Rizoma. Una oficina de participación para Lavapiés

Camila Jauregui Rangel
Lavapies nodrizo
Published in
13 min readMay 27, 2023

Rizoma es una oficina de diseño cívico que ayuda a fomentar la participación en el barrio de Lavapiés y fortalecer las redes vecinales apoyando a las iniciativas del barrio para que puedan alcanzar sus objetivos y sean escuchadas.

Antes de empezar te propongo lo siguiente: dos modos de lectura. Si no tienes mucho tiempo, puedes seguir los textos en bold e imágenes que te ayudarán a entender lo esencial. Si quieres profundizar un poquito más, puedes leer el texto completo. A quienes lo lean completo, gracias por el interés :)

¿Dónde podemos jugar?

Esa es la pregunta que se hace Roxy, una maestra que vive en el barrio hace más de 14 años. Y aunque se hace esta pregunta pensando en la infancia y las familias –que son posiblemente algunos de los actores más afectados por los cambios en el barrio– refleja una situación que afecta a toda la vecindad.

Para las personas que viven en Lavapiés, el barrio se ha hecho cada vez más hostil y menos habitable. Los espacios públicos se viven cada vez como más estériles, poco acogedores y más inseguros. La pregunta señala muchos problemas que atraviesan el día a día del barrio de Lavapiés: la inseguridad, la intolerancia a la diferencia, la turistificación del barrio, el deterioro de la infraestructura urbana y lo que algunos movimientos como Lavapiés Denuncia califican como “dejadez institucional”. Todos estos problemas se entrecruzan y retroalimentan, generando malestar y, en muchos casos, expulsando del barrio a las personas que van en busca de mejores condiciones de vida.

Mapa de problemas según entrevistas

Mi proceso: confesiones.

Hace poco más de dos años que yo también soy vecina de Lavapiés y, la verdad, es que no conozco a mis vecinas*. Eso, viniendo de un país latino y de una comunidad bastante unida, es una sensación bastante curiosa. Podría decirse, incluso, que de cierto desamparo. Por ello, no es de extrañar que mi reto inicial tuviera que ver con fortalecer las relaciones entre vecinos, en la necesidad de conectar, de conocernos y encontrarnos como primer paso para fortalecer el sentido de comunidad.

*A partir de ahora utilizaré indistintamente las palabra vecinos, vecinas y personas del barrio.

Reto inicial: ¿Cómo podríamos crear espacios de encuentro más inclusivos para los vecinos?

Entrevistando a mis vecinas y a algunos expertos, encontré que los problemas más graves y constantes entre ellos eran unos cuya complejidad era difícilmente abarcable a menos que fueran afrontados de forma colectiva. Que las relaciones más urgentes por trabajar eran, quizás, entre esas iniciativas, espacios, proyectos, cuyo trabajo permea en lo que Fernando Broncano denomina Espacios Intermedios, “los ámbitos donde discurre la vida cotidiana y se originan los significados, planes de vida y relatos de identidad”. Los espacios de puente, donde se une lo personal y lo colectivo, donde se entremezclan nuestras historias y nuestras cotidianidades.

Esta sospecha se fortaleció tras una conversación con Oscar Barrios, un antropólogo que ha dedicado su investigación a la soledad en la ciudad contemporánea. En su experiencia, muchas de las iniciativas pensadas para fortalecer la comunidad fallan –o al menos no logran el impacto esperado– por la ausencia de una infraestructura capaz de sostenerlas y acomodarlas. Y, en algunos casos, por la incapacidad de ver y entender esas redes y estrategias que ya existen, acomodarse a ellas y potenciarlas.

Descubrimientos

El declive de la participación en Lavapiés

Los personas de Lavapiés no se sienten escuchadas y se sienten desamparados en su lucha contra el deterioro del barrio pero, al mismo tiempo, se escucha una y otra vez que “la gente no participa”. Y, frente a un panorama como el actual, la participación –entendida como la capacidad para actuar sobre un territorio y de incidir sobre las dinámicas que brotan en él– es esencial para construir una comunidad resiliente, ser más visibles y poder exigir el derecho a una mejor calidad de vida.

