Carson McCullers

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6 min readMar 29

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La pena de vivir así

Por Abel Posadas

Sí, el subtítulo lo hemos pedido prestado a Pirandello. No sabemos si la escritora a la que hacemos referencia tiene ahora tanta popularidad como en las décadas del 40, del 50 y del 60 del siglo pasado. La conocimos, en primer término, a través del cine y de una película llamada El miembro de la boda (Fred Zinnemann-1952).

Se nos hizo difícil no identificarnos con Frankie, la adolescente protagonista a cargo de Julie Harris. Era casi imposible que eso no ocurriera ya que estábamos también en esa etapa de la vida, una etapa de la que queremos salir cuanto antes para evitarnos desde la angustia cotidiana hasta la posibilidad de un suicidio. El miembro de la boda se publicó primero como novela en 1946 y la misma autora la adaptó para teatro en 1951 donde alcanzó 501 funciones. Y, de inmediato, el cine.

Nada sabíamos sobre la trayectoria de esta mujer nacida en Columbus, Georgia, en 1917 y muerta en Nyack, New York, 1967. Había comenzado escribiendo Wunderkind (la maravilla o el prodigio) en 1936, un cuento que se publicara en la revista Story. En el mismo se ocupa de sus intenciones –y las de su madre- de convertirse en concertista de piano y su negativa o incapacidad de obedecer dictámenes familiares. Consigue dinero para irse a New York a estudiar en la Juilliard School of Music. Lo pierde y decide quedarse en la ciudad, lejos de Georgia. Quiere dedicarse a la escritura, pero por razones de salud debe regresar a su pueblo natal. En 1937 se casa con el ex soldado y aspirante a escritor Reeves McCullers y entonces se cambia el nombre. Ella había nacido como Lula Carson Smith pero desde su casamiento se llamará Carson McCullers. Si siguiéremos puntillosamente la historia de este matrimonio terminaríamos en un grotesco similar a los del mejor Woody Allen. Entre enfermedades, alcoholismo, homosexualidad y dos veces París hay muchas interferencias para llegarse a la obra de esta singular escritora.

Recién casada, decide mudarse con su marido a Charlotte, North Carolina. La pareja concibe un pacto: uno de los dos trabajará mientras el otro escribe. Reeves le concede el primer año a ella y es entonces cuando Carson escribe lo que en primer término se llamó El mudo. Luego le pidió prestado un verso al poeta escocés William Sharp y su primera novela pasó a llamarse El corazón es un cazador solitario. Era el año 1939. Para 1940 en el mes de agosto ya ha escrito Reflejos en un ojo dorado. Según confesaría años más tarde a su psiquiatra, estas dos primeras novelas fueron leídas y comentadas por Reeves. Algunos críticos han deducido que Carson recibió gran ayuda de su marido en ambos textos. En 1946 publica El miembro de la boda y en 1951 La balada del café triste. Fuera del trabajo que le tomó adaptar la novela para el teatro, ya no se espera que Carson entregue alguna obra de valor.

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En El corazón es un cazador solitario el bar del pueblo en Georgia se llama New York. Su dueño, Biff, lo mantiene abierto día y noche. En él confluyen todos los personajes de la novela. Los dos mudos, el doctor negro, la adolescente Mick que va descubriendo su cuarto interior, los izquierdistas radicales que luchan contra la segregación. Al parecer, el nombre de aquella ciudad los aleja de la chatura, de la discriminación, de la incultura. Es posible que Carson McCullers ame los freaks pero no los vea como tales sino como muestras de lo que todos ocultamos para que no nos vean tal cual somos. En síntesis: de un modo u otro todos somos freaks.

Y a continuación llegó Reflejos en un ojo dorado, que la autora describe diciendo que trata de dos mujeres, dos hombres, un soldado, un filipino y un caballo. Teniendo en cuenta su edad y su desconocimiento de lo que podía ser un cuartel militar, no sería extraño que Reeves la hubiera ayudado porque él había vivido años en cuarteles y participaría en la Segunda Guerra Mundial. Pero el capitán Pemberton y su mujer, Leonora, son fruto del desprecio que Carson sentía por esta gente. Asimismo, Alison Langdon –la mujer que se cortó los senos en un brote psicótico- y el filipino Anacleto, son también dos interesantes freaks contrapuestos a los poco carismáticos monstruos en forma de pareja: Pemberton y Leonora. El soldado Williams debe morir asesinado porque les recuerda a los demás qué clase de anómalos son. Su sola presencia es un insulto en especial para la bisexualidad de Pemberton.

