¿Quién se queda a ver los Óscars? (Una anticrónica)

Domingo 26 de febrero, 22:07. Hace un sueño tempranero de abuelo pero me dispongo a ver en directo, un año más, la ceremonia de los Óscars. No menosprecio el reto: aguantar solo y sin Red Bulls un ladrillo de tres horas que acabará al despuntar el día. La gala no me apetece mucho pero hay ganas de cubrirla aquí en directo, y la cita con estos premios tiene algo de tradición amable.

22:14. Localizo un par de streamings de confianza, enciendo la tele y hago tiempo con ‘Venganza’: Liam Neeson golpea con exactitud milimétrica a mucha gente y eso me parece bien. En Twitter alguien vaticina éxito para ‘The Artist’. Es noche, parece, de cine francés.

22:35. 2008, Liam Neeson golpeando a terroristas. 2011, Liam Neeson golpeando a lobos. 2014, Liam Neeson golpeando bloques de hielo.

22:43. Enchufo la PlayStation3 y me dedico un rato a ‘Metal Gear Solid 2’: he recuperado la saga gracias a la ‘HD Collection’ y ya voy por los últimos compases del paquete. Sigue siendo el bicho raro del conjunto, pese a la integración que logró años después ‘MGS4’. Aún así, bien.

22:51. David Serra y Juanjo López van tuiteando sobre los premios. Juanjo (@melontajaenmano) anuncia “Esta noche, si el streaming y el sueño nos lo permiten, contaremos los Oscar (por escrito) con @lainercia”. Quedan algo más de dos horas para la cita y los ojos se me cierran mientras disparo como un loco contra Vamp.

23:04. Liam Neeson golpeando a Urdangarin. Liam Neeson golpeando a Justin Bieber. Liam Neeson golpeando a la prima de riesgo. Liam Neeson golpeando setos. Liam Neeson golpeando exposiciones de ARCO.

23:47. Han capturado a Raiden y me quedo dormido a media conversación de códec.

En la foto: reconstrucción de mi estado durante los Óscars.

23:48. La primera vez que descargué ‘Venganza’ resultó ser una porno con Gianna Michaels. No estaba mal. Ahora mismo, en mis ensoñaciones, se me presenta como mejor opción cinéfila que los oscarizables.

23:50. Entro en un profundo sueño que me evita tener que ver la alfombra roja.

Lunes, 27 de febrero, 1:34. Me despierto en el sofá, baldado. La excursión de la mañana (breve y ligerísima, por otro lado) y la falta de sueño me han dejado en desventaja ante la madrugada en vela. Miro el reloj y reconozco que los premios no me motivan tanto, que las galas son puro sopor y que los nominados de este año ni fu ni fa. Recojo el chiringuito y anulo, sin avisar, el intento de liveblogging.

1:58, nada aproximadamente. Para amenizar la espera, David Serra enlaza en Facebook la versión de ‘All the single ladies’ de Wing. Ojalá estuviera despierto para reírme un rato. Recuerdo la aparición de esta señora en ‘South Park’ y me regaño por no haberla sacado aún en Lo Puto Peor.

9:38. Leo en IGN.com, ya recompuesto y cafeinado, los premios entregados. Repaso la cobertura de alguna otra web y compruebo de la que me he librado. En twitter aún duran los llantos y las quejas, como si se hubiera anunciado una segunda reforma laboral o el equipo de fúmbol patrio hubiera perdido otro mundial.

9:46. Echo un vistazo al twitter de Juanjo López, a quien dejé abandonado. Cerraba el seguimiento así: “Espero que alguien haya leído. Y yo ya me callo, como el personaje de ‘The Artist’. Buenos días. Bon día. #Oscars #twitteroff”

En la foto: Liam Neeson a punto de pegarle a algo.

10:04. Tres cosas buenas que ha aportado la noche: 1, Brett McKenzie se ha llevado la estatuílla. ¡Un Conchord tiene un Óscar!

10:05. 2, ‘Rango’ obtiene el de mejor peli animada del año. Lo merece. Sin quitar valor a ‘Chico y Rita’: es una trampa creer que cada año sólo hay una gran película por categoría. Los premios en cultura serían más justos si hubieran más ex-aequo, más desiertos o, directamente, no se dieran. Aplicar el modelo deportivo-futbolero a algo tan diferente no tiene más sentido que el autobombo o las ganas de dinamizar un poco la taquilla.

10:06. A media gala, David Serra escribía: “Hugo se está llevando todos los Oscar de chichinabo.#atopeconlososcar Pero que grandes que son…”

10:07. 3, el numerito de Sacha Baron Cohen, liándola de nuevo en la alfombra roja. ‘The Dictator’ parece algo menor respecto a sus pelis anteriores, pero el sketch ha hecho que ya me caiga simpática.

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10:12. Recuerdo otras galas: seguidas con amigos; en solitario y a retazos escuchando la radio en la cama; frente al ordenador aliviando la pesadez con messengers, twitters y facebooks… Me acuerdo con nostalgia tontorrona de hace mucho, mucho tiempo con Jaime B. y otros en mi casa, o de aquella vez en la que Jose, Cano y yo pusimos fin al maratón bajando a por un croissant y un café.

11:57. Me llama Pablo, de Onda Cero, para hacer nuestra habitual sección de crítica televisiva. Hablamos de la gala, del poco sentido que tienen estas cosas y de lo rancio del formato, pero aún así todos lo vemos y lo convertimos en la noticia del día siguiente. La entrega de los Óscars es muy poca tele y nada de cine, ¡pero qué evento!

12:23. Alguien se me queja con indignación de la excesiva atención a ‘The Artist’. A mí me da pereza y doy la razón sin ganas. ¿Saben? No me apetece ver la película. Especialmente desde que vi al actor protagonista recoger el Globo de Oro poniendo morritos.

En la foto: gente que se gusta a sí misma.

12:26. Me gusta el cine porque me gusta ver películas. Una vez salgo de ellas, disfruto los posos que me quedan. Críticas, premios y listados no hacen más que desconectarme de mi experiencia personal. De algún modo, devalúan lo que la película me ha dado. Y hace que me guste un poco menos el cine. Como una especie de lado oscuro de lo paracinematográfico.

12:29. Antes, hace diez años o más, sí tomaba los premiados y nominados como una lista de deberes y me obligaba a verlo todo. Hoy ya no estoy para monsergas; si quieren convertir sus aficiones en trabajo forzado, que se apañen solos.

15:05. Raúl, Cano y yo en nuestro cuartel general habitual, el bar de Natalia y Julio, preparamos el guión del programa de mañana. Comentamos rápidamente los premios y enseguida pasamos al tema de interés: ¡ayer echaron ‘Venganza’!

16:13. Volvemos cada uno a sus respectivas labores. Me siento frente a la pantalla repasando por última vez los agraciados (‘Hugo’, ‘The Artist’, ‘La dama de hierro’…). Bostezo y abro la cartelera del cine más cercano: ¿a qué hora ponen ‘The Grey’?

V the Wanderer