Lavapiés es un barrio muy particular. Entre otras razones, porque es un barrio que en el que conviven, entre sus casi 40.000 habitantes (censados), personas de casi 88 nacionalidades. Es, sin duda, uno de los barrios más heterogéneos de Madrid, no sólo a nivel cultural, sino socioeconómica y generacionalmente. Históricamente, además, ha sido reconocido por la alta participación de sus habitantes y por su tejido asociativo y reivindicativo. Sin embargo, la realidad es que en los últimos años ese tejido asociativo y comunitario se ha ido debilitando. Según las entrevistas, estas son algunas de las causas:

La respuesta del Ayuntamiento

Desde noviembre del 2022 el Ayuntamiento de Madrid ha prometido mesas de trabajo “interinstitucionales y multidisciplinarios” que recogerían las quejas del barrio e incluirían a personas vecinas a abordar las problemáticas comunes, pero hasta el momento, no ha habido ninguna propuesta concreta. No es la primera vez que esto ocurre y, de hecho, los vecinos se quejan de que cada vez tardan más en responder a quejas y denuncias.

Más allá del caso concreto de Lavapiés, existen algunas iniciativas de estas instituciones que buscan fomentar la participación ciudadana, como es el caso del marco de cooperación Cívico-Público y Decide Madrid, pero, en su mayoría, dependen de procesos burocráticos bastante complejos y de la voluntad política para llevarlos a cabalidad. Además, son iniciativas diseñadas unilateralmente desde estos organismos y no junto a las personas que las necesitan.

Construyendo desde el barrio para el barrio

Hoy en día, pese a la desaparición de muchas iniciativas y movimientos sociales en el barrio, siguen existiendo muchos proyectos participativos con un gran impacto para el barrio o con mucho potencial de tenerlo.

Estos descubrimientos me llevaron a explorar la manera de ayudar a esas personas y a esos proyectos que trabajan por construir los espacios que puedan transformar el barrio en un lugar más amable para sus habitantes y a enriquecer sus luchas activas contra la discriminación, las deficientes condiciones del barrio y el abandono institucional.

Existen distintos tipos de movimientos participativos en Lavapiés:

  • Asociaciones vecinales más consolidadas, como es el caso de La Asociación de Vecinos La Corrala, que pertenece a la Federación Regional de Asociaciones Vecinales de Madrid. Son las que tienen una representación política y mediática más potente, pero tienen muchas dificultades para atraer a nuevas personas y para adaptarse a la nueva realidad del barrio: personas jóvenes, personas migrantes, digitalización, etc.
  • Asociaciones de proyectos vecinales para el barrio como Dragones de Lavapiés, Hola Vecinas, Esta es una plaza, Valiente Bangla, Panteras, entre otras. Las hay de distintos tamaños, pero lo cierto es que, en muchos casos, son organismos que subsisten bajo estructuras precarias, con muy pocos recursos y valiéndose de una pequeña red de voluntarios y personas abocadas a su trabajo, a pesar de las dificultades. Y, en algunos casos, en contra de los intereses políticos del gobierno de turno como es el caso de La Tabacalera. En general, las personas denuncian la falta de interés de las instituciones públicas en apoyar estos movimientos civiles.
  • Proyectos y colectivos independientes que muchas veces no tienen los recursos, el apoyo o el conocimiento para implementar sus proyectos. Además que, al no ser instituciones regladas, tienen más dificultades para mediar con la burocracia de los procesos administrativos del Ayuntamiento, ser reconocidos y apoyados. Este es el caso de Educación para el Barrio, el Banco de Alimentos para el Barrio y la Red Inter-Lavapiés.
  • Instituciones sociales y culturales del barrio que dependen de organismos privados y públicos independientes a la Comunidad de Madrid. Este es el caso de La Casa Encendida, Grigri Projects y el Museo Reina Sofía, que dentro de sus actividades incluye actividades y proyectos pensados para el barrio y sus habitantes. Suelen ser los actores con más recursos pero sus colaboraciones directas con el barrio son tangenciales a sus proyectos.

Basé mis user-persona en la información recopilada en entrevistas a algunos de esos proyectos y organismos que trabajan por re-conquistar esos espacios de encuentro en el barrio en los que imaginar y poner en práctica mejores formas de relacionarnos. Llamémosles por lo que son: agentes de cambio.

Estas personas conocen el barrio y sus necesidades mejor que nadie, pero necesitan apoyo. La solución no podía ser simplemente un nuevo plan de mejora del barrio diseñado desde arriba sin entender las necesidades del barrio y sus particularidades. La solución tenía que ser otra: apoyarles en su misión de hacer barrio a su manera. Ahora, te las presento.

“El barrio es un ecosistema vivo y somos nosotros los que le damos vida”. Esa frase me la dijo Jose Manuel, mi vecino, y fue una de las cosas que me hizo hacer click y entender que las soluciones, en muchos casos, ya estaban allí y lo que necesitaban eran un empujón. Esa era mi ventana de oportunidad. El barrio de Lavapiés es ya un ecosistema fértil, lleno de brotes y semillas de cambio que necesitan riego y cuidados para crecer. Esa es la misión de una oficina de diseño cívico y participación: ser un organismo de soporte, mediación y dinamización para esas propuestas y ayudarlas a materializarse.

