Breve ensayo sobre la tos, el mundo y sus alrededores

Diego Díaz Córdova
Sitio Leedor
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3 min readAug 29, 2023

Todo comenzó con una tos. Una tos persistente, con las señales típicas de la tos: una leve picazón en la garganta y luego el torrente irrefrenable del aires expirado con violencia inusitada. Un ataque de tos. Recurrente e iterado. Al parecer todo se desencadena con el nervio vago, que de vago no tiene nada. Ya de movida recorre la mitad del cuerpo; entre sus tareas están la de proporcionar la posibilidad del habla hasta la sudoración y por supuesto también la tos.

Una tos que es un predador nocturno, que ataca en el momento de mayor sosiego. El músculo duerme y la ambición descansa, pero la tos se activa como una luciérnaga de peluche. Primero se siente una leve picazón (uno piensa en ese momento, por qué no tendré la lengua de Gene Simmons), el sentimiento crece hasta que desencadena la catarata aerosólica y agonística de millones de microgotas de Flügge. Más de 70 kilómetros por hora y con una distancia de más de 2 metros. Así esparcimos saliva, moco, microorganismos y hasta partículas de ADN, generando una burbuja de asco que dura unos pocos segundos.

Mientras lo microsociológico se veía sacudido por la tos, el mundo experimentaba olas de calor, inundaciones, incendios, guerras, epidemias de gripe aviar, riesgos de hambrunas, golpes de estado y una suerte de locura alimentada por los mundos virtuales que, para nuestro confort (?), creamos y recreamos. Imaginen la locura que hasta hubo un sismo en Uruguay. El horno no está para bollos, suele decirse y la realidad es que todo parece indicar que nos encaminamos hacia un colapso climático. Cada año vamos a ver eventos catastróficos con mayor frecuencia, pero, para no alarmar (?), lo bueno es que esos procesos suelen ser lentos (que se jodan las generaciones venideras). No hay tal día del fin del mundo, la cosa suele ser mucho más lenta y cruel.

En el seno de la patria chica el terremoto fue político (despiértame cuando pase el temblor). Contra todo pronóstico (?) Milei sacó el porcentaje más alto en las PASO y el país quedó en shock. Teras y teras de bytes se gastaron tratando de explicar el fenómeno (dicho en todos los sentidos posibles). El dato que ganó en provincias donde no tenía un solo representante nos lleva a pensar que el triunfo no fue por Milei sino a pesar de Milei. Fueron las pésimas expectativas que despertaron sus oponentes los que volcaron la elección a favor del Peluca. Eso y la consideración del incestuoso como un significante vacío.

Un joker, un comodín, un “armate tu propio candidato”, donde al susodicho se lo puede pintar de cualquier color. Cada uno de los que lo votaron tienen razones distintas para considerarlo adecuado para el cargo y una única causa en común para inclinar el voto: el hartazgo con respecto a todo el espectro político. Entre las características positivas que se le atribuyen encontramos claras contradicciones, desde que no va a pagar la deuda externa hasta que va a legalizar la venta de niños; además de transformar al mundo y sus alrededores en un gran mercado.

Hay que decir que el discurso de Milei es bastante transparente; a diferencia de Menem que ocultó sus verdaderas intenciones, Milei dice lo que va a hacer. Recién ahora, luego de las PASO, hay algunos dimes y diretes donde parece haber suavizado un poco su discurso. Pero tenemos que reconocerle la franqueza. Frente a ese panorama sus votantes permanecen impávidos, hay algunos que coinciden en la necesidad del ajuste salvaje que propone, pero otros, unos cuantos, directamente lo niegan. Le atribuyen características de alguien que apoya el estado de bienestar, que no va a dejar sin salud ni educación a nadie, ni va a privatizar nada; pese a su discurso la gente lo votó y le asignó las características en forma sui generis.

Esta vez el ataque de tos fue colectivo. Toda una nación tosiendo, algunos porque se atragantaron con la mala noticia, otros porque se atragantaron con la buena noticia. La realidad es que más allá de que no nos guste el candidato que ganó las PASO, debemos celebrar, porque la verdad es que cualquier candidato electo es siempre preferible a tener unos uniformados diciendo que se puede y que no se puede hacer. Y eso en la Argentina no es poco.

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Diego Díaz Córdova
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