¿Te arriesgas a Amar?
H. Sixto Jordán Sánchez, LC
¡Qué fácil es amar en la prosperidad! Cuando parece que todo marcha bien y las bendiciones rodean nuestra vida podemos elegir entre dos caminos: 1) El de dar gracias y acercarnos a Dios, o, 2) Olvidarnos de Él, pues no nos falta nada y Dios parece estar de sobra.
Sin embargo llegan las tribulaciones, que son parte de la vida, aquellas dificultades con rostro de enfermedad, de carencias materiales, de desilusiones humanas o perdidas desafortunadas; ahí, en estas circunstancias, ¡qué difícil es amar!, ¡qué difícil parece ser feliz! Y aquí se abren otros dos caminos: 1) El de dar gracias a Dios y aceptar con amor su voluntad a pesar de lo difícil que pueda ser, o, 2) Enojarse, reclamarle a Dios por su forma de actuar, para así terminar renegando de Él, apartarlo de nuestra vida y fingir que ya no existe.
A lo largo de la vida siempre habrá que hacer elecciones, decidir entre varios caminos a seguir. Es muy fácil tomar la salida rápida, buscar lo más sencillo. Pero cuando hablamos de amor, la salida fácil no es un buen camino. A veces no hay que elegir lo más fácil, sino lo que implique más amor, es decir, mayor renuncia, lo que cuesta y nos es difícil de realizar. Es ahí donde realmente se ejercita el amor, donde el amor se vuelve una lucha diaria y no sólo un momento en el que parecía que todo era perfecto pero luego se acabó.
Olvidar a Dios o culparlo de lo que nos sucede es lo más sencillo, siempre buscamos un culpable para así no reconocer nuestra culpa. Ir a misa, rezar o hacer una visita a la Eucaristía parecen cosas aburridas mientras no tenemos necesidad, pero cuando sentimos necesidad vamos y nos acercamos para pedirle ayuda a Dios, mientras no lo necesitamos, sobra. Queremos hacer un Dios a nuestra medida, un Dios como nos conviene, un Dios que sólo cumpla caprichos y nos olvidamos de que Dios es amor, y como ya dije, el amor se lucha cada día. ¿Quién es Dios es tu vida?¿Qué caminos has elegido tu?
La vida fácil y sencilla no existe, lo que existe es una vida llena de luchas y caídas, de risas y llantos, una vida con momentos de dificultad en los cuales parece que todo se tambalea. Pero nuestra vida, con todo lo que tiene de bueno y malo, nos lleva a luchar día a día, hombro a hombro con Cristo. De esto surge la verdadera felicidad: aprovechar cada ocasión para decidirse por el amor. Una vida así vale la pena ser vivida.
