Tortas contra Capcom
Los crossovers de tortas de Capcom, sean mejores o peores juegos, siempre me dan alegría: son la prueba de que el medio aún sabe tomarse a sí mismo con sana ligereza, que los diseñadores entienden que el videojuego y la cultura pop tienen mucho de caja de juguetes. Hay pocos placeres comparables a agarrar a nuestros personajes favoritos y hacer que se fostien sin motivo, pam pam, placa placa, éste es más fuerte que aquél, aquél le gana de pelea al otro. Por ello, mientras esperamos a que la veterana compañía japonesa se decida a anunciar un ‘La Inercia vs. Capcom’, les dejamos ahí con siete cruces llenos de obsesión enciclopédica y coloridas tortas.
El germen de todo el meollo ‘Versus’ vino, seguramente, de la perezosa política de Capcom de reciclar material: con ‘X-Men: Children of the Atom’ y ‘Street Fighter Alpha 2’ amortizados, a los de Osaka les costaba poco juntar personajes y anunciar bombazo. Putos vagos, Capcom. La tendencia del modding, del MUGEN y el fangame hecha plan de empresa, pero ya ven: la idea era cojonuda y nos moló a todos. Ese apretón de manos entre Cíclope y Ryu es ya historia del videojuego.
Las prácticas iterativas de Capcom mandaban que ‘X-Men vs. Street Fighter’ no se quedara en un caso aislado, y así fue. Aunque a ratos parece más bien una versión ‘Super Ultra Turbo’ de su antecesor (putos vagos, Capcom), la ampliación del roster y el desmadre que conllevaba hicieron de este ‘Marvel vs. Capcom’ una cosa imperdible. Los exageradísimos combos, estilema principal de la serie, empezaban a rozar aquí cotas de locura gorda.
‘Marvel vs. Capcom’ estuvo bien, pero no dejaba de ser una entrada de transición. La explosión del concepto, su cristalización y sublimación, llegaría con la segunda entrega. La plantilla engordó hasta la superpoblación, el ritmo se aceleró, los combos se convirtieron en un trance de tortas, rayos y colorines y todo subió, en general, varios escalones de golpe. Hasta a su extrañísima banda sonora (“I wanna take you for a ride”) le cogimos el punto. Sigue siendo una referencia en el género de curtirse el lomo y ni siquiera su esperadísima secuela, a la que no he echado horas suficientes, lo ha desbancado. Cima.
Antes uno era de Capcom o de SNK, con la posible tercera vía de ‘Mortal Kombat’ y su estilo poco refinado y muy americano. Los de Megaman eran los jefes del mainstream, con el beneplácito de crítica y público, mientras que SNK se configuraron, con marcas como ‘Art of Fighting’ o ‘Fatal Fury’, como alternativa sibarita. Después de petarlo con su propio crossover interno (‘King Of Fighters’) y visto el éxito de los anteriores “Versus”, era inevitable que los dos grandes nombres de Osaka se ablandaran el lomo. El roster es guapo y las tortas finas, pero lo que más gracia me hizo, fíjense qué tontería, fue el intercambio de ilustradores para el menú de selección de personajes.
Otra secuela continuísta, más expansión que juego nuevo, que sin embargo hizo un excelente trabajo para definir una personalidad propia: si ‘MvC2’ apostaba por el locurón cinético y el exceso de información visual, el encuentro con SNK se perfilaba como la alternativa calculada, medida, mucho más estratégica. Aunque los sprites fueran los mismos (putos vagos, Capcom) la manera de jugar recogía mucho de la filosofía del invitado. Habría que recuperarlo.
Este ‘Tatsukono’ fue un cruce condenado a la segunda fila desde su ideación: sólo se editó en Wii y la mitad de su plantilla era prácticamente desconocida fuera de Japón. Tatsunoko es una veterana compañía de anime que está detrás de hitos como ‘Speed Racer’, ‘Comand0 G’ o ‘Chicho Terremoto’, pero la mayoría de sus iconos no han salido de casa. Sin la internacionalidad de la Marvel o el caché de SNK, el reclamo era mucho menos poderoso. Por culpa de esto, a muchos se les escapó una entrega solidísima, muy cercana en espíritu a ‘MvC’ pero con un sentido aún más festivo y colorido. La inclusión de los personajes gigantes (que aguantan la de dios y meten ostias como barcos pero a cambio no pueden formar equipo) es pura japonismo cool. Después de mil problemas de licencias consiguió llegar a occidente para acabar vendido a precio de saldo. Merece un relanzamiento.
El ciclo “Versus” se cierra, por ahora, con un regreso al minimalismo (relativo) de los orígenes: de Capcom reducimos a ‘Street Fighter’ y del rival, Namco, nos centramos en su saga insignia, ‘Tekken’. Puede deberse al tirón de ambas marcas, a la disparidad de estilos entre los de Pac-Man (si ya es difícil imaginar a Ryu contra Heihachi, imaginen si añadimos a Sophitia) o, lo más probable, a que resultaba más fácil reutilizar el trabajo ya hecho para ‘Street Fighter IV’. Putísimos vagos, Capcom. De todos modos, el cruce es mejor de lo esperado y, aunque no llega a tener el carisma o el rollo eventful de otros crossovers, la mezcla de estilos funcionan sorprendentemente bien. Los luchadores de ‘Tekken’ salen ganando con el aire de cómic desbarrado de la Capcom moderna. Supone uno que el siguiente paso, por mínimo esfuerzo, es un ‘Capcom Vs. Namco’ como dios manda. O ‘La Inercia Vs. Capcom’, insistimos.