

Photo by Mafer Benitez on Unsplash

En las arrugas faciales del señor que veo TODOS los días camino al trabajo, sin importar el clima o la hora siempre vendiendo su periódico en el mismo pedazo de tráfico; fijé la mirada en la expresión de la señora que vende churros todas las mañanas, con su charola de churros recién cocinados en la cabeza; empecé a imaginarme las historias de sus vidas, me acordé que en este país estamos rodeados de personas que no tiene ningún inconveniente con hacer lo mismo todos los días con tal de llevar alimento a su casa. En tan solo unos cuantos años se me olvidó que en este país no es más barata la hipoteca de una casa que la renta. Aquí no hay oportunidades para todos. Aquí hay oportunidades para pocos y mucho de eso depende de quién eres y de donde vienes.

Recuperando todo esto que había olvidado recordé lo enormemente afortunado que soy. Recordé que las oportunidades hay que generarlas y confirme el compromiso del que tanto habla mi papá con el país que nos vió nacer y crecer.

En la oficina me preguntan constantemente que si extraño el estilo de vida americano, que si en realidad se vive tan bien como dicen, que si en verdad es más seguro que México. TODO ES VERDAD, les contesto, pero lo que ustedes no saben, agrego, es que nada de eso tiene relevancia cuando no tienes a quienes más quieres a tu lado.

Imagínate que estás comprando el súper de la semana cuando suena tu teléfono, te acaban de avisar que te ganaste la lotería, ¡30 millones de pesos!. Pero para recibir el dinero te prohíben contárselo a cualquier otra persona dentro de 30 días. ¿Sentirías lo mismo en ese momento si te permitieran contarlo? No. Porque la vida tienes sabor cuando la COMPARTES. Es por eso que hace tiempo (cuando vivía del otro lado del muro) yo escribía tanto sobre la “cercanía” que ofrecen las redes sociales.

Este país tiene mucho que ofrecer, sobre todo, esta lleno de personas que quieren hacer el bien, que se quieren superar, que están dispuestos a dejarlo todo en la cancha con tal de superarse. Yo estoy constantemente buscando personas así ya que ellos son mi motivación para dejarlo todo todos los días.

Cuando llega Doña Mari en la mañana con un arbolito de la abundancia en cada mano, uno para mí y otro para mi hija se me olvida por completo el camellón con flores por el que pasaba para ir a mi oficina, en ese momento lo único que veo es el amor, el desprendimiento y el cariño. En este país las cosas no serán tan fáciles como en el otro, o no serán tan blanco y negro, o tan cómodas pero lo que sí es que en este país vas a aprender mucho de los demás, aquí la gente saber querer y querer bien.

Abran los ojos, gente como Doña Mari hay mucha, búsquenla, contrátenla y aprendan de personas como ella porque tienen mucho que enseñar.

Perdón que dejé pasar tanto tiempo para reportarme con ustedes, la verdad es que me cuesta más escribir aquí, tengo menos tiempo para introspección, adicionalmente cuando estaba allá siento que era más fácil ver algunas cosas, la distancia de verdad que ayuda para ver los problemas desde otra perspectiva. Haré un esfuerzo por compartir más. Espero les sirva de algo.

Si tienen twitter síganme en @xatch_, por ahí de repente escribo mini historias.

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Xatch
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Padre de familia, perdido en una introspección, fan de la superación personal y creyente de la capacidad humana por hacer de este mundo un lugar mejor.