Tres canciones, asalto diecisiete
¡Por fin es viernes! Campanita, salivamos y cancioncita, condicionamiento clásico o pavloviano mediante. Podrán con nuestra inaptitud para formar una banda, edificarán nuestra frustración de no ganarnos la vida tocando una guitarra (pero sí con la música, montando una tienda de discos, por ejemplo) pero no flaqueará este reducto de libertad, sin más premisa que la mú-si-ca, la ligera y la metalúrgica. Lector sagaz, ínclita lectora, esta microsección inerciosa que se encamina hacia la mayoría de edad aporta a la causa perdida tres nuevas canciones, tres, del más variado pelaje.
La elección de Raúl
PIRATAS — TECHING
Empieza con programaciones frenéticas, entra la voz ‘lo-fi’ y las guitarras, afiladas como cuchillos, se desbocan en un caos desquiciado que roza la arritmia asfixiante. Con una letra flujo de la conciencia, entre El columpio Asesino y David Lynch, y las imágenes (un corazón lleno de moscas ardiendo en un cajón con una cabeza y un martillo), discurre esta perversión, acaso la canción más oscura de Piratas, que sirve para arrancar el disco ‘Ultrasónica’.
Un sistema nervioso hecho trizas por algo que pasó ayer (¿un desencuentro, una pelea, una ruptura?), el tranquil machine (¿qué es eso?), los reproches, la rabia, la presión de tener que decidir. ¡Qué sórdido y desasosegante es todo! Nada se dice, todo se intuye dentro de una neblina enigmática. Apenas unos segundos para bajar de revoluciones, y luego otra vez la artillería. Y todo se acaba con más ‘loops’, los riffs cortantes y cíclicos y una producción barroca a cargo, quién lo iba a decir, de un Presunto Implicado.
Una canción inquietante, que me pellizca, que me pone de los nervios y que no se entiende, escrita desde el instinto, desde el bajo fondo de la locura a mano izquierda, en la rotonda de las noches torcidas y turbias. Leo por ahí, en la interpretación libre al cobijo de la red y del excelentísimo arte de fliparse, que la letra va sobre la cocaína. No estoy yo para comentarios de texto. En fin. ¡Sacad el animal sin raciocinio que lleváis dentro!
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La elección de V the Wanderer
DAMIEN RICE — I REMEMBER
Ojo, palabras mayores, territorio expuesto: les lanzo ahí una entrada a un lugar que tal vez prefieran no conocer. Ese cuarto oscuro en el que arrinconamos nuestro despecho, nuestra exigencia, el daño que nos hace la fricción con el mundo de fuera. Lo revela Damien Rice, pero ya estaba ahí antes de eso. La primera escucha no es más que la toma de contacto consciente con lo que había dentro. Luego, adicción a esa fragilidad y esa furia infantil.
El desasosiego y la injusticia del amor, sus infinitas e incomprensibles exigencias, la incomodidad ante la ineludible necesidad del sexo. Somos niños solos y asustados aguantando el tipo, pretendiendo ser adultos, pero aquí no valen disfraces. No dentro de estas canciones.
‘I remember’ es un compendio de lo mejor del irlandés: la calmante suavidad de Hannigan (cuando aún colaboraban), los estallidos, la distorsión insólita en un cantautor, los gritos, la rabia, la banda desbocada, el cello de Vyvienne Long. Es también, por lo tanto, una perfecta presentación, una entrada a ese lugar secreto y aterrador donde viven nuestros monstruos.
Otra cosa es que ustedes, personas en orden y de bien, quieran ir allí.
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La elección de Withor
JULIAN PLENTI — GAMES FOR DAYS
Un buen día, el amigo Paul Banks se levantó de la cama, quien sabe si con resaca, cansado de ser Paul Banks. Quería un nombre más molón, a lo Homer Simpsom-Max Power. Dicho y hecho, aunque su elección, Julian Plenti, no sea de mi agrado (con la de nombres cañonazos que hay: Jean Paul Belmondo, Mancuernas Joe, etc.). Por otra parte, Banks (Plenti) también se cansó de ser el cantante de Interpol. Experimentar, hacer cosas nuevas, aportar una visión personal a su música… lo de siempre vamos. Y fue un sonoro fracaso.
Y es que escuchando el muy recomendable ‘Julian Plenti is… skyscraper’ nuestro buen amigo puede soportar el peso de su grupo. Prácticamente todo el disco suena a Interpol, quizás con otro estilo, podría funcionar como caras-B, pero el aura (palabra y película a reivindicar, por cierto) interpoliana está ahí. ¿Algún problema? En absoluto.
Quizás la canción que suena más interpol es esta: Games for days, que contiene todos los elementos característicos de los amigos de Nueva York: contundencia, un gran estribillo, guitarras sonando a guitarras y, por encima de todo, la inconfudible voz de Plenti, que tiene ese nosequé que le aporta un toque especial a las canciones. Y este, particularmente, es un gran single. Un temazo. Palabra de un fan de Interpol. Y palabra de un fan de aquel hombre que un día se cansó de ser Paul Banks.
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