¿Quién era San José?

H. Sixto Jordán Sánchez, LC

Lanzar las Redes
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3 min readMar 10, 2017

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Señor, ¿quién entrará bajo tu tienda y habitará en tu montaña santa?
El que es irreprochable y actúa con justicia, el que dice la verdad de corazón y no forja calumnias;
el que no daña a su hermano ni al prójimo molesta con agravios;
el que menosprecia al criminal, pero honra a los que temen al Señor;
y si bien al jurar se perjudicó, no se retracta de lo que ha dicho; el que no presta dinero a interés ni acepta sobornos para perjudicar al inocente. Quien obra así jamás vacilará.

Hoy comienza la novena a San José, el casto esposo de la Virgen María y padre de Cristo en la tierra. Muchas veces nos olvidamos de él, le damos poca importancia, y es que San José es el santo oculto a los ojos de todos, como buen padre, siempre actuando en silencio, haciendo su trabajo, preocupándose para que no falte la comida en la mesa y el dinero en la bolsa, callado en su actuar, pero eficaz en su labor. Santa Teresa de Jesús dice: “No me acuerdo hasta hoy de haberle suplicado nada que no me lo haya concedido”. Esta es precisamente la actitud del hijo hacia el padre, saber que todo lo que pida siempre y sea para mi bien, él se esforzará por dármelo, y darme siempre lo mejor.

1. San José, el Puro de corazón

“San José era puro e inocente de una manera distinta a la de cualquier otro hombre que haya vivido jamás, exceptuando a Nuestro Señor. Su alma era blanca como la nieve. No tuvo nada de cuanto había en lo íntimo de su corazón que le hiciera avergonzarse y habría encontrado muy difícil hallar materia de confesión”

Bto. Cardenal Newman.

Para tener un corazón puro hace falta coraje, verdadera fuerza, pero sobre todo saber amar, y José sabía muy bien como amar, tenía clara su escala de valores, sabía que sobre todo estaba el amor a Dios y a su voluntad, y por último su querer, sus propios deseos. Él sin embargo, acepto con libertad el plan que Dios le planteaba, ser el padre del Cristo en la tierra y tomar por esposa a María, la criatura más bella y pura.

2. La Humildad de San José

“José fue tan humilde como impecable. Nunca pensó en sí mismo, sino siempre en el Niño Salvador que llevó en sus brazos”.

Bto. Cardenal Newman.

San José encarna la figura de todo papá. ¿Cuáles serían sus preocupaciones? Seguramente que no le faltara nada en su casa. Era carpintero, tenía un oficio, y día con día seguramente se levantaba temprano, tenía que trabajar para sacara adelante a la familia, darle una educación a Jesús, proveer de lo necesario. Seguramente no entendía bien el misterio diario en el que vivía, estar ante la presencia de la santísima Virgen y del Salvador de Mundo, pero simplemente asumía con sencillez que su papel era servir en aquella misión que Dios le encomendaba.

3. José, el padre de Jesús

Es cosa que espanta las grandes mercedes que me ha hecho Dios por medio de este bienaventurado santo, y de los peligros de que me ha librado, así de cuerpo como de alma; que a otros santos parece que les dio el Señor gracia para socorrer en una necesidad; pero a este glorioso santo tengo experiencia de que socorre en todas, y quiere el Señor darnos a entender, que así como le estuvo sometido en la tierra, pues como tenía nombre de padre, siendo custodio, le podía mandar, así en el cielo hace cuanto le pide.

Santa Teresa de Jesús

Del mismo modo que María siendo la madre de Jesús pasó en el calvario a ser madre de todos los hombres, así San José que tuvo por méritos divinos el título de padre de Jesús ante los hombres pasa a ser padre de todos los hombres. Espera como todo padre que le pidamos, quiere consentirnos y cumplir algunos de nuestros caprichos. Ahí está siempre, trabajando en su taller, en silencio, pues sabe que no es protagonista sino espectador. En la casa de Nazaret seguramente vivía en un continuo asombro, viendo cómo las obras de Dios se cumplían, cómo su mano actuaba, él observaba y seguía trabajando, oculto en su taller, pero trabajando.

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“Esta es la red que queremos. Una red hecha no para atrapar, sino para liberar, para custodiar una comunión de personas libres” -Papa Francisco