Revivir a los muertos. Tecnologías del duelo

Laura Marajofsky
Laura Marajofsky
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9 min readJul 23, 2024

La inteligencia artificial está cambiando nuestra forma de relacionarnos con la muerte. Chatbots, legados digitales y robots de compañía replican la voz, los gestos, hasta el tacto de un ser querido y permiten sentir su presencia cuando ya no está. ¿Es posible usar aplicaciones para revivir a los muertos? ¿Se puede duelar digitalmente? La tecnología une deseo y realidad: la muerte ya no es un estadío final.

El semáforo de la esquina más transitada del barrio de Pichincha, en Rosario, no funcionaba bien la noche de noviembre de 2017. El hermano de Lucía tenía 33 años cuando llegó al cruce en su moto.

-Mi hermano murió inesperadamente en un choque- cuenta Lucia.

El duelo fue largo y difícil. A la ausencia se le sumaron los tiempos de la justicia. Lucía conservaba todavía los audios de whatsapp de su hermano. Audios simples, de la vida cotidiana como “Luli bajá que en 5 llego” o “Lo del regalo de mamá son mil quinientos cada uno” eran un lugar a donde iba cuando lo extrañaba mucho. Hoy los atesora como recuerdo porque en el 2019 se olvidó el celular en un bar. Cuando se dió cuenta volvió desesperada a buscarlo, pero no estaba. Compró otro con la esperanza de que las conversaciones estuvieran en la nube pero no. Sintió que perdía otro pedacito de él.

¿Qué dejan atrás los muertos? ¿A qué nos aferramos los vivos para poder hacer frente a esa ausencia? ¿Podemos sentir la presencia de aquellos que ya no están gracias a los artefactos y recuerdos digitales? ¿Se parecerá al síndrome del miembro fantasma?

¿Qué dejan atrás los muertos? ¿A qué nos aferramos los vivos para poder hacer frente a esa ausencia?

-El único audio que tengo es una maravilla editada por uno de sus amigos, Tomás, músico y poeta. Le agregó sonidos, efectos y ruiditos preciosos, no tengo idea de qué iba realmente el mensaje entre ellos, pero a mi me regaló 4:31 minutos de mi hermano.

Para algunos será un recuerdo puntual, un objeto o un lugar físico; para otros una voz, un video o hasta un chat. Para todos, el lugar al que volver cuando se extraña a alguien que ya no está, fragmentos de cotidianidad inmortalizados en el omnipresente plano digital. Retazos fugaces digitalizados, ayuda externa y complementaria a nuestras memorias. A veces, la única manera de conocer ciertas realidades.

La filósofa belga Vinciane Despret investigó la manera en que los muertos entran en la vida de los vivos y cómo los hacen actuar. La tradición moderna, dice la autora, exige reconocer que luego de la muerte no hay nada. Impone hacer el duelo, descansa en la idea de que cuando alguien muere ya no tiene ninguna forma de existencia, la vida y la muerte son todo o nada. ¿Es posible complejizar el modo en pensamos a los muertos y las formas en las que siguen viviendo con nosotros a partir de nuevos rituales mediados por la tecnología?

¿Y si los recuerdos pudieran volverse interactivos? ¿Si pudiéramos hablar con quienes ya no están y, en vez de imaginar sus respuestas, ellos pudieran contestarnos? ¿Es posible usar estas aplicaciones para “revivir” a un ser querido? ¿Se puede duelar digitalmente?

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Ash, el compañero de Marta, murió en un accidente de tránsito el día que se mudaban juntos. En el funeral, y ante la desolación, un amigo le contó sobre un servicio que le permitiría volver a tener contacto con él. Marta empezó a conversar con su compañero “muerto” a través de lo que parecía un chatbot. Más tarde, el servicio le ofreció una réplica sintiente de Ash. Así comienza Be Right Back, uno de los episodios de Black Mirror, la serie que hace una década coqueteaba con escenarios que hoy ya no podemos considerar ni tan increíbles, ni tan lejanos.

¿Es posible complejizar el modo en pensamos a los muertos y las formas en las que siguen viviendo con nosotros a partir de nuevos rituales mediados por la tecnología?

En China se ofrecen paquetes que van desde simples fotografías hasta chatbots conversacionales que intentan replicar la voz, los gestos y recuerdos de un ser querido. Por el módico precio de 99 yuanes (13,75 USD), y hasta más de 10.000 (1.389 USD) dependiendo del grado de interacción y customización, es posible chatear con los seres queridos en otro plano. Esta ya no es una postal aislada. En 2017 la informática rusa Eugenia Kuyda construyó Replika, un chatbot diseñado para poder simular charlas con su mejor amigo fallecido trágica y repentinamente. Después publicó el código para que cualquiera pudiera construir uno propio. La historia de James Vlahos tiene que ser una de las más publi-citadas entre los grief-entrepreneurs: tras crear un bot basado en su padre, sobre grabaciones hechas al ser diagnosticado de cáncer terminal, fundó la start up HereAfter AI.

