Dijo que no

antacrónicas
Las Antacronicas
Published in
3 min readOct 15, 2015

En su currículum vitae no va a aparecer que se acostó con Mick Jagger. Lástima. Sería una buena carta de presentación hasta para meterse a monja de clausura:

– Lo he decidido. A partir de ahora quiero dedicarle mi vida al señor… Me acosté con Mick Jagger y la experiencia fue tan traumática que no quiero repetirla con ningún otro hombre. ¡Jamás!

– La entiendo. Puedes empezar mañana si quieres.

Seamos sinceros. Es Mick Jagger y todo, pero el tiempo ha pasado por sus carnes. Lo puedo comprobar no solo porque Wikipedia dice que nació en 1943, sino porque tocará con los Rolling Stones en Cuba. Hasta ahora eso solo sucedía cuando las grandes bandas se jubilaban y debían escoger entre hacer bricolaje en grupo o cantar en la isla (recordar cuando se aparecieron por aquí los Air Supply, Kool and the Gang o los Fórmula V, si a este último se le puede llamar banda).

No obstante, cuando vengan, el Estadio Latinoamericano no va a servir más para otra Serie Nacional de pelota. La gente va a reventar el coliseo como no lo han hecho en ninguna final beisbolera. Esa raza llamada “roqueros” –o lo que es igual: nuestros padres disfrazados de porristas góticas– se volverán a reunir, esta vez para escuchar a sus ídolos en vivo. Los más jóvenes irán a comprobar el mito, a observar la historia viva del rock. Las mujeres le implorarán a Mick que las toque, que las bese… que les haga el amor. Quizás una de ellas sea la que antes dijo que no cuando él le pidió ir a la cama juntos.

Me lo contó a mí. No Jagger. Ella. La que no quiso. Coincidimos de casualidad en un taxi y me soltó la historia.

Es una vieja amiga de la secundaria que no veía hacía años. Ha cambiado muchísimo, eso sí. Cuando me daba su yogurt de soya en la escuela era menos agraciada. Se peinaba las pestañas con una especie de engrudo negro –lo que para algunas se llama marbellin– que a lo largo del día se le iba corriendo por debajo de los ojos hasta convertirse en Katrina, la carabela garbancera. Luego cogió el pre-universitario en el campo pero no aguantó el fango y se fue.

El caso es que devino modelo. Ahora es grácil y elegante. Muy llamativa. De esa belleza rara. Sin embargo, de qué sirve todo eso si no sabes utilizarlo cuando se te para Mick Jagger y, de entre una cantidad considerable de otras modelos que desfilaron para él en un hotel habanero, te escoge a ti y te dice “me gustas tú… te voy a dar mil –dólares, por supuesto– si lo haces conmigo”.

El chofer del taxi ya desviaba la vista de la carretera para escucharnos. No todos los días se tiene a una pasajera tan interesante, aunque en realidad le estaba mirando le piernas descaradamente. Lo cierto fue que ella nos había vuelto cómplices de su secreto. Mick estaba por esos días en la Habana y nadie conocía los motivos más profundos de su visita. Excepto mi amiga, pero lo que ella no conocía era quién era ese señor Jagger. Por esta vez, decidió erróneamente conservar su dignidad y simplemente le dijo que aquello no le interesaba.

Maldita infeliz.

No solo era acostarse con la leyenda del rock. Era también ser premiado por ello. ¿Cómo pudo? Que la vergüenza caiga sobre ella.

Hay que saber con quién se puede perder la dignidad y hay que estar bien informado para saber cuándo se puede ser puta y no pecar.

Yo, por ejemplo, sí perdí la dignidad con ella. Dejé que me pagara el taxi. Ella insistió. También pudo haber sido su forma de demostrar que no le hacía falta acostarse con ningún viejo famoso para ganarse la vida.

Antacrónico X

Me gusta:

Me gusta Cargando…

Originally published at antacronicas.wordpress.com on October 15, 2015.

--

--

antacrónicas
Las Antacronicas

escribimos antacrónicas. Somo antagonistas por antonomasia