El camino del druida,

¿Un oficio o una filosofía?

Dairchacht MacGrian
Laguna Serpiente
9 min readFeb 27, 2024

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Al adentrarnos en el vasto y complejo mundo de la espiritualidad celta, inevitablemente nos encontramos inmersos en una discusión acerca de la esencia misma de esta práctica: ¿es un arte, una profesión o una filosofía? Aunque podría argumentarse que la espiritualidad celta abarca todos estos aspectos, esta pregunta encubre una discusión que ha sido importante en el desarrollo la tradición e implica diversas formas de comprenderla.

En inglés, esta discusión se torna más evidente, reflejándose incluso en los términos utilizados para referirse a la espiritualidad celta. Sin embargo, al traducirse al español, dicha distinción tiende a diluirse, reduciéndose a un único concepto. Así, en inglés tenemos Druidry y Druidism que se traducen al español simplemente como druidismo. Aunque esta diferencia puede parecer sutil, como mencioné previamente, implica dos maneras distintas de comprender la espiritualidad celta.

Para comprender la diferencia entre Druidry y Druidism es importante revisar la etimología de las dos palabras. Si bien ambas provienen de la raíz Druid (druida), los sufijos utilizados implican cosas distintas. La terminación “-ry” es una variante de otro sufijo “-ery” que en inglés se utiliza para indicar un oficio, una acción, una práctica:

(-RY: Added to occupational etc. nouns to form other nouns meaning the “art, craft, or practice of.”).

Pensemos en Slave — Slavery (Esclavo — Esclavitud), Cook — Coockery (cocina — el arte de la cocina), Potter — Pottery (alfarero — alfarería). Por otro lado, Druidism contiene el sufijo “-ism” que se utiliza para hablar de ideologías, pensamientos, filosofía y religión. No hay mucha diferencia con el sufijo “-ismo” del español: Cristian-ismo, Islam-ismo, Pagan-ismo, Femin-ismo.

Tal vez la primera persona en español que leí que hacía énfasis en la importancia de diferenciar estos dos términos es el druida Iolair Faol. Tanto es así que propone el término “druidería” para traducir Druidry. Ello atendiendo el significado del sufijo -RY en inglés y resaltando así las diferencias que poseen ambas perspectivas: uno que ve las enseñanzas del druida como un oficio y otro que lo ve como una filosofía, una ideología.

Según Iolair Faol, “el término inglés “druidy” fue una innovación del neo-druida, masón y cristiano creador de la orden druídica OBOD; Ross Nichols, que fue uno de los neodruidas destacados de la “Druidería” revivalista en Inglaterra en el siglo XX, hasta su muerte”. Iolair es muy claro con el objetivo de Nichols: resaltar que el camino del druida, lejos de ser una ideología, una cosmovisión del mundo o un conjunto de creencias es un oficio, un conjunto de prácticas y tradiciones, que según este autor, buscaban equiparar la “vía druídica” (como lo llama Iolair) con la mason-ería (Mason-ry).

De este modo, la distinción no sólo implicaría dos maneras de entender la espiritualidad celta sino también dos corrientes distintas. Druidism, estaría más asociado a los grupos y ordenes reconstruccionistas, mientras que Druidry, estaría más asociado al revivalismo neo-druídico y/o la tradición de Iolo Morganwg. De este modo, serían dos maneras opuestas de abordar la espiritualidad celta y aparentemente irreconciliables. El tono mordaz contra Iolo Morganwg lo reafirma.

Esta distinción también implica diferentes maneras de relacionarse con otras creencias y religiones. Al ser un oficio, una práctica, podría pensarse que no es necesario abandonar otra religión (incluso el cristianismo), ya que consiste en un arte, lo cual no chocaría con las creencias. Por otro lado, el énfasis en lo ideológico o lo filosófico, al hacer énfasis en una manera de vivir y contemplar la vida, podría el druidismo incluso ser ateo o únicamente una corriente de pensamiento, pero que seguramente entraría en conflicto con prácticas que incluyan magia o el trabajo con otras entidades (deidades, ancestros, espíritus del territorio).

Aunque estas dos maneras se han encargado de moldear distintas tradiciones de la espiritualidad celta contemporánea, cuando se rastrea este debate un poco más atrás, revisando su origen etimológico en las lenguas celtas, podría surgir una visión distinta desde la cual se pueda proponer un enfoque no dicotómico.