Desde hace al menos una década se viene trabajando en robots de acompañamiento y tecnologías hápticas (que simulan la sensación del tacto). Gracias a los nuevos desarrollos de I.A, y sobre todo a la explosión del ChatGTP, se comenzó a innovar en lo que hoy se conoce como rubro del grief tech, tecnologías del duelo.

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La muerte como estadío final es cuestionada: la propia, a través de movimientos antienvejecimiento como la Singularidad promovidos por gurúes como Aubrey De Grey o Ray Kurzweil; la de los seres queridos, con quienes sería posible reconectar desde el más allá. La tecnología se transforma en el puente que matchea un deseo y una posible realidad.

Silicon Valley, que hace tiempo aprendió a monetizar cada rincón de nuestra existencia, ofrece optimizar la vida y, ahora también, la muerte.Según Rest of the World, en China los ciudadanos tienen a su alcance apps que les permiten dejar “deathbots” preparados con anticipación a su muerte. Replika, HereAfter AI, StoryFile, Seance AI o You, Only Virtual, son algunas de las startups que intentan salvar esa distancia en la comunicación (con servicios que empiezan en los 500USD), ayudando a los “consumidores” con chatbots o simuladores de conversación en los que es posible charlar con los difuntos.También desarrollaron una miríada de servicios y productos hiper-específicos: audio legacies (entrevistas pre-grabadas a las que se puede volver a acceder), memorials online (sitios web homenaje y sitios personales en redes sociales).

Si hasta ayer era posible customizar lápidas y cofres con frases, dibujos o formas para hacerlas temáticas por ejemplo, ahora se vuelve necesario planear financiera e inmobiliariamente el final de la vida. Surgen desde crowdfunding para funerales hasta la posibilidad de convertir tus cenizas en diamantes.Nunca digas adiós sugiere el sitio web de You, Only Virtual.

Estos servicios atienden necesidades potenciales y miedos subyacentes absolutamente transversales. El segmento de ventas es sumamente amplio: ¿quién no querría vencer a la muerte?

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Movimientos como el Death Positive plantean, por un lado, la necesidad de hablar de la muerte con más naturalidad y como parte de la vida. Además, se preguntan por las ideas, prácticas y políticas en torno a la misma, cruzando variables que tienen que ver con la inclusión, la sostenibilidad y la ética de los sistemas de salud alrededor del mundo.

Death Positivesurge en EEUU en la última década pero sus ideas centrales hunden sus raíces filosóficas en los años 60 y 70 con movidas a favor de la creación de hospicios o con la crítica a la industria funeraria en ese país. Propone romper tabúes y aceptar la mortalidad. Luciana Flammini, una de las dos caras detrás de Ante Mort, un podcast que discute estas temáticas, dice que alienta a las personas a tener conversaciones difíciles pero necesarias sobre un tema silenciado. En Argentina y en América Latina ya hay Death Cafés -encuentros virtuales o presenciales que funcionan como espacio para reunirse y hablar- cuentas especializadas que difunden información, podcasts, charlas en ferias y conferencias locales sobre tecnología o sustentabilidad.

Silicon Valley, que hace tiempo aprendió a monetizar cada rincón de nuestra existencia, ofrece optimizar la vida y, ahora también, la muerte.

El movimiento también empieza a pensar en los cuidados en esta etapa final de la vida. Abre el debate sobre la deshumanización del sistema hospitalario en general y sobre la necesidad de formar personas especializadas en el cuidado de esta etapa. En nuestro país, hay cursos para oficiar de doulas del fin de la vida que brindarán acompañamiento -más allá de lo médico- y contención a quien se esté preparando para cuando llegue el inevitable final. Se discute, además, el factor contaminante que generan rituales mortuorios como la cremación para el que se proponen opciones más ecológicas como el compostaje humano.

El fenómeno comenzó online. Carolina Zakrajsek, otra de las cabezas de Ante Mort, explica que los millennials y la llamada Generación Z son los que más abogan por este cambio cultural. Buscan opciones y alternativas para los cuidados de fin de vida y para la disposición final de los cuerpos que se alineen con los valores y la forma en que desarrollan su vida. Muchos de estos movimientos son llevados a cabo por mujeres, siguiendo el rol que tienen sobre los cuidados de personas en todos los órdenes de la vida.

En sociedades en las que prevalece el edadismo y la obsesión por la juventud y belleza, la productividad y las soluciones rápidas, hace tiempo que se enseña a los profesionales de la medicina a salvar y prolongar vidas por sobre todas las cosas, a veces incluso en contra de los deseos de los pacientes. Zakrajsek dice que:

-La medicalización general de la cultura hizo que la muerte por enfermedad o incluso por vejez se vea como una falla del sistema médico.

