Reyes, magos, sabios…¿santos?

H. Mateo Arias, LC

Lanzar las Redes
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3 min readDec 29, 2016

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Cada año, adornamos nuestros pesebres con las tradicionales figuras de los tres reyes magos. Si no lo has hecho nunca, te invito a que un día te detengas a contemplar estos curiosos personajes por unos minutos y descubrirás algunas particularidades que te sorprenderán.

En primer lugar, puede decirse que su manera de vestir desentona visiblemente con los demás personajes del pesebre. Sus elegantes y hasta suntuosos vestidos nos revelan que realmente eran reyes, o más bien, como apuntan los estudiosos, sabios sacerdotes de oriente pertenecientes a una casta real, dedicados al estudio del universo.

Ahora, si miras sus caras, verás que cada uno pertenece a una raza diversa. Los antiguos mosaicos e íconos cristianos revelan a Melchor representando la raza blanca, a Gaspar la amarilla y a Baltazar la negra.

Todos sabemos que los reyes magos llevaron al establo de Belén incienso, mirra y oro. Pero, ¿Por qué eso y no pañales, comida y vestido que hubiese sido mucho más útil en ese momento para una madre que había dado a luz en medio de tanta pobreza?

Venían de oriente en busca de un niño rey. Esto se lee rápido, pero te invito a que lo reflexiones por unos momentos. Estos interesantes personajes, se lanzaron a la aventura de buscar un rey que iba a nacer en Judea, una tierra que nada tenía que ver con ellos, pues ni siquiera eran judíos. Viajaron durante días, semanas e incluso meses, atravesando desiertos, valles y montañas, expuestos a peligros y a todas las incomodidades que un viaje así implicaba en aquella época.

Quizás ya conocías un poco sobre estas particularidades, quizás no. Ahora, ¿Todas ellas fueron mera coincidencia o tienen algún sentido? La respuesta es muy sencilla: con su llegada al portal de Belén, estos tres hombres, quizás sin ellos mismos darse cuenta, se convirtieron en una señal para el mundo de que ese niño nacido entre las pajas era Dios, hombre y rey y que su venida portaría la Redención a los cuatro confines de la tierra. ¿Cómo puede ser esto?

Fuesen reyes, magos o sacerdotes, lo que sabemos con certeza es que habían dedicado gran parte de sus vidas al estudio de las estrellas. Los judíos habían difundido sus esperanzas mesiánicas por todo el oriente y por tanto tenían conocimiento del esperado Mesías, el cual, como todos los grandes personajes, debía tener una estrella que profetizase su venida.

“Porque vimos su estrella en Oriente y hemos venido a adorarlo”. (Mt 2,2)

Melchor, obsequia al niño el oro que es propio de los reyes. Gaspar le ofrece incienso en homenaje a su divinidad y Baltazar le porta la mirra, ungüento usado en los entierros, reconociendo así su humanidad y la muerte que iba padecer.

Las tres razas por ellos representadas, la blanca, la amarilla y la negra, revelan cómo la salvación que este niño portaría a todo el mundo llegaría a los cuatro confines de la tierra y no sólo a los judíos.

Melchor, Gaspar y Baltazar. Incienso mirra y oro. Tres reyes. Tres sabios. Una estrella. Un Mesías. Una historia llena de contraste, que una vez más nos revela el buen humor de Dios. Estos piadosísimos y sabios de oriente, paganos, fueron los primeros en rendirle homenaje al Rey y Mesías esperado por el pueblo judío. Gracias a esta profunda sabiduría y piedad supieron leer y descifrar una señal puesta por Dios en el firmamento; una señal ignorada por el pueblo elegido que les anunciaba la venida de su esperado Mesías.

“Vino a los suyos y los suyos no le recibieron” (Juan 1,1)

Hoy no hablamos de San Melchor, San Gaspar o San Baltazar. Han permanecido en la historia como simples sabios de oriente que fueron a Belén a adorar a un rey que aparentemente no era su Rey. Quizás esa fue la primera, la única y la última vez que vieron al Mesías, pero su vida no habría continuado igual. Si consiguieron leer esa señal de Dios en el cielo, seguramente pudieron reconocer en ese niño a su salvador. Cuando dejaron Belén, huyendo del Rey Herodes por otro camino, sus corazones ardían de júbilo. Habían visto y adorado al salvador del mundo, a su salvador.

“Los reyes de Tarsis y las Islas le ofrecerán sus dones; los reyes de Arabia, Saba le traerán regalos”. (Salmo 72)

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“Esta es la red que queremos. Una red hecha no para atrapar, sino para liberar, para custodiar una comunión de personas libres” -Papa Francisco