La lluvia después

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Las Antacronicas
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1 min readDec 30, 2015

Siempre me gustó la humedad de los rincones en aquella casa. El juego de grises. Las luces encendidas a pleno día provocaban un frío acogedor. Con un suetercillo anaranjado para cuando llovía, yo me refugiaba en cualquier intersección de dos paredes. Alguien cocinaba algo. Se iba la luz.

Los truenos eran como bombas. El perro se escondía debajo del sofá. Olía a contingencia.

No había escuela. Escuchaba las historias de gente flaca con paraguas y capas que llegaban destilando agua, como espaguetis chorreantes sobre el colador. Eran personajes fantásticos, heroicos, raros. Yo me quedaba imaginando el futuro, cómo serían las cosas muchos años después cuando yo también fuera grande, ¿heroica?, rara.

Después…

Después todo cambia. La lluvia pierde magia porque los refugios desaparecen poco a poco. El suetercillo anaranjado probablemente haya terminado como trapo de cocina. Ahora los truenos son solo truenos. Y no hay escondites posibles. La gravedad me obliga y el aguacero me lleva.

Antacrónica Y

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Originally published at antacronicas.wordpress.com on December 30, 2015.

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escribimos antacrónicas. Somo antagonistas por antonomasia