Anish Kapoor en el Ghetto de Venezia: un palacio para su obra

Cristina Taquini
Sitio Leedor
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4 min readSep 16, 2022

En el ghetto de Venecia, frente un pequeño canal que lo separa de le Guglie, una parada de “vaporetto” poco frecuentada, Annish Kapoor compró un palacio del 1400 y comenzó a restaurarlo para instalar la Fundación que lleva su nombre.

En Palacio Manfrin, asi se llama la sede, se puede visitar una parte importante de la obra de Kapoor que coincidiendo con la Bienal de Arte 2022 está expuesta en dos sedes, una en el Ghetto y la otra en la Galería de la Academia, ambas con curaduría de Taco Dibbits.

Es el homenaje de Venecia al artista anglo-indio, nacido en Mumbai en 1954, cuya obra permanecerá expuesta en la Academia durante dos años y convivirá con las obras de Tiziano, Tiépolo y Canaletto entre otros grandes maestros de los siglos XVI y XVII y las tablas del 400 veneciano.

En los años pasados otros artistas contemporáneos como George Baselitz también expusieron sus obras en el gran Museo veneciano que abrió sus puertas al arte contemporáneo, después de un importaante trabajo de restauro.

Cuando presentó su obra en la Academia Kapoor confesó su profundo vínculo con Venecia, una ciudad que para él evoca no solo el hundimiento de sus islas, sino tambien su reaparición. Dos elementos que están muy presentes en su obra donde es difícil separar la sensación de violencia y la belleza y la perfección en sus obras geométricas.

Por un lado, en efecto, están sus inmensas obras de silicona que desbordan los espacios, color sangre, tremendamente inquietantes y por el otro la perfección de sus obras geométricas construídas con pigmentos negros o blanco, donde esos mismos límites se pierden en una incomensurable sensación de belleza.

Anish Kapoor también pasa los límites entre escultura y pintura, una intensa búsqueda parecería entre la consistencia de los materiales que utiliza y la ilusión que en definitiva provocan sus obras, circulos y figuras geométricas que desaparecen según el ángulo desde donde se miran.

Son algunas de las últimas obras creadas con el “Kapoor black”, un material con el que puede acentuar por un lado la máxima luminosidad y por el otro la obscuridad absoluta.

Se trata de un pigmento que puede absorber casi por completo la luz y cuyos derechos fueron comprados por Kapoor en el 2016 para su uso exclusivo a la sociedad británica que lo produce.

Color, luz, perspectiva y espacio de las obras de Kapoor dialogan sobre todo en la gran sala I con las tablas del 1300 y del 1400 venecianas , a la entrada de la Academia.

En un “cortile” lateral, un gran espejo cóncavo refleja el espacio y la arquitectura del museo, una obra en este caso de ficción, como otros espejos que se pueden ver también en Palacio Manfrin.

Es en esta sede del ghetto veneciano que se puede ver, en cambio, solo la obra de Kapoor en los tres pisos del palacio del quatrocientos. Un lugar privilegiado por sus enormes salas patios internos y por la penumbra dorada que refleja el pequeño canal al que se asoma.

A la entrada, a la derecha, una sala está dedicada a una montaña de pigmentos azules con solo un punto de pigmentos rojos, porque parecería que en su obra nada es completamente sereno siempre hay un punto de inquietud.

Un inmenso espejo en el primer piso, el “piano nobile” de los palacios venecianos, suspendido e inclinado bajo el techo afrescado, es la pausa que ofreció el curador de la muestra antes de que el recorrido lleve a las inquietantes esculturas de silicona que desbordan paredes, pisos y algunas plataformas en salas con estrechas ventanas que filtran la luz del canal delle Guglie.

El Palacio Manfrin, aún está en manos de los restauradores y muchas de sus paredes están descacaradas y sus escaleras vencidas, pero es inevitable pensar que así como está quizás coincide perfectamente con la obra siempre en continua evolución de Kapoor.

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