Luego de haber recibido diversos premios, de haber conocido el jet set intelectual de New York, de considerarse la mejor amiga de Tennessee Williams, Carson dio a conocer la que es su novela más “pacífica”. Porque Frankie Addams es una adolescente como hay tantos. Sueña, a través de la boda de su hermano, que podría integrarse a esa pareja que acaba de casarse y, de este modo, irse de una casa en la sólo tiene preguntas pero jamás respuestas. Con esta protagonista interactúan un primo de nueve años y una cocinera negra. No se lleva mal con ellos, es que simplemente no la entienden. En el rol de Frankie actuó en la traslación al escenario, como ya se dijo, Julie Harris, una actriz que luego de varios años volvería a Carson McCullers cuando se filmara Reflejos en un ojo dorado (John Huston-1967). La propia autora se encargó de transformarla en una obra de teatro.

Y, por fin, en 1951 publica La balada del café triste, una nouvelle cuya primera lectura sorprende, ya que creemos estar leyendo una de las historias del mexicano Juan Rulfo.

El ambiente, el tono y los personajes del relato así pueden hacérnoslo creer. Sin embargo, si vamos más lentamente, comprendemos que Amelia, la cuarentona protagonista, es otro de los personajes que ha salido de la sensibilidad de McCullers. Su marido. Marvin Macy, a quien ella expulsara, va a regresar pronto. Pero antes aparece el necesario freak, Lyman Willis. Naturalmente lo que piensa la gente de este pariente resucitado es que llega para lograr que Amalia conozca un poco de tranquilidad. Su matrimonio con Macy había durado diez días. Por desdicha, el ex marido aparece y luego de cuatro años de convivencia, el triángulo se aclara de una manera insólita. Macy y Amalia emprenden una lucha cuerpo a cuerpo y cuando el hombre está a punto de ser derrotado y tal vez muerto, Lyman Willis, el freak, lo salva. Luego, los dos hombres se alejan y Amalia conoce de nuevo la soledad.

Aunque McCullers no tomara ninguna posición política, en su última novela, Reloj sin manecillas, publicada en 1961, se sube al auto de la familia Kennedy y se olvida que está escribiendo una novela. No hay nada que rescatar aquí. Entonces, cualquiera tiene derecho a preguntarse, si esta mujer que escapa de Georgia, encontró en New York lo que buscaba. Cruzó física e intelectualmente la década del 40 y alcanzó a llegar a 1951. Lo que hizo después y hasta su muerte en 1967 ya tiene muy pocos defensores. Entonces valdría la pena preguntarse qué rol jugó en la vida de McCullers, su ex marido

Reeves, que se suicidara en París en noviembre de 1953.

Financieramente, desde que publicara su primera novela, estuvo fuertemente asegurada gracias al cine y a la TV. También pudo, si hubiera querido, ejercer su lesbianismo con toda libertad. Al fin y al cabo era la gran época de Williams, Vidal, Truman Capote, el matrimonio Bowles y tantos otros. Hasta la apalabraron para el guión de Estación Terminal, que iba a rodarse en Roma. Nadie sabe de qué modo Capote apareció en los créditos. McCullers, quien ya tenía problemas con él, no quiso verlo más. Tennessee Williams, su mejor amigo, dijo luego de la muerte de Carson que podía ser angelical o demoníaca.

Por su parte, y con respecto a su obra, ella sostuvo que en algunos momentos de su vida, había experimentado “iluminaciones” que la llevaron a crear situaciones y personajes. Algo así como el cuarto interior de Mick, la adolescente de El corazón es un cazador solitario. Tal vez todos, de un modo u otro, hemos venido al mundo con un “cuarto interior”. Ocurre que en el caso de los relacionados con el arte, ese espacio es coto prohibido para los ajenos. Y no hay en lo dicho ni una pizca de romanticismo.

BIBLIOGRAFÍA

Carr, Spencer Regina: The Lonely Heart. A biography of Carson McCullers. Forward by Tennessee Williams, University Georgia Press, 1974

Fresan, Rodrigo: Carson McCullers en Eterna Cadencia, Barcelona, 06–05–2011

Rubin, Louis D.: Carson McCullers: The Aesthetic of Pain, VQR on line, Spring 1977

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