Que la suerte te acompañe

MaiteMCΨ
LaTicqueurIngeniosa
5 min readMar 13, 2017

El control es básicamente la comprobación o verificación de una cosa, también se define este como el dominio y autoridad sobre algo. Son muchos los que sienten una necesidad constante de controlarlo todo. Pero, ¿es realmente bueno controlar todo lo que ocurre alrededor? Muchos consideran que el éxito está asociado con tenerlo todo bajo control.

Se podría decir que ya en los inicios, la personalidad del ser humano se forma intentando equilibrar el descontrol con el control. Muchas teorías de la personalidad están basadas en el control. Erikson definió varias etapas que constituían la base de la personalidad humana. En la segunda etapa de Erikson, este describía el control de esfínteres como un ejemplo de la progresión del niño hacia la independencia, ya que este acto proporciona la habilidad crítica de auto-control a través de la respuesta del padre y los “accidentes” (refiriéndose a las cosas que el niño descubre por casualidad). También Freud es famoso por sus teorías sobre la personalidad humana. En su conocida clasificación del “yo, ello y super yo” se habla también de cómo unas partes de nuestra personalidad ejercen el control sobre otras y de la importancia que este hecho tiene para que el ser humano pueda comportarse como un ser civilizado. Así pues, se podría afirmar que el ser humano en sí no nace con la capacidad de auto-control sino que aprende a hacerlo; el control es pues un aprendizaje.

No obstante, estamos hablando de auto-control, del control interno de uno mismo que obviamente es necesario para vivir en sociedad. En realidad es una de las cosas que nos diferencia de los animales. La capacidad de auto-control está relacionada con la toma de decisiones, con la libertad de elegir y al fin y al cabo con el control de nuestras vidas en un mundo lleno de incertidumbres. Y este hecho es positivo, no cabe duda. La corteza prefrontal es la que permite que esto ocurra. Es la que da literalmente sentido a nuestras vidas. Se trata de una estructura cerebral que se encuentra en la parte frontal y que ocupa el 30% de la corteza cerebral. El conocido neuropsicólogo Alexander Luria definió su función de la siguiente manera: “El hombre no reacciona pasivamente a la información sino que crea intenciones (…) ; finalmente verifica su actividad comparando los efectos de sus acciones con las intenciones originales corrigiendo cualquier error y así actuar con propósito, creatividad y de manera socialmente aceptable.” El famoso caso de Phineas Gage, por ejemplo, muestra las consecuencias desastrosas que tendría la pérdida de la función de esta estructura.(para saber más sobre este caso pincha aquí)

Pero y ¿qué ocurre con el control de las cosas que pasan fuera de nosotros? En realidad, se sabe que el ser humano está “programado” para usar en la mayoría de situaciones el sistema que es más automático y ejerce menos control ¿Por qué?, porque el estar controlando algo implica un gasto de energía enorme para nuestro cerebro. Una persona no puede vivir siempre controlándolo todo, es incompatible con el bienestar psicológico. Lo cierto es que necesitamos los dos sistemas para vivir, tanto uno como el otro son importantes.

Pero volviendo al tema del éxito, ¿”tener la situación bajo control” aumenta entonces la probabilidad de tener éxito en la vida? No podemos dejar de lado esos “accidentes” de los que hablaba Erikson que, ya desde temprana edad, hacen al niño descubrir cosas nuevas mediante las casualidades. “Los seres humanos somos más buenos descubriendo cosas que diseñándolas”. Nassim Taleb, investigador miembro del Instituto de Ciencias Matemáticas de la Universidad de Nueva York, habla en sus libros “¿Existe la suerte?” y “El cisne negro: el impacto de lo altamente improbable” sobre la incertidumbre de nuestras vidas y el miedo que esta suscita a los seres humanos. Este afirma que “los humanos tenemos miedo de vivir en un mundo que no entendemos” y que “el éxito es casi siempre resultado de la suerte y no de la capacidad”.

Taleb habla muy convencido sobre la manera en que las personas inventamos el mundo para convencernos a nosotros mismos de que lo entendemos. “Normalmente lo que hacemos es observar un evento y ver lo que pasó antes e intentamos relacionarlo.” Lo que el autor quiere decir es que después de que las cosas ocurren siempre encontramos razones, es decir, la causa al fin y al cabo la pone el ser humano. Pero no trata de decirnos que vivimos en una mentira sino que nos da un toque de atención y nos dice que hay varias áreas en la vida en la que este fenómeno puede afectar más que en otras. El mensaje es claro: la sociedad moderna nos está transmitiendo la idea de que es mejor que haya siempre una razón, consiguiendo que le tengamos miedo al azar. No intentemos controlarlo todo porque no es posible. Debemos darnos cuenta de que “somos buenos en predecir cosas simples”, pero no podemos predecirlo todo. Y este es el punto importante: no podemos controlarlo todo.

El control excesivo nace del miedo. El malestar viene de la creencia de que no puedes controlar lo que va a pasar y esta falta de control es mala porque el azar es malo. El miedo produce un triple estrechamiento de la conciencia: corporal, psicológica y conductual. Y al final lo que ocurre es que ese empeño en controlarlo todo es el que te lleva a perder el control.

Como se ha dicho antes, el control es una conducta que se aprende. La pregunta es ¿cómo estamos aprendiendo esta conducta para entender la falta de control como algo malo?

Es importante cambiar de mentalidad porque el control es el mejor amigo de la ansiedad y la ansiedad es uno de los grandes males de la sociedad moderna actual. Algunos incluso se refieren a ella como la epidemia silenciosa del siglo XXI. Citando nuevamente al autor “el mundo es más aleatorio de lo que me gustaría. Pero no pasa nada, no hay nada de malo en ello. Déjame que el mundo me confunda, que lo haga en muchas áreas pero no cuando es realmente importante. Lo que digo es que en las pequeñas cosas del mundo déjate confundir. No intentes entender el mundo porque el cerebro del ser humano no está hecho para entender todo lo que pasa. Nuestro cerebro está hecho para escapar de cosas peligrosas”.

Pero lo más importante, la conclusión que se saca de esto es que al éxito se llega probando, haciendo, intentando ¿Qué significa esto? Pues básicamente que no tiremos la toalla. La suerte y el éxito no son más que esto. “Prueba y experimenta. Nosotros los humanos no somos buenos en saber, somos buenos en hacer” Cuando intentamos algo fallamos y lo volvemos a intentar hasta que sale. “Debemos aprender de las desviaciones y de las grandes”. De los errores y de las casualidades nacen grandes cosas. Es básicamente como se descubrieron cosas tan importantes como la penicilina, los antidepresivos, etc. El éxito depende más de lo que está por venir que de lo que estás intentando que no pase. Que no lo hayas visto aún, no significa que no exista. Como los cisnes negros, que se pensaba que no existían hasta que alguien vio uno por primera vez. Debemos aprender a querer a nuestros cisnes negros.

Así que ¡sigue probando! y ¡que la fuerza suerte te acompañe!

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MaiteMCΨ
LaTicqueurIngeniosa

Ψ·Clínica·Antiayuda·Salud mental·Llenando el vacío postgrado·No, la psicología no es eso que se hace mientras tomas café en un bar y Neuro no es solo un prefijo