El método de la oración, ¿existe?

P. Sebastián Rodríguez, LC

Lanzar las Redes
Lanzar las Redes
5 min readJul 4, 2017

--

Cathopic.com

Todo católico practicante podría definir la oración por su propia experiencia. Sin embargo, siempre ayuda profundizar en el tema a través del Magisterio de la Iglesia y las enseñanzas de los santos. En el artículo anterior vimos las etapas y los tipos de oración. Ahora los veremos con mayor detalle, centrándonos en cómo se hace cada uno de ellos y presentando los pasos para orar. Hay que tener en cuenta que santa Juana Chantal decía: “el mejor método de oración es no tenerlo, porque la oración no se obtiene por artificio (por técnica, diríamos hoy) sino por gracia” (“Tiempo para Dios” — Jacques Philippe) . Esto es importante, pues es Dios el que actúa y no nosotros, aunque sí se nos pide nuestro esfuerzo. Y si veremos ahora los métodos, es para ayudarnos de la experiencia de otros. Además, no son métodos específicos o concretos, porque cada uno tiene su forma de orar, sino que nos enfocamos en cosas generales que no deberían faltar en la oración.

Comenzando por los pasos, podemos decir que primero es importante ponernos en presencia de Dios. Invocar al Espíritu Santo con una oración espontánea o siguiendo una oración vocal (cf. Jn 14,26). Luego hacemos un acto de fe, esperanza y caridad. Después nos ofrecemos a Dios, nos ponemos en sus manos. Todo de forma muy natural, recordemos que hablamos con un amigo, con él Amigo.

“Señor Jesús, hoy me encuentro aquí para dialogar contigo y acompañarte. Te agradezco esta oportunidad que me das. Señor, creo en Ti, pero ayúdame a hacerlo con mayor seguridad; aumenta mi fe para verte en esta dificultad que tengo. Confío en Ti, pero ayúdame a confiar más. Me doy cuenta que sólo no puedo nada y contigo todo, por eso aumenta mi esperanza sabiendo que Tú eres incapaz de dejarme sólo porque me amas, no me abandonas, a pesar de que a veces no Te sienta. Sé que me amas incondicionalmente, ayúdame a imitarte; aumenta mi amor, ayúdame a verte a Ti en los demás, a corresponderte ante tanto amor que me manifiestas. Aquí estoy Señor, haz conmigo lo que quieras; de Ti he venido y a Ti volveré, soy Tuyo. ¿Qué quieres que haga?”.

Un acto preparatorio así nos ayuda a entrar más fácilmente en diálogo con Dios.

En segundo lugar vemos el tipo de oración que emplearemos en nuestra oración (vocal, meditación, contemplación), aunque más que ver, pues esto ya se debería traer en mente antes de comenzar, es volvernos consciente de lo que haremos para entrar con mayor concentración. Y en tercer lugar, después de hacer la oración propiamente dicha, es importante dejar tiempo al final para agradecer a Dios y repasar brevemente las gracias recibidas. Concretar las ideas y luces, pues de lo contrario, pueden quedar en el aire. Ayuda también hacer un pequeño examen del método empleado sobre qué fue lo que más nos ha ayudado y qué nos ha costado o qué dificultad tuvimos para poder ir mejorando en nuestra oración.

Pasando al método, comenzaremos con la oración vocal. Podemos decir que es la más sencilla y fácil, aunque no nos debemos descuidar, pues siendo ésta una oración que recitamos de memoria, muchas veces podemos caer en repetir sin darle sentido y por ende no estaremos sacando todos los frutos que Dios quiere de ella. Para esto es bueno volcarnos, poner toda nuestra persona en lo que oro. Si estoy rezando, por ejemplo, el Padre Nuestro, nos puede ayudar leerlo (a pesar de que lo sepamos de memoria), pues así es más fácil el ir despacio, dándole sentido a cada palabra y decir conscientemente lo que decimos. De no ser así, el rezo del Rosario, por ejemplo, nadie lo entendería, ¿para qué voy a repetir 50 veces el Ave María? Pero no, mientras vamos recitando cada Ave María, rezamos en nuestro interior, buscando decir cada palabra con sentido y al mismo tiempo ir meditando en el misterio del Rosario que estamos contemplando.

Para el método de la meditación, siendo esta una oración más prolongada, es muy recomendable comenzar con un acto preparatorio (entrar en presencia de Dios). Luego de eso ayuda tomar un libro (recuerden el artículo sobre las fuentes que podemos usar en la oración), dándole siempre prioridad a la Biblia. Leer un párrafo o un pasaje y después intentar comprenderlo a la luz de Dios. Ver ¿qué pasó?, ¿qué me quiere decir Dios con esto?, ¿cómo puedo corresponder a la invitación que Él me hace? Así buscamos pasar de una idea a la realidad, haciendo viva y eficaz la Palabra de Dios (cf. Hb 4,12). Para esto es necesario usar el pensamiento, la imaginación, la emoción y el deseo, para facilitar el diálogo con nuestro Amigo.

En el método de contemplación, que puede ser perfectamente una parte de la meditación, se busca sentirse amado por Dios teniéndole muy cerca. Se exige para ello una fe grande y por eso es muy recomendable comenzar también con los actos preparatorios. Para la contemplación se toma un texto o idea, por ejemplo, todo el pasaje de las Bodas de Caná y luego de leerlo buscamos entrar en escena. Imaginamos cómo era el lugar, los detalles que habían alrededor, los personajes, ¿cómo actúa cada uno?, escuchar los diálogos, etc. Podemos imaginarnos siendo uno de los meseros. Nos podemos ver nerviosos al darnos cuenta que se nos acaba el vino y de repente vemos a María que nos llama y nos dice: “Haced lo que Él os diga”. Entonces, nosotros mismos somos los que obedecemos a Jesús y llenamos de agua los cántaros. Luego sacamos el agua convertida en vino y se la llevamos al maestro sala. De camino olemos que no es agua y al verla nos damos cuenta que no es transparente. Así, en primera persona, vemos el milagro que acaba de hacer Jesús. En fin, lo que buscamos es ir metiéndonos en la escena y este tipo de oración nos ayuda a conocer íntimamente a Jesús y no sólo contentarnos con un conocimiento intelectual, sino que tener una experiencia personal con Él, ayudándonos a darnos cuenta de cuán cercano es Dios de nosotros.

Sabemos que hay más tipos de oración, pero estos son los principales. El trabajo de la vida espiritual no es fácil. Grandes santos hablan de que es una batalla. Requiere perseverancia, fe, amor, pero cuando uno va obteniendo esa oración sin duda nuestro aprecio y amor a Dios cambian, porque Él entra en nuestro corazón. Tengamos en cuenta, una vez más, lo que dije al inicio y hago propias las palabras de Jacques Philippe: “en la oración lo que cuenta no es lo que nosotros hacemos, sino lo que Dios hace en nosotros durante ese tiempo” ( “Tiempo para Dios”).

--

--

Lanzar las Redes
Lanzar las Redes

“Esta es la red que queremos. Una red hecha no para atrapar, sino para liberar, para custodiar una comunión de personas libres” -Papa Francisco