Tres canciones, 216: Geocodificación inversa

La Inercia Micronación
La Inercia
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4 min readMar 30, 2014

Después de horas de negociación, los altísimos ejecutivos de La inercia han llegado a un acuerdo que, en principio, satisface a ambas partes, e incluso a tres o cuatro, a un par de lobbis y a tres directores generales a elegir. La firma del convenio, cerrado ya de madrugada entre jefazos en una sala de reuniones de un rascacielos, plantea que tres canciones serán recomendadas para gusto y honra de los lectores, y así resolver las dificultades que hasta ahora presentaban los fines de semana sin música de la buena. La comunidad musical se felicita por ello.

La elección de V

‘O’ Level — Pseudo-punk

Tengo una cosa muy arraigada contra los Farsantes, acaso porque me preocupa ser uno. Por culpa de mis paseos por los bosques creativos, académicos y de la crítica cultural, me los he encontrado de todo pelaje y todos los colores. Son esa gente que sabe de todo y de todo opina, que se apresura a señalar los vacíos de conocimiento y los errores de juicio de los otros, que subrayan su propia opinión con boli dorado.

Por otra parte, guardo no menos aversión por los Repartidores de Carnés, aquellos que deciden quién es auténtico y quién no. Los Protectores, que ponen la cinta en la puerta a todo aquel que no conozca tal maqueta o no haya leído tal cómic de finales de los cincuenta (internet está lleno de Guardianes de la Alta Baja Cultura, vigilen), andan por ahí construyendo Farsantes de paja contra los que arremeter para colgarse medallas.

A lo mejor es que Farsantes y Auténticos son, en el fondo, la misma clase, como una ruptura esquizofrénica fruto de la saturación cultural en la que intentamos mantenernos a flote. Yo me reivindico, una vez más, en el medio, como un tipo que sabe algo y le falta por saber mucho, que intenta disfrutar de lo que le parece bien y aprender un poco más si las neuronas le dejan. No sé si a los ‘O’ Level, que cargaban aquí contra los farsantes del punk, esto les caería demasiado bien. Voy a tener que romper otro carné.

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La elección de Withor

YUSUF — DON’T LET ME BE MISUNDERSTOOD

¿Quién es Yusuf? Su voz te resulta familiar y su estilo te recuerda a alguien al que has escuchado decenas de veces. Pero no caes. ¿Quién será Yusuf? Preguntas en las tiendas de música –estamos en el año 2006, estos negocios aún existían y tú no tenías Internet en el móvil- y te desilusionas cuando te enteras de que sólo ha publicado un disco en toda su vida. ¿De dónde habrá salido este tipo? ¿Por qué pese a su evidente edad avanzada no ha grabado nada más? En definitiva, ¿quién es Yusuf?

Yusuf es Steven Demetre Georgiou. O, lo que es lo mismo, el artista anteriormente conocido como Cat Stevens y posteriormente como Yusuf Islam. A este juego de nombres hay que añadirle un cuarto elemento: Yusuf. Después de 26 años sin sacar un disco como Cat Stevens y tras 11 siendo conocido como Yusuf Islam, al bueno de Steven le picó el gusanillo de romper por una vez la relación entre música y religión y echarse unos cantecitos laicos. Para evitar un brusco encontronazo con su pasado, Demetre Georgiou decidió no utilizar el seudónimo de Cat Stevens. Y siendo un álbum profano, no quería utilizar la palabra Islam. La solución por la que optó, Navaja de Ockham aplicada mediante, fue la de eliminar su apellido.

Así pues… ¿quién es Yusuf? Un músico que vale mucho la pena. Un islamista al que le apetece cantar ‘Don’t let me be misunderstood’ sin reparos. Una persona que ha sido muchas personas a la vez, siempre en búsqueda de la tan ansiada paz interior.

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La elección de Raúl

JUNCO Y DIAMANTE — ALT PENEDÈS

La geografía o los mapas políticos centran a veces buena parte de nuestras conversaciones. La charla puede animarse hasta el navajazo si se indaga en, por ejemplo, qué provincia tiene más habitantes, si Tarragona o Alicante. Luego Google zanja el tema con alguna que otra sorpresa, dejando vencedores y vencidos. La hiperconexión, que permite saberlo todo al instante, ha acabado con las apuestas y con la magia de dejar sin solución un problema, flotando la incógnita del enconado debate demográfico.

En ese trivial callejero e improvisado, alguna vez hemos jugado, como todo el mundo, a las capitales. Lo que es más grave es haberlo hecho con las comarcas, lo que ha acabado destapando carencias de la EGB o, cuanto menos, descompensaciones imperdonables para llevar una vida íntegra en la edad adulta: saber cuál es la capital de Madagascar pero no tener ni idea de colocar el Alta Ribagorça en un mapa de Catalunya. Elegir cuál es para ti tu comarca favorita o la más prescindible es también un pasatiempo.

Esta canción y su disco parecen una broma así, llevada al extremo absurdo: el álbum se llama ‘Las comarcas de Catalunya Vol. 1’: un tema por cada una de las 42 comarcas catalanas. Tal experimento, a cargo de David Rodríguez y Joe Crepúsculo, se me antoja una suerte de velado choteo tontorrón del nacionalismo, sólo con mentar la etiqueta: buena parte del indie español cantando a la idiosincrasia del territorio catalán.

En verdad, no hay gesta ni mito ni política (tampoco parodia) sino más bien historias personales o plasmación de lo que cada región puede sugerir. Hay mucha marcianada infumable (imagínense entre tanto material, casi un ‘Salmón’ de los himnos comarcales) pero también joyitas dulces como ésta, a cargo de La Bien Querida, a la que le sienta fenomenal este amago de folclore, de extraña oda a la tierra. Habrá que aplaudir sólo por el ‘tour de force’. El dúo Junco y Diamante ya le ha ganado a Sufjan Stevens, que le iba a dedicar un disco a cada estado norteamericano y se cansó al segundo.

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