A cada día le basta su afán

H. Sixto Jordán Sánchez, LC

Los días buenos y los días malos no existen. Cada día es maravilloso, bueno, bello, único; desde el momento en que te despiertas y abres los ojos; sientes el latir de tu corazón, percibes diversos colores que se asoman a la vista, te levantas y todo parece ser igual, pero no, es un nuevo día, un nuevo comienzo, una nueva oportunidad. El ayer se acabó y es sólo un recuerdo, el futuro es incierto y sólo vale la pena prever lo fundamental, pero el hoy está en tus manos, ¿qué vas a hacer con él?

Si ayer, al despertarte ya estabas de mal humor, hoy puedes cambiarlo y sonreír. Si te quejaste de la vida que llevas y de las diversas circunstancias que te rodean, hoy puedes ver lo bueno en medio de tantos aparentes males. Una sonrisa, un te quiero o un perdón, un abrazo o un gracias, un buen comentario… de estas cosas que hoy nos parecen tan absurdas o sin importancia está hecha la genuina felicidad.

La felicidad no está en el bienestar económico, en tener cosas y vivir de manera consumista, la felicidad está en aprovechar la oportunidad del hoy, una felicidad que se lucha día con día, en esa oportunidad diaria que damos por hecha, pero que en realidad nos viene de la providencia de Dios.