Nuevo reto: ¿Cómo podríamos ayudar a las personas del barrio de Lavapiés a hacer barrio a su manera?

Entonces, Rizoma.

Rizoma, una oficina de participación que se basa en la práctica del diseño cívico para ayudar a las personas del barrio de Lavapiés a hacer barrio. Es una red de redes, una raíz de raíces, cuyo objetivo es fortalecer la infraestructura relacional del barrio, facilitando la convergencia de objetivos y la cooperación para atender a las necesidades colectivas.

En palabras más concretas, dar apoyo a las iniciativas del barrio para facilitar su trabajo, mediar con otros organismos e instituciones responsables y ayudarlos a obtener los recursos que necesitan para desarrollar su trabajo. Y, por si te estás preguntando qué es exactamente el diseño cívico, te dejo unas pequeñas capsulitas tomadas del Civic Design Method publicado por Domenico Di Siena:

Entiendo el Diseño Cívico, como una acción de diseño que propone llegar a las soluciones esperadas a través de procesos o métodos, posibilitando relaciones y estrategias basadas en la colaboración de muchas personas situadas en sus territorios.

Un contexto donde poner en valor el conocimiento, el tiempo y las experiencias individuales para transformarlo en un conocimiento colectivo que genere nuevos imaginarios y un fortalecimiento del tejido social. Para garantizar un espacio de emprendimiento mutuo.

Elegí el nombre Rizoma porque resumía conceptualmente lo que estaba planteando: entender el barrio como un ecosistema lleno de vida que necesitaba un soporte vital, que permitiera la resiliencia de los distintos organismos que conviven en él. Los rizomas son redes de tallos subterráneos que habitan en la profundidad de los ecosistemas vegetales y soportan su subsistencia y reproducción almacenando nutrientes y abriendo nuevos caminos para la vida. Son tejidos en constante evolución que ayudan a conectar las plantas, a enraizarse y a fortalecerlas.

Pero lo importante de Rizoma, no es solo lo que se hará, sino cómo se hará. Por ello, su funcionamiento partirá de estos principios de diseño:

1. Observar atentamente los procesos e interacciones para descubrir los “puntos de palanca” en pro de encontrar soluciones aptas para el ecosistema.

2. Cuidar las relaciones y a las personas para crear espacios para fomentar el diálogo y la tolerancia.

3. Trabajar activamente para reconocer y poner en valor la diversidad de la comunidad y hacer espacio para que todas las voces sean escuchadas.

4. Fomentar el trabajo conjunto para potenciar los resultados de las acciones.

5. Revalorizar y potenciar las acciones a escala humana como estrategia para una transformación más profunda.

6. Cosechar y poner en valor los esfuerzos realizados y objetivos alcanzados para inspirar y generar conocimiento colectivo.

Pero… ¿Cómo se hace esto?

“Los problemas de gran escala no requieren soluciones a gran escala. Requieren soluciones a pequeña escala con una estructura a gran escala”, decía David Flaming, un escritor especializado en temas ambientales y cambio climático. Esta, podría decirse, es una de las premisas que da sentido a Rizoma. Articular las distintas acciones y proyectos que tienen lugar en Lavapiés, definiendo objetivos comunes y promoviendo la cohesión de los mismos, ayudándoles a obtener los recursos que necesitan para materializarse.

Rizoma es un servicio para la ciudadanía en el que un equipo que trabajará conjuntamente para dar apoyo a los distintos agentes de cambio para maximizar su impacto en el barrio. Su objetivo será el de mediar, producir y aportar su expertise de acuerdo a las necesidades de cada proyecto. Los roles definidos para este equipo son los siguientes:

Cada una de estas personas liderará un área de trabajo, que a su vez son las 4 áreas de acción a partir de las cuales Rizoma ofrecerá sus servicios al barrio de Lavapiés. Estas fases fueron definidas a partir de las necesidades que pude identificar en los agentes de cambio y en los proyectos que lideran.

Implementación:

El objetivo final de Rizoma es establecer una red de redes que de soporte a este tejido asociativo y ciudadano, facilitando su trabajo para ayudarles a tener un mayor impacto con un menor esfuerzo. Para ello se trabajará mediante distintas fases que permitirán a este organismo integrarse en la comunidad y poder definir las mejores formas de trabajar en conjunto.

Siembra

En una primera fase, Rizoma centrará sus servicios en apoyar a asociaciones y proyectos ya consolidados. Trabajar con el tejido asociativo ya asentado permitirá sentar las bases para integrar formas de trabajar y definir los procesos, metodologías de trabajo y canales de comunicación más efectivos.

