El silencio de San José

H. Sixto Jordán Sánchez, LC

Lanzar las Redes
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2 min readMay 1, 2017

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San José, el Santo del silencio y de la vida oculta, el padre del Salvador en la tierra, el casto esposo de la Virgen María. Es a este hombre al que hoy conmemoramos bajo el titulo de San José obrero, el humilde carpintero de Nazaret.

Poco se habla de él en los evangelios, y es que él no quería que hablaran de él, quería permanecer en lo oculto, trabajando sólo para agradar a Dios, viviendo de cara la voluntad del Padre y no a la de los hombres. Todo su trabajo, todos su esfuerzos y cansancios ofrecidos por la mayor gloria de Dios. Cuánto nos gusta que los demás reconozcan cuando hacemos lago bien, cuánto queremos recibir buenos comentarios por nuestros logros, cuánto buscamos esos reconocimientos humanos, y sin embrago uno sólo es el reconocimiento necesario, el de Dios, y San José sabía que vivir para Dios era lo realmente importante. Los evangelios no hablan de sus desvelos, de sus preocupaciones, de su cansancio después de un largo día de trabajo, de todo lo que tuvo que pasar para defender y custodiar a su familia, la familia más sencilla de todas y a la vez la más bendecida por Dios.

Así prácticamente no sabemos nada de José, el esposo de María, el padre de Jesús; pero a la vez sabemos lo necesario, que él quería pasar desapercibido, quería cumplir su parte en el plan de salvación, pero hacerlo sólo por amor, hacerlo sólo para agradar a Dios. Esto es lo que hoy nos enseña San José: que es más importante vivir de cara a Dios que de cara a los hombres. Muchas veces otros se podrán llevar el mérito de nuestro trabajo y esfuerzo, pero lo importante es la intención, y es esto lo que Dios ve, lo que tiene mérito de cara a la eternidad. ¿De qué nos sirven las adulaciones humanas si desagradamos a Dios? Las alabanzas y felicitaciones quedarán sólo como palabras, pero los hechos delante de Dios quedaran por siempre.

Por eso pidámosle hoy a San José que nos enseñe a ser fieles trabajadores en todas las obras que Dios nos pone delante, pero que sobre todo podamos tener aquella misma pureza de intención en el obrar, de tal modo que siempre veamos el parecer de Dios ante lo que hacemos antes de ver la opinión del mundo.

El justo crecerá como un lirio
Y florecerá eternamente delante del Señor

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“Esta es la red que queremos. Una red hecha no para atrapar, sino para liberar, para custodiar una comunión de personas libres” -Papa Francisco