Tres canciones, 184: Cuatro velas

La Inercia Micronación
La Inercia
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5 min readAug 17, 2013

Está la nación loca porque La Inercia cumple cuatro años y nosotros, buena gente, nos sentimos en la obligación de celebrarlo. Para ello, nos proponemos rizar el rizo y superarnos en lo que mejor se nos da, que no es marcar tendencia ni sentar cátedra sobre cultura sino el autobombo más repugnante y descarado. Nos gustamos entre nosotros y volvemos a recomendarles temas que ya han pasado por esta sección, faro del buen gusto, pero con una vuelta de tuerca: cada uno les trae una recomendación anterior de otro de nosotros. No flipen todavía y lean, lean.

La elección de V the Wanderer:

la anterior elección de Withor

THE NEW RAEMON — TÚ, GARFUNKEL

Me van a perdonar el toque onanista (ya es tarde para echarse atrás de todos modos), pero The New Raemon es uno de esos nombres que asocio a esta santa casa. No porque sea una suerte de ídolo o gurú (nos cae bien), sino porque lo descubrí una vez arrancado el invento, lo recomendó Adrián en una edición temprana de esta sección (la 29 de 184 que van), luego lo vimos en vivo y en coleando en el Palmfest (cita que, para nosotros, es pura Inercia) y hace poco lo vi en mi Palma de acogida, en el primer concierto tras mi mudanza. Si echan un vistazo a los tres textos notarán un progresivo acercamiento, una evolución en nuestra relación, una cosa casi como de amor paramusical.

Y ahí el corazón del asunto: durante estos cuatro añazos, La Inercia ha sido una excusa para acercarme a la música, para no dejar de descubrir y de aprender y, sobre todo, para disfrutarla con intimidad o con aplauso sonoro. Se han tejido unos hilos que hilvanan mi vida, sea con momentos concretos o con fuerzas abstractas siempre presentes; me ha mantenido en contacto con estos tres negros de alma con el funk siempre presto y el verbo disparado, estos tres hermanos paramusicales, y también con ustedes, esos dos, tres o hasta cuatro valientes que nos siguen en lecturas, en asaltos radiofónicos o hasta en chutes de inframúsica en salas oscuras.

‘Tú, Garfunkel’ es un poco la canción estrella de uno de los cantautores barbas que sí nos caen bien pero también está ahí, disimuladamente y sin hacer ruido, ilustrando la historia de cuatro años de mi vida que no cambiaría ni por un ejércitos de roboces y tiranosaurios mecánicos. Ni aunque disparasen láseres por las encías.

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La elección de Withor

la anterior elección de Raúl

ASTRUD — HAY UN HOMBRE EN ESPAÑA

Hace algunos días celebré internamente el tercer aniversario de la primera vez que me cagué en Raúl por algún asunto relacionado con la Inercia. Fue el 13 de agosto del 2010. Aquella semana había sido una buena semana. Estaba de vacaciones. Aún no había transcurrido ni un mes del segundo iniestazo. Y era lunes o martes y yo ya había decidido cuál iba a ser mi trescanciones de la semana.

La historia no tiene un final enrevesado. No ha pasado por las manos de Lindelof, ni habrá giro de guión de última hora. Es tan previsible como que cuando fui a recomendar mi canción, vi que casualmente Raúl había escogido la misma esa semana. De entre los cientos de decenas de millones de canciones (aproximadamente) que alguna vez se han llegado a grabar, esa semana ambos pensamos en la misma, como los amigos que se enamoran de la misma mujer.

Por aquella época, reconozco que el trescanciones ocupaba mucho más tiempo en mi cabeza. Durante la semana iba pensado qué podría recomendar el viernes, y si llegaba el jueves y aún no lo tenía decidido empezaba el tembleque. Ahora ya no. Con más de 180 trescanciones por delante, algunos entierros y unas cuantas experiencias vitales más, sé perfectamente que cuando llegue el viernes sólo necesitaré cinco minutos para dar con la canción y la excusa perfecta para hablar de ella.

Pero en aquel momento no. Por eso me cagué en Raúl. Por eso hoy recupero para todos vosotros esta bella tonada.

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La elección de Raúl

la anterior elección de V the Wanderer

THE LOVIN’ SPOONFUL — SUMMER IN THE CITY

Los historiadores no se ponen de acuerdo, aunque la corriente mayoritaria consensuó por fin que La inercia se gestó en julio y nació en agosto. Como con la Alta Edad Media y la Baja, dan igual las fechas exactas. Para mí, esos albores quedan atávicamente asociados al verano, al calor, a las vacaciones, a los viajes, a la fiesta mayor, a la feria de pueblo. Y hay canciones que aglutinan todo eso, como en un sello de calidad. Este tema me resume bien lo que han sido estos cuatro años de sondeo y descubrimiento.

A mí, siempre fatalmente lego en los 60, ‘Summer in the city’ me la enseñó V hace cosa de un trienio y desde entonces vuelvo a ella a veces, a recrearme en ese retrato sesentero y lúcido del estío: bochorno asqueroso y sofocante de día, jaroteo redentor por la noche en busca de fresquito, chupitos y mujeres. Si lo piensan, es un lujazo de canción del verano que, más allá de la transitada poética de la ciudad vacía en agosto, cuenta también lo pegajosamente jodido de esta estación. Mola maldecir con ese swing.

Los comienzos, de La inercia o de los veranos, tienen algo de fascinante, o de ilusión despuntada ante lo incierto. Qué decir del monstruo en el que se ha convertido esta página, casi siempre más diván que medio de expresión. Y el Tres Canciones fue quebradero de cabeza alguna vez (por eso de la alta responsabilidad de dirigirse a la inmensa minoría) pero casi siempre tribunilla placentera y terapia gratis. Nacho Vegas a un lado, ‘Summer in the city’ no es para mí tanto la canción de La inercia sino la de su arranque, aquel inicio espontáneo y desordenado.

Y lo es, más allá de esa asociación casi sensorial con el verano, por un dato numérico y objetivo a rabiar: desde hoy se convierte ya en el tema más recomendado en este nuestro sacrosanto altavoz. Así es: Adri también la recetó hace casi un año y hoy yo, para celebrar la efeméride, quería cerrar el círculo. Un poco por saldar esa cuenta pendiente y otro por equilibrar el universo y darle karma a La inercia, y con esa paz de espíritu seguir en esto, yo qué sé, tres o cuatro décadas más.

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