Para ello se definirá un primer grupo de trabajo que se conformará mediante un proceso de validación de proyectos que se basará en los siguientes criterios:

  1. Viabilidad. Según los recursos disponibles.
  2. Impacto. Alcance e impacto de la propuesta.
  3. Prioridad. Según los objetivos y estrategia definida previamente.
  4. Inclusividad. Favorecer iniciativas de colectivos con menor representación y recursos.

Mediante sesiones de trabajo conjunto, se definirán objetivos clave de dichas asociaciones, áreas de oportunidad y se procederá a establecer KPIs que permitan evaluar el éxito de la implementación. (Se valorará también la admisión de proyecto y asociaciones emergentes, según los criterios anteriores, para facilitar e incentivar el crecimiento de estas redes).

Durante este tiempo, se trabajará activamente por profundizar los conocimientos sobre las necesidades y dinámicas del barrio, al tiempo que se irá construyendo una base de datos de los distintos actores y agentes de cambio. Esta fase será clave para el desarrollo del proyecto por las siguientes razones:

  • Ganar la confianza de la comunidad.
  • Establecer metodologías y formas de trabajar conjuntamente.
  • Empezar a construir una red de colaboración.
  • Documentar los procesos y aprendizajes del trabajo realizado para su posterior análisis.
  • Empoderar a la comunidad.
  • Adquirir una representación suficientemente fuerte para poder mediar, posteriormente, con el Ayuntamiento.

El tiempo de duración estimado para esta fase es de 1 año desde la apertura de la oficina. Al finalizar esa etapa, se realizará una retrospectiva en la cual se reflexionará sobre los resultados obtenidos y se ajustarán estrategias y KPIs para el año próximo.

Crecimiento

Partiendo de los aprendizajes obtenidos de la primera fase, se abrirá un nuevo proceso de selección de iniciativas para continuar con el proceso de establecer una red de colaboración barrial. El objetivo final de esta red será el de tener una representación suficientemente robusta para poder mediar y establecer canales de comunicación con el Ayuntamiento y poder proponer nuevas formas de trabajar entre las instituciones públicas y la ciudadanía. Es decir, proponer colaboraciones público-cívicas bidireccionales y ayudar a involucrar a las personas del barrio en las decisiones y consolidar nuevos proyectos para mejorar el barrio.

Para fomentar la participación de las personas, colectivos y asociaciones del barrio se planteará la implementación de un Banco de Tiempo de Lavapiés. Esta iniciativa tendría como objetivo motivar la colaboración de las personas del barrio, recompensando su tiempo y esfuerzo y ayudando a fortalecer las redes de apoyo.

Por último, se desarrollará un plan para fortalecer las relaciones con centros de investigación, universidades y otras entidades que puedan aportar sus conocimientos y expertise al barrio para nutrirlo.

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Y ahora viene el momento en el que me pongo cursi.

Hacer este proyecto ha cambiado mi forma de ver y vivir mi barrio. Me permitió conectar de una forma más profunda con gente que ya conocía y hacer, incluso, algunos nuevos amigos.

He vivido este proceso como un aprendizaje de dejar ir mis certezas y obligarme a ir un poco más allá, a combinar pragmatismo e inspiración y dejarme sorprender por la gente que me rodea. Me permitió ver cosas hermosas que se escondían a plena vista (al menos, de la mía).

Descubrí que:

  • Hay gente, mucha gente, intentando hacer las cosas bien.
  • Que, a veces, existen y funcionan espacios que pensaríamos que eran imposibles.
  • Que, a veces, las cosas que parecen pequeñitas cambian vidas.
  • Que quiero que esas cosas sigan pasando, que pasen siempre y que siempre pasen por nosotras.

Agradecimientos:

He vivido este proceso muy bien acompañada por maestros, compañeros y amigos que me han apoyado, guiado e inspirado. Quiero agradecer a todas esas personas y a las que me regalaron un pedacito de su tiempo para poder llegar hasta aquí.

Gracias a Roxy, a Carola, a Jose Manuel, a Montse y a Zoe, a Isa, a Lola, a Germán, a Dani, a Euge, a Vero, a Claudio, a mis coordis, a mi equipo #siemprepochitivo, a mi compañeras de trabajo, a todos los proyectos que inspiraron este trabajo y a todos los amigos a los que mareé por unas semanas con mis preocupaciones y pensamientos.

Gracias por estar ahí.

Una fotito que tomó Roxy del encuentro #28 de Voces Situadas: El derecho a la ciudad.

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