Al revisar un diccionario de irlandés moderno podemos observar que no existe traducción para el término “Druidry” ya que, como bien señaló Iolair, es un neologismo del siglo XX. El que si tiene traducción es Druidism, el cual equivale a Draíocht. Es aquí donde sucede algo interesante de notar. Cuando hacemos el ejercicio de manera inversa y pedimos la definición del término Draíocht, encontramos que en irlandés se entiende este con dos acepciones:

“Draíocht: 1. Druidic art, druidism. Lit: ~a druadh, druidic arts. 2. Witchcraft, magic; charm, enchantment”[1]

El primero como el arte druídico y druidismo, y segundo como magia, el arte de la brujería y encantamiento. Es decir, el término Draíocht parece incluir tanto una perspectiva más filosófica (druidism) como más práctica y cercana a un arte o un oficio (druidic arts, Witchcraft, magic; charm, enchantment). Aunque, pareciera realmente que el énfasis está más en lo segundo que lo primero. Ello lo podemos corroborar al revisar su etimología. Draíocht proviene de Draoí, druida y el sufijo “-ocht”, el cual suele traducirse como el sufijo inglés -ty, -ry, -hood, utilizado para marcar un sujeto abstracto. Es decir, pareciera entonces estar más relacionado con “-ry” que con “-ism”, con un oficio más que una ideología. Ejemplos similares podemos ver en conceptos tan cercanos a la “vía druídica” como es el de Bardo (Fíli) y el arte del bardo (filíocht) y Asarlaí (Hechicero), Asarlaíocht (Hechicería)

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Pero ¿por qué el camino del druida sería más un oficio, un arte y no una filosofía o una ideología? En este punto considero importante alejarnos de la mirada moderna de la espiritualidad con la cual las personas que pertenecemos sociedades occidentales ( y occidentalizadas)[2] solemos acercarnos a otras visiones y prácticas espirituales no-occidentales (o si se quiere pre-occidentales).

Si bien, no podemos saber a ciencia cierta cuál era la opinión de los antiguos celtas al respecto, sí podemos conocer las perspectivas de otros pueblos que poseen prácticas espirituales no centralizadas en una iglesia, un dogma o un libro sagrado. Lo que podemos observar es que por lo general no existe un término que englobe sus creencias porque, además, muchas de estas no están estructuradas en doctrinas sino que se trasmiten de forma oral e incluso presentan variaciones entre las mismas comunidades. Incluso, términos con los que en occidente solemos referirnos a religiones o prácticas espirituales de países del oriente de Asia poseen problemas similares, como pasa con el término hinduismo o sintoísmo, los cuales más que identificar una ideología, una filosofía, engloba una serie de prácticas y saberes que son comunes a pueblos y comunidades[3].

En sociedades tradicionales, el pensamiento y las creencias no son propias u originarias de personas específicas que se dedican a la filosofía o a construir ideologías, sino que están presentes en la cotidianidad de las personas, en las tradiciones aprendidas de generación en generación y en especial, en la experiencia de los más antiguos, los abuelos o sabios de la comunidad. Esto es particularmente válido para tradiciones animistas, donde el contacto con los espíritus o entidades no-humanas a las que se les tiene un cierto tipo de culto no es dominio exclusivo de una persona o un grupo.

Con ello no quiero decir que no existieran personas o colectivos especializados en los asuntos espirituales dentro de estas comunidades. La antropología bien ha demostrado que en muchos pueblos existen equivalentes a “chamanes” o “sacerdotes”, que aunque con grandes variaciones, cumplen funciones similares. Sin embargo, estas personas lejos de identificar una ideología, una forma de vida, una cosmovisión del mundo que enseñan a otros (como si lo fue el cristianismo difundido por apóstoles y posteriormente los evangelizadores), los chamanes o “sacerdotes” (término que me genera ruido, por sus implicación con una institución social claramente delimitada y estructurada), eran personas centradas en un oficio, en un servicio para la comunidad.

Desde esta perspectiva, pensando que la espiritualidad de los pueblos celtas tenía más en común con otras sociedades donde el conocimiento espiritual se pasaba de manera oral y estaba profundamente arraigado a la cultura de las comunidades, podríamos comprender por qué en el irlandés antiguo se hace referencia a las prácticas y saberes druídicos más como un arte que una filosofía o una religión propiamente dicha. Verlo como filosofía o como religión, podría ser, curiosamente, tratar de entender la espiritualidad celta desde una perspectiva más cercana a la cristiana o al pensamiento moderno.