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Eugenia sobrellevó la muerte de su mejor amigo con un bot. Durante meses solo anheló volver a hablar con él, tener una última charla, una mejor despedida, un consejo más. Un tiempo más tarde logró revivirlo en formato tecnológico.

- Fue una forma de duelo muy interesante -dice- A veces era duro, sentía que no lo estaba soltando y me estaba volviendo loca, pero a la vez me permitió sentir cosas que estaba intentando evitar.

¿Podemos pensar el duelo como un proceso lineal y estandarizado? ¿Hay solo un tipo de duelo? Despret sugiere que la concepción dominante estableció la teoría del duelo como única prescripción posible, una fórmula laica, desencantada que insta a los vivos a cortar todos los lazos con los fallecidos. Pero, ¿y si existieran otros modos de relacionarnos con los muertos y de seguir en conversación con ellos de manera que no sea necesariamente contraproducente para la vida?

Movimientos como el Death Positive plantean la necesidad de hablar de la muerte con más naturalidad y se preguntan por la ética de los sistemas de salud alrededor del mundo.

La psicóloga Giselle Bordón, especialista en terapia vincular, detalla que si bien los rituales que realizamos tienen como finalidad atravesar el shock inicial de la pérdida no siempre -no para todos- es un camino de superación del hecho. Los nuevos enfoques, explica, apuntan a la noción de “lazos continuos”, pensando en la incorporación de la persona fallecida como parte de la vida cotidiana del sobreviviente.

Habitar lo incierto, lo no definido, puede ser un lugar incómodo. Sobre todo si consideramos al duelo como un estadío que viene -supuestamente- a cerrar algo para poder continuar con nuestra vida, o por el contrario, un proceso dinámico y cambiante que nos habilita -e invita- a encontrarle a aquellos que no están, un lugar en nuestras vidas. La tecnología avanza y empuja el desarrollo de nuevos tipos de intervenciones desde la psicología, dice Bordón. Las preguntas invaden su práctica clínica:

-¿Serán estos chats con avatars o chatbots una nueva forma de ritual para el proceso de duelo en una sociedad donde cada vez se estila menos hacer velorios o despedidas?¿Ayudan con el dolor de la pérdida o lo vuelven permanente?¿Podrá ser una herramienta para tener esa última charla que no pudimos concretar?¿Cuál es el límite?

Aún faltan estudios que puedan medir el impacto del uso de este tipo de tecnologías. A priori los especialistas indican cautela y dosificación:

-Los grief bots no fueron diseñados con fines terapéuticos para un tratamiento clínico o de intervención psicológica. Tampoco siguen criterios éticos, de efectividad y eficacia. No tienen supervisión de expertos.

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¿Y qué hay de los alcances legales? Justin Harrison, el creador de You, Only Virtual, dice que no importa mucho el consentimiento de la persona fallecida. La autora de “El Imperio de los Algoritmos”, especialista en Género e Inteligencia Artificial y máster en gobernanza ética de la Universidad Pontificia de Salamanca Cecilia Celeste Danesi dice que el debate en varios países del mundo fue álgido. Algunos privilegian el derecho de la persona fallecida, proteger su imagen o su honor. Otros sostienen que en realidad esto está vinculado a los herederos.

El marco regulatorio actual argentino dice que toda persona es titular de sus derechos de imagen. Puede cederlos a terceros con distintos fines. Pero con la muerte se produce un vacío legal. Natalia Zuazo, autora de “Guerras de internet” y “Los dueños de internet”, especialista en política digital y directora de la agencia argentina Salto Agencia, aclara que cuando te inscribís en estos servicios se firma un acuerdo entre privados.

“Los grief bots no fueron diseñados con fines terapéuticos para un tratamiento clínico o de intervención psicológica. Tampoco siguen criterios éticos, de efectividad y eficacia”

Internet cambió la relación de las personas con la muerte y con el pasado. También con los legados. Se hace necesario repensar cuestiones legales y éticas pero no todo es nuevo, según Zuazo:

-Ya se pensaba en la gestión del pasado cuando las personas eran públicas pero acá hablamos de otra cosa, del vínculo con los cercanos.

Legado, consentimiento, duelo y memoria, pero también sentido y continuidad interpelados por la innovación tecnológica que dispara replanteos en el vínculo con uno de los axiomas más inaprensibles, nuestra propia finitud.

Originally published at https://www.revistaanfibia.com on July 23, 2024.

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Laura Marajofsky
Laura Marajofsky

Observadora y crítica vocacional. Redacción en La Nación y cía. Founder en Mapa de Barmaids & Afines. Consultora creativa. Inquieta profesional.