Tiempos de tribu

La trascendencia de la tribu en la espiritualidad celta emerge como un tema que nos invita a sumergirnos en las profundidades de una antiquísima y próspera cultura.

DvbhDair
Laguna Serpiente
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4 min readFeb 14, 2024

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La conexión intrínseca con la comunidad y la familia desempeñaba un papel no solo crucial sino fundamental en la existencia de los individuos. Los celtas, a lo largo de su vasta historia y en diversas regiones de Europa, no solo experimentaron la vida en sociedad sino que dieron forma a un sistema complejo de clanes y tribus que se erigieron como pilares esenciales de su espiritualidad.

Este arraigo en la tribu no se limitaba a una simple convivencia; más bien, constituía un tejido interconectado de relaciones, creencias y prácticas que conferían significado a su existencia cotidiana. La tribu no solo representaba una unidad social sino que se elevaba a la categoría de entidad espiritual, fija en la veneración de los antepasados, la reverencia por la naturaleza y la cohesión comunitaria. Este sistema, lejos de ser una mera estructura organizativa se convertía en un canal a través del cual los celtas exploraban su espiritualidad, compartían sus experiencias y encontraban sentido en su conexión con lo divino y lo terrenal.

La tribu se convierte así en un medio a través del cual los celtas vivían, compartían, creían y encontraban significado en su viaje espiritual.

Esta conexión profunda con la tribu sigue siendo una parte fascinante e integral de la herencia celta, proporcionando un vínculo perdurable con una rica tradición que trasciende el tiempo y el espacio.

El desarrollo del ser, entendido como la evolución consciente de la persona, se ve profundamente influenciado por las interacciones dentro de la tribu.

Dentro del marco de la espiritualidad druídica, la tribu se erige como un elemento esencial en el intrincado proceso iniciático de la conciencia individual. Desde tiempos remotos, las Túath han servido como un tejido social y espiritual donde los individuos no solo descubren su identidad, sino también encuentran un propósito profundo. Así, el desarrollo del ser, concebido como la evolución consciente de la persona, se encuentra ligado a las dinámicas y relaciones dentro de la tribu.

TUATH LAFRION durante la celebración de Oíche Shamhna año 3394 e.c, Guatavita (COL)

Las interacciones en el seno de la tribu se manifiestan como poderosos catalizadores en el camino de cada individuo hacia una mayor comprensión de sí mismo y del mundo que le rodea. La conexión con otros seres humanos, el intercambio de sabiduría ancestral y la participación activa en rituales colectivos se presentan como elementos transformadores según numerosas tradiciones espirituales. La tribu, entonces, no solo sirve como un espacio de pertenencia sino como un crisol donde la conciencia individual se forja y se eleva, adquiere un papel aún más significativo al actuar como guía y facilitadora de la búsqueda espiritual. Las interacciones dentro de la tribu se convierten en una senda hacia el descubrimiento de conocimientos profundos y la adquisición de perspectivas que enriquecen la comprensión del individuo sobre su propio camino espiritual.

Los rituales compartidos dentro de la tribu no solo fortalecen los lazos comunitarios, sino que también abren portales a niveles más profundos de consciencia, promoviendo así el florecimiento interior.

En este contexto, la Túath es un organismo vivo que nutre y desafía a cada miembro, brindando oportunidades para el crecimiento espiritual. La pertenencia a una tribu druídica no solo implica compartir creencias comunes, también implica participar activamente en la co-creación de experiencias que elevan la conciencia colectiva y, por ende, la individual.

TUATH LAFRION durante la celebración de Lá Lughnasadh año 3394 e.c, Guatavita (COL)

La importancia de abrazar la tribu en la práctica del druidismo se manifiesta en su capacidad para nutrir el alma en un mundo cada vez más desconectado.

Enraizados en la riqueza de la comunidad, los druidas contemporáneos descubrimos una fuente inagotable de apoyo, comprensión y crecimiento personal. La tribu se erige como nuestro tejido social, el que nos sostiene en nuestra búsqueda espiritual, proporcionando un espacio sagrado donde nuestras experiencias se entrelazan, nuestros conocimientos se comparten y el florecimiento personal se convierte en un acto colectivo.

El practicante de druidismo descubre en la tribu una respuesta a la soledad moderna, una invitación a compartir las cargas y alegrías de la existencia con aquellos que comparten un camino espiritual común.

Para el druida, la tribu se convierte en un altar viviente donde se ofrenda sabiduría y guía. Al asumir su papel de líder y consejero, el druida se convierte en el arquitecto de un espacio sagrado donde las almas pueden florecer y los lazos se fortalecen. En este intercambio constante, el druida encuentra no solo un propósito, sino también una responsabilidad hacia la preservación y transmisión de las antiguas enseñanzas a las generaciones venideras.

En el tejido del tiempo, entre el ayer y el mañana, nuestros corazones convergen y nuestras almas entrelazan sus historias.

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DvbhDair
Laguna Serpiente

Druida, Artista e ilustrador. Ardmháistir de LAFRION