Viernes

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Las Antacronicas
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2 min readJun 14, 2016
Tristes presentimientos de lo que va a acontecer. Goya (grabado)

El hombre camina perdido. Desesperado. Mestizo. Lleva un pulóver rojo y un short corto, de un tono imposible de definir. Acaso sus únicas pertenencias. Perdió mucho, ni órbitas en los ojos le quedan ya, ni los pedazos más pequeños de la memoria básica.

El hombre mestizo que camina perdido y desesperado con pulóver rojo y short corto de tono indefinible no sabe qué día es. Avanza rápido por un camino curvo y algo inclinado. A un lado piedras grandes y negras, al otro un puentecillo y abajo del puentecillo caseríos débiles. El camino desemboca en una calle ancha, y en la calle ancha está el cementerio.

Parece que lloverá, y él ignora las coordenadas de su presente. Pocas cosas son peores que caminar sin ilusión de certeza espacio-temporal en los pasos, y que encima llueva.

El hombre de ojos desorbitados que camina perdido y desesperado con pulóver rojo y short corto de tono indefinible, pregunta qué día es. No le queda más remedio ante la incertidumbre. Como si los cuerdos fueran sabios. Como si saber el calendario y reconocer el invento del tiempo pudiera salvar a alguien. Pero el hombre desesperado no sabe nada.

La incertidumbre aterroriza. Un día dejó de entender los mapas, quién sabe por qué. Nadie sabe qué palabras y músicas tomaron su pensamiento. Nadie entiende que su cerebro es ahora un radio que simplemente subió demasiado el volumen a las voces que todo el mundo escucha.

El hombre que camina perdido y desesperado con pulóver rojo y short corto de color indefinible no sabe que es viernes, y que está solo en su isla. Avanza rápido. Va a llover. Llega a la calle ancha. Y llueve.

Antacrónica Y

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escribimos antacrónicas. Somo antagonistas por antonomasia