Sintonía

Cada uno de nosotros descubrimos que las personas en el tejido mismo de la existencia y las situaciones se entrelazan en una danza de sincronicidad; desde la perspectiva druídica, este flujo armonioso no es fruto del azar sino que emerge de una resonancia cósmica y energética que nos rodea y nos define.

DvbhDair
Laguna Serpiente
Published in
6 min readDec 6, 2023

--

Somos seres constituidos por energía y esta energía se moldea en de tantas maneras, que podría decirse que se trata de cierto magnetismo personal. Cada uno de nosotros emite un tipo de frecuencia, una onda particular que se origina en nuestro ser hablando metafóricamente. Este magnetismo no solo sería una fuerza invisible, sino una especia de sello distintivo de nuestra naturaleza individual.

En la vastedad del macrocosmos, de Bith, nada ocurre por pura casualidad.

La sintonía de la que hablo no es solo una casualidad fortuita, sino una afinidad que se cierne sobre nosotros. Cada paso que damos, cada pensamiento que proyectamos y cada palabra que pronunciamos resuena con esta frecuencia personal. La sintonía, entonces, emerge del eco de nuestras elecciones internas.

Es aquí donde emerge una ley fundamental: la frecuencia atrae a su igual. Lo que somos es lo que atraemos, la carencia proyectada atrae carencia, el miedo convoca situaciones adversas y el desamor personal siembra más desamor. Así de simple y profundo es el sistema.

Por esta razón, si anhelamos una vida alineada con lo que buscamos, debemos transformar nuestra “frecuencia personal” para sintonizar con las vibraciones correctas.

El poder de nuestras palabras y pensamientos es fundamental. Hablar desde una perspectiva constructiva, abandonar la victimización y la constante queja, y asumir la responsabilidad de nuestras experiencias es crucial. No hay soluciones externas; la clave yace en nuestro propio ser, es un cambio de paradigma. Es por ello que el “silencio” o esa quietud mental, se convierte en una brújula interior. En la quietud, escuchamos la voz de la sabiduría que reside en cada uno de nosotros.

Este cambio se manifiesta cuando optamos por técnicas de meditación llevadas hacia la recapitulación y la autorreflexión, pero sobre todo, cuando asumimos la responsabilidad sobre nuestras experiencias: es comprender que nuestra realidad es moldeada por la forma en que elegimos percibir y responder a las circunstancias. Esta percepción no es pasiva ni estática; es dinámica y puede transformar completamente nuestra vida.

Es interesante cómo el silencio se convierte en una herramienta esencial en este viaje de autodescubrimiento. No es un silencio externo, sino estado de calma interna mientras se está alerta. Es en este espacio tranquilo y sereno donde nos desconectamos del ruido exterior y encontramos de nuestro interior, de Fein.

En ese silencio, en la ausencia de distracciones, nos damos la oportunidad de escuchar y comprender nuestra voz interior, esa voz que habla desde la sabiduría innata de nuestra propia chispa divina y que yace en lo más profundo de cada uno de nosotros. Es la voz que a menudo se pierde en el estrépito del día a día, pero que, en la serenidad del silencio, se hace más clara y elocuente.

En la sinfonía cósmica somos notas perfectamente integradas. No somos coincidencias ni elementos aislados en este vasto cosmos sino componentes intrínsecos y esenciales. Esta percepción de interconexión profunda y significativa con el tejido del universo es fundamental en el camino del druida y de la espiritualidad celta y se le conoce como Dlí.

En la cosmología druídica no nos vemos como entidades separadas, mas bien nos comprendemos como parte de un todo armónico y continuo. Nos reconocemos como portadores de una chispa divina, una esencia que vibra en sintonía con la esencia misma del universo y esta conciencia nos revela que estamos aquí con un propósito definido y que somos, de hecho, co-creadores activos en la danza perpetua de la existencia.

Haciendo especial énfasis en que reconocer nuestra chispa divina interna no implica una exaltación egocéntrica, ni una epifanía de película, ni una revelación extraordinaria e inmediata, sino más bien que se trata de un proceso de comprensión profunda de nuestra conexión intrínseca con todo lo que nos rodea. Esta chispa divina nos conecta con la red universal de energía, conciencia y espiritualidad, permitiéndonos tomar parte en la co-creación consciente de la realidad, les enseñamos a los nuevos en mi tribu, mi Tuath.

Al reconocernos, asumimos la responsabilidad de nuestras acciones, palabras y pensamientos. Nos convertimos en artesanos que modelan la realidad no solo para nuestro beneficio individual sino para el bienestar del mundo que todos habitamos.

Esta co-creación consciente implica actuar en armonía con los ciclos naturales, respetando la vida en todas sus formas y buscando la armonía y el equilibrio en nuestras interacciones con el entorno. El druidismo abraza la idea de que cada elección, cada acción, agrega una nueva melodía a la sinfonía del universo. Ya sea que sembremos una semilla o gocemos de un tiempo con nuestras familias, tal vez nos especialicemos para ayudar a la comunidad, decidamos confrontar un temor en un proceso que nos haga más fuertes o, nos tomemos un momento para conectarnos con la naturaleza y sus fuerzas, en estos momentos reales es que estamos influenciando esta sinfonía cósmica con nuestras notas, únicas y significativas, cuando no estamos pretendiendo, simplemente siendo, fluyendo en armonía.

Podemos ir un poco más allá y jugar con la idea de que no es una casualidad encontrarse leyendo estas palabras, justo en este preciso momento. A menudo, la vida nos presenta situaciones, encuentros o experiencias en momentos aparentemente aleatorios, pero que, si vemos todo desde una perspectiva más amplia, se revelan como piezas clave en el rompecabezas que, seamos sinceros, es nuestra existencia, y es que no es tan descabellado pensar que si cada acción que tomamos, cada elección que hacemos, cada evento que ocurre a nuestro alrededor, parece estar entrelazado en una red intrincada de causalidades que nos guían hacia un propósito mayor, en el contexto de estar leyendo estas palabras ahora, se plantea evidentemente la noción de que hay una sincronicidad en el universo que nos lleva a este punto exacto.

Para nosotros los druidas, la sincronía con la Dlí es la danza cósmica de las voluntades que conectan todos los aspectos del universo. Por eso observamos tanto cómo todo en la naturaleza está en constante movimiento y cambio, y cómo estos movimientos están interrelacionados y ahí, en ese movimiento de la gran canción yace el Imbas.

El Imbas es la inspiración divina, el concepto esencial en el druidismo irlandés que podría entenderse como una forma de sincronía divina. En la tradición, la inspiración que fluye a través de los druidas y nos permite acceder a un conocimiento profundo y a una comprensión de la verdad cósmica que vibra en la armonía de la gran canción a través de la cual se manifiesta.

La gran canción, otra metáfora poderosa en la perspectiva druídica que como es de imaginar, representa la armonía universal que subyace en todas las cosas. De nuevo, los druidas creemos que todo en la creación, desde las estrellas en el cielo hasta las piedras en la tierra contribuye a esta gran canción, cada uno con su propia nota, en la melodía de la existencia.

Esa canción que llamamos cada vez que pensamos en el sur, que cargamos en nuestras espaldas, que resguarda nuestras historias y que recuerda los pasos que dejamos atrás, Séis.

--

--

DvbhDair
Laguna Serpiente

Druida, Artista e ilustrador. Ardmháistir de LAFRION