Día a día

Vivir en armonía: prácticas diarias

DvbhDair
Laguna Serpiente
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11 min readMay 16, 2024

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En la vasta tradición del druidismo cada amanecer es una puerta de entrada a un mundo nuevo. Para el druida, el despertar cada mañana no es simplemente el inicio de un nuevo día sino una oportunidad para reconectar con la esencia de la vida y de paso, aprovechar para honrar los ciclos naturales que nos rodean. Esto es importante porque al sintonizarnos con estos ciclos naturales, desarrollamos una mayor consciencia de nosotros mismos y del mundo que habitamos, lo que nos apremia a estar más concientes en el momento presente y disfrutar con plenitud.

Parte de reconocer nuestro lugar en el mundo natural nos brinda un sentido de pertenencia y conexión. Nos ayuda a comprender que somos parte de algo más grande y que nuestra existencia está interconectada con la de todas las formas de vida en la Tierra.

Así que inspirado por esto, como druida llevo a cabo una serie de prácticas que me ayudan a cultivar una conexión más profunda conmigo mismo, con la tierra y sus seres, pero lo más importante, con mi propio interior. Por ello, el acto de despertar debería ser mucho más que solo abrir los ojos y levantarse de la cama; debería ser un renacimiento diario y una oportunidad para renovarnos constantemente.

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Saludo

En un lugar tranquilo al aire libre al amanecer, me encuentro en íntima comunión con los primeros destellos del sol naciente, inspirando profundamente la fresca brisa que acaricia la mañana. Mis manos se elevan hacia el cielo en un gesto de apertura, mientras mi cuerpo se extiende y se mueve en armonía con los primeros rayos del día.

En este sagrado espacio de serenidad, ofrezco mis gracias, entonando la ancestral Feth Fiada, una plegaria que entrelaza mi ser con la fuerza vital de los dúile, que fluye a través de todas las cosas. Es en este instante de reconocimiento y gratitud donde encuentro la esencia misma del druidismo.

Esta sagrada práctica no pretende menguar nuestra importancia, sino más bien recordarnos nuestra conexión innata con la tierra y todas sus criaturas. Al despertar imbuidos de esta profunda conciencia, nos preparamos para encarar el día con reverencia y respeto por todo cuanto nos rodea. En su esencia, esta rutina matutina no se limita a saludar al sol, sino a reconocer a toda la creación con amor y gratitud.

“¡Despierta, oh druida, y mira el mundo con ojos nuevos! En cada amanecer, el bosque te llama con sus susurros antiguos y el sol te invita a renacer junto con la naturaleza.”

Photo by Daniel Mingook Kim on Unsplash

Meditación

En el corazón del druidismo reside la reverencia por la naturaleza, que es tanto su santuario como su maestro. Sentado en silencio entre los majestuosos árboles, cierro los ojos y sintonizo mi respiración con el suave murmullo del viento. Siento la firmeza de la tierra bajo mis pies, conectándome con la esencia primordial de Domnu que fluye a través de ella.

Con cada inhalación, absorbo la vitalidad renovadora de la naturaleza; con cada exhalación, libero cualquier carga o preocupación que pueda pesar sobre mí. A medida que mi mente se aquiete, me sumerjo en un estado de profunda comunión. Me fundo con la naturaleza, fusionando mi consciencia con la conciencia que anima toda la creación, Dana.

En este estado meditativo, cargo la energía de mis Cóire, permitiendo que la unidad de todas las cosas se manifieste ante mí. Reconozco mi lugar dentro del tejido sagrado de la vida y trabajo hacia el equilibrio, hacia la armonía. Para el druida, la búsqueda del equilibrio es fundamental, pues es en ese balance donde encuentra su plenitud y conexión con el cosmos.

“En la búsqueda del equilibrio, el druida encuentra el punto de armonía donde convergen la fuerza del roble y la delicadeza del musgo, recordándonos que la verdadera plenitud se halla en el justo balance entre la fortaleza y la flexibilidad, entre la acción y la contemplación.”

