Álvaro, rockstars don’t wet the bed: documental chileno sobre un artista singular

Juan Velis
Sitio Leedor
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3 min readNov 12, 2020

En este estreno documental de Chile, se nos presenta la peculiar historia del experimentado músico Álvaro Peña, nacido en Valparaíso y actualmente radicado en Alemania. El excéntrico artista relata ante la cámara el recorrido de su extensa carrera (76 años de edad y 60 de trayectoria), pasando por su convivencia creativa junto a Joe Strummer en los ’70 (quien fuera posteriormente el vocalista de The Clash) y rememorando sus vivencias más extraordinarias.

De entrada nos queda claro que Álvaro es un artista distintivo y particular; para los/as que no lo conocíamos del todo, basta con remitir al título de uno de sus más célebres álbumes publicados: Drinkin my own sperm. El resto queda claro en su andar, en su modo de expresarse, en su indiscutible identidad pre-punk y en el relato caótico pero atrapante que ofrece, mientras clava su mirada penetrante en el lente de la cámara testimonial de Jorge Catoni.

Álvaro es un tipo de gestualidad payasesca y alborotada, que al fin y al cabo se regodea y se jacta de poder hacer una sola cosa: disfrutar energéticamente de su libertad. Esa sensación de libertad que, valga la redundancia, resulta verdaderamente liberadora. Se trata de esa misma libertad que le fue negada y bloqueada hacia principios de los ’70, cuando debió exiliarse de su tierra natal por motivos político-ideológicos. Eso genera un efecto, inexorablemente; una consecuencia ineludible, que se expone de manera explícita en el documental de Catoni. Lo percibimos y lo advertimos en cada movimiento, en cada palabra, en cada declaración, aún en aquellas que suenan indecisas, inseguras y titubeantes. Porque, a fin de cuentas, Álvaro Peña-Rojas es un hombre mayor que no evita la vejez, no la niega, no la elude en sus reflexiones ni en sus palabras: la asume y se jacta de ello; y aunque así fuera, eso le produce un desequilibrio interno, una inseguridad que acaso jamás sintió en su vida, ni siquiera cuando tuvo que enfrentarse a las miserias y las crisis económicas que a menudo lo castigaron.

La vejez, sin dudas, genera inestabilidad, y Álvaro no lo reprime: “yo ya hice mi trabajo”, admite introspectivamente. Tampoco le teme, a sabiendas de que su entera personalidad y actitud frente a la vida lo conciben como un ser puramente singular. A sabiendas de que lleva una vida sana, en un sentido físico y simbólico, alimenticio y espiritual. Álvaro Peña-Rojas es único, por múltiples motivos, y él lo sabe. Al registro de Catoni, a pesar de su profundidad y meticulosidad, tal vez se le escapen algunos momentos de pureza y plenitud: la fragmentación del material se articula en un ritmo de montaje casi televisivo que nos lleva a pensar en que hubiera funcionado mejor de un modo más poético.

En síntesis, Álvaro, rockstars don´t wet the bed nos trae la historia de una figura tan entrañable como singular, de esas que despiertan un interés y un carisma casi automático e instantáneo. Uno como espectador no puede evitar tomar este tipo de piezas audiovisuales como un disparador a seguir indagando y buceando en busca de mayor información acerca de la trayectoria de personajes como Álvaro. Se consolida, una vez más, ese rasgo primordial del documental como discurso perdurable: el poder de expansión y trascendencia que genera en la mirada atenta del espectador. De pronto, en esa búsqueda, urgente y hambrienta, descubriremos a otras figuras extravagantes como Álvaro, reveladoras y entusiastas, apabullantes desde lo artístico y desde el carisma.

Cuando un documental se posiciona desde este tipo de perspectivas, además de pretender un enaltecimiento de su figura protagónica, procura generar este tipo de búsquedas. Y eso es digno de celebrar.

Álvaro, rockstars don´t wet the bed estrena el viernes 13 de noviembre en Miradoc (plataforma chilena), cuyas entradas se pueden adquirir por Punto Ticket. Mientras que a partir del jueves 26 de noviembre, el documental estará disponible en varias plataformas para verlo desde cualquier lugar del mundo, todas alojadas en Miradoc.cl

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Juan Velis
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