Tarragona, diciembre, Oktoberfest (Tres Canciones, 149)
Llega por fin diciembre y con él la celebración que estábamos esperando con ansia y desvelo. Sí, señora: la Oktoberfest ya está en Tarragona. La Oktoberfest de diciembre. La Dezemberfest. O algo. Sin que nadie sepa el porqué, y como una especie de enternecedor milagro navideño, nuestras calles se llenan de carteles en los que un orondo bávaro luce jarra de litro y anuncia “la auténtica fiesta de la cerveza”, “directamente desde Alemania” y “100% para toda la familia”. La Inercia no iba a perder ocasión de traerles una crónica de tamaño macroevento cultural. Desde allí, bratswurt y cerveza en mano, les recomendamos los tres temazos de la semana.
Tarragona, diciembre. Fuck logic.
La elección de Raúl
NIÑOS MUTANTES — AYER (CANCIÓN ALEMANA)
Llego cuando apenas hay gente. Empieza el goteo justo ahora pero presumo que la asistencia será masiva, a la altura de la brutal promoción que ha hecho esta empresa de alemanes afincados en Burgos que pasean por Europa su réplica de Oktoberfest. “Hemos venido por romper con la rutina”, me concede un chaval ahogado en una ciudad pequeña, presto a apuntarse a un bombardeo. Los organizadores me dicen que el ambiente no es el de un botellón, sino familiar, entrañable, de día festivo. Por eso tienen ahí afuera dos tráilers de cerveza y pueden avisar a otro si la tarde se tuerce.
En el fondo tienen razón (el público es variado, hasta infantil) aunque a mí tantísima mesa dispuesta en el Palau Firal de Tarragona me recuerda a la Ovella Negra de Poble Nou: un hangar, sin más detalles ni concesión a matices, dedicado al bebercio en bruto, animalesco, jolgorioso. Me esperaba yo estands (no una puta barra) con más diversidad de cerveza y alimento, más camareras te(u)tonas, más guiños.
Cosplay tradicional. Con cuatro retoques, dobla como Santa Claus.
Aunque suena música tradicional bávara y preside el cotarro una inmensa foto del castillo de Neuschwanstein, el olor a sucedáneo es demasiado lastre (¿qué queremos? ¡Ni esto es Munich ni es octubre, ni siquiera en El Corte Inglés!), así que le devuelvo al ‘Tarracoktoberfest’ otra cosa alemana forzada y pilladísima por los pelos. ‘Ayer (canción alemana)’ es un pop-rock muy en el terreno de los mejores Niños Mutantes, aquellos que nos marcaron hace unos años con melodías y guitarrazos a un tiempo. Tiene poco de germano, así que no desentonaría sonando aquí.
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La elección de V the Wanderer
SMOKIE — LIVING NEXT DOOR TO ALICE
Que sí, que en esta ciudad hay poca vida cultural y poco variada, que los garitos son los de siempre y ya nos tenemos todos fichados. Vale. Pero también hay mucho margen para el desconcierto, para el absurdo, para cartelazos que anuncian submundos e interculturalidades de saldo. Busquen bien y encontrarán dinosaurios a tamaño real, encuentros con ministros del Fuego Divino que traen el Reino de Dios sobre Catalunyan (sic) o cosas como esta Oktoberfest de diciembre. Ésta es la Tarragona que amo, y con cosas así no les costará sacarme de casa.
En La Inercia somos muy de tradiciones de toda la vida.
Insisto a mis compadres y nos plantamos allí. Los cartelones siguen anunciando la fiesta como la “auténtica”; reclamo curioso porque, aunque no se ha sabido aún de Oktoberfests falsas, si una reúne papeles para serlo es ésta. El desangelado recinto del Palau se ha llenado de mesas largas y música repetitiva en un pobre intento de reconstruir un bier garten pero, ey, hay algún traje bávaro por aquí y allá y un arrugado fondo de Neuschwanstein. La autenticidad nos sobrecoge.
Adrián propone hacer crónica de la cosa pero concluimos que ya veremos, que parece que no da para mucho. Tomo nota de lo que va sonando en el hilo musical: el consabido popurrí de ‘Grease’, una horrible versión de ‘Que será, será’ con Casiotone y ‘Living Next Door To Alice’ (o ‘Who The Fuck Is Alice’), tema de melancólica letra pero ideal para canturrear en una borrachera media, de aire festivo, alegre, muy de anuncio de cerveza. El único que pega aquí, vamos.
Cultura, gastronomía, tradición, etc.
Siempre me ha gustado este tema (de pre-adolescente me tuvo incluso obsesionado) y llevaba tiempo queriendo pasearlo por esta cita semanal. Así que, mientras doy cuenta de una weisswurt y medio litro de cerveza negra y veo concursos de beber jarras de un trago (ganadora: 10 segundos; premio: otra jarra), me digo que ya tengo recomendación de la semana y que, oye, esta simpática e impostada Oktoberfest tarraconense y decembrista bien se ha ganado un espacio en esta santa página.
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La elección de Withor
MUSICAL RAINHA– OKTOBERFEST
Una fiesta que consiste exclusivamente en comer salchichacas y beber cerveza hasta morir, pues oye, parece un buen plan para un insulso jueves de constitución. Y eso que a mí nunca me ha hecho excesiva gracia la consabida Oktoberfest.
Alguien me dijo una vez que quería ir a Múnich para vivir la fiesta en sus propias carnes y yo pensé que lo último que haría en mi vida es viajar hasta Alemania exclusivamente para comer salchicacas y beber cerveza.
Ojo al tipo de la izquierda y su no-disfraz. Como es natural, eclipsó a los demás.
Tengo la sensación de que la Oktoberfest es la típica celebración mitificada y que en caso de asistir puedes acabar decepcionado. Porque vas allí esperándote un festival y te sucede como a Quim Monzó cuando fue a la orgía, que se esperaba una macedonia de cuerpos sudorosos y excitantes y al llegar se encontró con que estaba totalmente solo, con el bote de vaselina en la mano.
Ayer comí unas patatas fritas, probé la salchicha blanca de V (me refiero al Weisswurst, no a su Fassbender), se bebió cerveza, nos reímos con la gorda (Cano dixit) futura borracha, vimos una hucha en todo su esplendor y en general pasamos un buen rato. Y todo ello, sin necesidad de viajar a Múnich. Quizás no era el Oktoberfest, pero tampoco nos importó demasiado.
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