Photo by Colton Sturgeon on Unsplash

Ofrenda a los antepasados

Como druida, sostengo en alto la importancia de mantener una conexión continua con aquellos que nos precedieron, honrando la sabiduría tribal y el legado de los antepasados. Cada día realizo un ritual de ofrenda para rendir homenaje a los espíritus de mis ancestros y recibir su guía y protección en el transcurso del día.

Al regresar a mi hogar luego de la meditación, me dirijo hacia mi sala, el sagrado espacio que alberga mi altar. Allí dispongo con reverencia una ofrenda de granos, agua e incienso, símbolos de mi respeto y gratitud hacia mis antepasados. Con devoción, enciendo el fuego y perfumo el ambiente con el aroma del incienso de alta necromancia que siempre preparo yo mismo. Luego, pronuncio unas palabras llamando a los espíritus de mis antepasados para que se unan a mí en comunión y apoyo, reconociendo así la interconexión de todas las generaciones.

Este acto de ofrenda a los antepasados no solo fortalece el vínculo con nuestro linaje, sino que también nos brinda una profunda sensación de conexión y pertenencia a la comunidad de los vivos y los muertos. En cada gesto de ofrenda, el druida reconoce la interdependencia de todas las cosas y se compromete a vivir en armonía con el legado de aquellos que vinieron antes que él.

Practicar la gratitud por cada aspecto de la vida, ya sea grande o pequeño, es fundamental. Agradezcamos por las relaciones que nos nutren, por las lecciones que nos enseñan, por las comodidades que disfrutamos y por los desafíos que nos fortalecen. Cuanto más cultivemos un sentido de gratitud por la totalidad de nuestra existencia, más plena y significativa será nuestra vida.

“En la mirada hacia nuestros ancestros, encontramos el reflejo de nuestro propio ser entrelazado con la red eterna de la vida, donde el pasado, el presente y el futuro convergen en un eterno abrazo de sabiduría y legado.”

Photo by Arnaldo Aldana on Unsplash

Alimentación consciente: no solo se debe nutrir al espíritu

Para el druida, la alimentación va más allá de satisfacer las necesidades físicas; es un acto sagrado que requiere de atención y gratitud hacia la naturaleza y sus dones. Antes de cada comida, realizo un breve ritual de gratitud y agradecimiento a Lá Mór-Rhíogáin, mi gran reina y madre, honrando su generosidad y abundancia.

En este ritual, me tomo un momento para conectar con la vitalidad que fluye a través de los alimentos, disfrutando cómo cada bocado nutre. Reconozco la labor de quienes cultivaron, cosecharon y prepararon los alimentos, así como la contribución de la tierra y los elementos en su crecimiento y maduración. Con profunda consciencia, me comprometo a consumir los alimentos con gratitud y respeto por el ciclo de la vida que representan, incluso aquellos que no me gustan en absoluto.

Después de cada comida, continúo expresando mi gratitud hacia la naturaleza ofreciendo una pequeña porción de alimentos como ofrenda a los sídhe, los espíritus de la tierra, mis complices jeje. Este gesto simbólico no solo es una forma de devolver parte de lo que he recibido, sino también de mantener viva la conexión entre el mundo humano y el mundo espiritual, reconociendo nuestra interdependencia y reciprocidad con todas las formas de vida.

Comer sano es fundamental para mantener el equilibrio. El druida comprende que la elección de alimentos no solo afecta su bienestar físico, sino también su conexión con la naturaleza y su capacidad para sintonizar con las energías del universo. Por ello, priorizo alimentos frescos, orgánicos y locales siempre que sea posible.

Eliminar la comida basura de mi dieta es una decisión consciente que refleja mi compromiso con una vida saludable y en armonía con la naturaleza. Reconozco que los alimentos procesados y llenos de aditivos no solo carecen de nutrientes esenciales, sino que también contaminan mi cuerpo y mi mente, dificultando mi capacidad para conectarme con lo sagrado en la vida cotidiana. En lugar de ello, opto por alimentos naturales y completos, que me nutren en todos los niveles y me ayudan a mantener una energía vibrante y equilibrada a lo largo del día.