Dicho esto, trayendo el debate a los tiempos contemporáneos, no considero que el término druidismo carezca de valor alguno, al contrario, tal vez pueda definir mejor el contexto actual del druidismo moderno. Lejos quedaron los tiempos en que la espiritualidad celta estaba profundamente arraigada a las prácticas y tradiciones culturales de diferentes pueblos de habla celta. Hoy en día, la mayoría de las personas que nos acercamos y recorremos una senda espiritual celta “druídica”, fuimos criados bajo otros parámetros, prácticas y perspectivas culturales muy distintas a la de los antiguos celtas. Además, incluso los más fervientes reconstruccionistas reconocen que no tiene sentido pretender vivir exactamente igual a como vivieron los pueblos celtas de antaño. Mas bien, las comunidades de espiritualidad celta hemos decidido acercamos a la “vía druídica” porque valoramos el pensamiento, las prácticas, las creencias y sobre todo, el modo de vida de los antiguos celtas; vemos en ellos una fuente de inspiración para transformar nuestra cotidianidad, nuestra relación con el mundo y nuestro propósito como humanos. Es decir, hoy en día la espiritualidad celta representa para el mundo moderno una ideología, una cosmovisión, una filosofía que seguir, la cual nos permite llevar un proceso espiritual de transformación y de realización personal y colectiva.

Druidería y druidismo, lejos de ser dos concepciones antagónicas de la espiritualidad celta, hacen referencia a momentos y elementos distintos que pueden ser complementarios. Me gustaría sugerir entonces una comprensión del druidismo como aquella filosofía y religión o espiritualidad moderna que nos propone un modo de vivir y una manera de ver y relacionarnos con el mundo, con la totalidad que parte de la cultura y sobre todo la espiritualidad de los antiguos pueblos celtas. El druidismo también se estructura, posee prácticas, creencias y organizaciones que diferencian entre aquellos que se dedican al oficio del druida, es decir, al estudio profundo de las prácticas y las tradiciones; y aquellos creyentes, que escuchan los consejos y buscan guía en su camino espiritual por parte de quienes se dedican de lleno al arte druídico, lo que coloquialmente se ha denominado credimaros. La druidería sería específicamente lo primero, todo ese conocimiento y prácticas específicas de aquellos que se dedican a formarse para el servicio de su comunidad, me refiero de manera concreta a modos de hacer y de experimentar la fe y de servir a la comunidad: oraciones, rituales, ceremonias, prácticas, cantos, símbolos, etc. A esta visión se le puede asociar un término que existe en el irlandés moderno que se utiliza para definir a aquel que se dedica al oficio druídico: Draíodoir.

Dentro de Lafrion, el druidismo hace referencia a nuestra espiritualidad y sus principios filosóficos y religiosos. En lo que creemos, en las virtudes, en la energía, nuestros ancestros y deidades, los espíritus del territorio y los sídhe, la sabiduría que existe en las historias, canciones, dichos y triadas, e incluso los consejos y las lecciones que aprendemos a partir del contacto con lo divino. Todos los integrantes de la tribu experimentamos y vivimos desde una perspectiva que tiene como base el druidismo. Al mismo tiempo, la druidería, como oficio, es el arte que solo unos pocos miembros de Lafrion aprenden. An draíocht, es el oficio y el arte de ser druida para lo cual se requiere una formación, disciplina y compromiso con la tribu. Son aquellos que conforman lo que llamamos el Draoíchta Ciorcail, el circulo interno. Así, la tribu está conformada por dos grupos complementarios. Los integrantes del Fannaí, conocidos como Credimaros (en irlandés creidmheach) y los del Draoíchta Ciorcail, conocidos como Draíodoir. Ambos grupos son fundamentales para el fortalecimiento y la revitalización de la tradición, el proceso de individuación de cada uno de sus integrantes y en general para la construcción colectiva de la tribu.

[1] https://www.teanglann.ie/en/fgb/dra%c3%adocht

[2] Acá me refiero a occidente más como una construcción discursiva de una identidad cultural más que una realidad geográfica y culturalmente homogénea.

[3] Tal vez por ello para varios de estos pueblos no es contradictorio ser “sintoísta” y “budista” al mismo tiempo, o incorporar dentro de sus prácticas creencias y aspectos filosóficos de otras religiones que llegan sin que esto genere tanta dificultad.

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Dairchacht MacGrian
Laguna Serpiente

Antropólogo | Docente | Druida. Cara an Tuath Lafrion. Construyendo prácticas y ontologías mestizas.