“En el arte sagrado de alimentar el cuerpo, el druida encuentra la danza entre la gratitud por la tierra que da y la reverencia por el templo que habita.”

Photo by Eduardo Madrid on Unsplash

Mente y cuerpo

El cuidado del cuerpo es una parte fundamental del camino del druida, pues comprende que la salud física y espiritual están intrínsecamente conectadas. Cada mañana, me comprometo a cultivar mi cuerpo, fortalecer mi mente y desarrollar mi voluntad a través del ejercicio físico. Más que simplemente una rutina, este momento se convierte en una ceremonia de conexión conmigo mismo y con el entorno natural que me rodea.

En mi práctica matutina, elijo actividades que no solo ejerciten mi cuerpo, sino que me desafíen a superar mis límites. Adoptar la calistenia, por ejemplo, me permite utilizar el peso de mi propio cuerpo para desarrollar fuerza, resistencia y flexibilidad.

Al realizar mis ejercicios al aire libre, presto especial atención a mi respiración y a las sensaciones que experimento en mi cuerpo. Me sincronizo con los ritmos del entorno, inspirando y expirando al compás del viento que acaricia mi piel. Esta conexión íntima con la naturaleza me brinda una sensación de pertenencia y unidad, recordándome que soy parte integral del vasto tejido de la vida en la Tierra.

“En el eco de cada movimiento, el druida descubre la sinfonía de la naturaleza y forja su cuerpo como un templo que honra su espíritu.”

Photo by Jr Korpa on Unsplash

Cultivar la creatividad

La creatividad es para el druida una expresión sagrada del espíritu humano, una manera de rendir homenaje a la belleza de la inspiración, Imbas. Cada día nutro mi creatividad a través de una práctica artística.

Selecciono una forma de expresión artística que resuene con mi ser interior, en mi caso es el dibujo y la pintura. Con reverencia por la diversidad creativa y creadora, me sumerjo en mi arte dejando que mi creatividad fluya libremente sin restricciones.

Durante mi práctica artística, me dejo inspirar por los dúile que me rodean, capturando su esencia en mi obra. A medida que creo, sintonizo con mi intuición y mi inspiración interior, permitiendo que mi arte surja desde lo más profundo de mi ser. Me entrego por completo al proceso creativo.

Al concluir mi práctica artística, contemplo mi obra con aprecio, reconociendo el poder transformador del arte para elevar el espíritu y alimentar el alma. Me comprometo a seguir cultivando mi creatividad a lo largo del día, buscando inspiración en el mundo circundante y permitiendo que mi expresión artística sea un reflejo de mi conexión con el Imbas.

Otra manera es escribir en un diario. El acto de llevar un diario debería estar profundamente arraigado en la práctica druídica. No se trata solo de registrar eventos sino de mantener una conversación íntima contigo mismo. Es un acto de introspección, de enraizamiento. El diario no es solo un lugar para volcar pensamientos sino donde tus pensamientos más profundos vienen a fluir.

Elige un diario que te resuene, ya sea un simple cuaderno hecho de papel reciclado o un documento digital. Empieza cada mañana escribiendo los primeros pensamientos que te vengan a la mente, dejando que fluyan como el agua de un manantial sagrado.

Luego, cambia tu enfoque hacia la gratitud. En el tapiz de la vida, es fácil obsesionarse con lo que nos falta o lo que deseamos. Sin embargo, el druidismo nos enseña el valor de apreciar el presente y todas sus bendiciones. Enumera tres cosas por las que sientas un sincero agradecimiento, ya sea el canto de los pájaros al amanecer, la frescura del rocío en la hierba o la compañía de un amigo de cuatro patas.

Más allá de la gratitud, sumérgete en la autoreflexión. Reflexiona sobre un principio druídico, un proverbio, una historia de la tradición o sencillo, un desafío personal. Plantéate preguntas raras, este ejercicio no es un acto de autocrítica, sino uno de autoconocimiento.

“En el lienzo de la existencia, el druida halla la sinfonía de su ser, tejiendo los hilos creadores en cada trazo de su expresión artística, donde la creación se convierte en el eco eterno de su reflejo en el cosmos.”

Photo by Luke van Zyl on Unsplash

Rompe tu comodidad

En nuestra era contemporánea, tendemos a buscar la comodidad y a esquivar cualquier atisbo de incomodidad. Sin embargo, para los druidas, la auténtica comodidad radica en vivir en armonía, por ende, abrazar la incomodidad se erige como un acto de reverencia hacia la vida en todas sus manifestaciones no solo las que nos agradan a la ligera.

Esta práctica no busca la búsqueda deliberada del sufrimiento, sino más bien el cultivo de la fortaleza espiritual y emocional necesaria para afrontar los desafíos inherentes a la existencia. Al enfrentarnos de manera consciente a situaciones incómodas, tenemos la oportunidad de fortalecernos y crecer a nivel espiritual. Esto nos capacita para encontrar serenidad incluso en medio de la adversidad.

Es crucial recordar que cada aspecto de la vida es sagrado y que cada experiencia, ya sea placentera o dolorosa, nos acerca un paso más a la comprensión de nuestro papel en el mundo. En este camino, nos convertimos en guerreros celtas, no solo en el sentido físico, sino también en el sentido espiritual y emocional, enfrentando con valentía los desafíos que la vida nos presenta y hallando en ellos la oportunidad de crecimiento y trascendencia.

“En la incomodidad yace la semilla del verdadero crecimiento; es el terreno fértil donde florecen la fortaleza y la sabiduría del alma druídica.”

Photo by Ashley Batz on Unsplash

La expansión de la conciencia es un término que se utiliza para describir un proceso mediante el cual la percepción y la comprensión de una persona se amplían más allá de los límites convencionales de la mente ordinaria. Este proceso implica una apertura hacia nuevas dimensiones de la experiencia y una comprensión más profunda de la realidad.

Desde la filosofía del druidismo, cada amanecer se convierte en el telar donde entrelazar los hilos del alma y del universo. Al adoptar estas prácticas como parte esencial de nuestra cotidianidad sin excusas, nos transformamos en alquimistas del alma. La gratitud se convierte en nuestra moneda de cambio con el universo, la introspección en nuestro espejo hacia lo más profundo del alma, y la conexión con la naturaleza en nuestra comunión sagrada con lo divino.

Lo que distingue al druidismo es su profundo reconocimiento de la interconexión entre todas las formas de vida y su llamado a vivir en armonía con el cosmos.

Así pues, invito a aquellos que anhelamos la verdad y la plenitud a explorar estas prácticas con el corazón abierto y la mente receptiva, reconociendo en el vivir cada día una oportunidad para trascender los límites del ego.

En este artículo he explorado el aspecto más íntimo del ser humano, reflexionando sobre la importancia de cultivar una conexión profunda con la naturaleza y con nuestra esencia interior en la práctica diaria del druidismo. Sin embargo, aún queda por abordar otro aspecto fundamental de esta tradición ancestral: las prácticas mágickas que forman parte integral de la vida de un druida.

En un próximo artículo espero poder sumergirme en el mundo de la magia druídica, explorando técnicas y rituales que empleo. Las prácticas mágickas dentro del druidismo nos ofrecen un camino para expandir nuestra conciencia y despertar el potencial latente que yace en lo más profundo de nuestro ser. ¡No te lo pierdas!

Todas las citas empleadas en este artículo son mi autoría.
Da fein!

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DvbhDair
Laguna Serpiente

Druida, Artista e ilustrador. Ardmháistir de LAFRION