Cine.ar: Tomando Estado (2020) de Federico Sosa

Juan Velis
Sitio Leedor
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4 min readOct 15, 2020

Estrena en Cine.ar una nueva película de Federico Sosa, protagonizada por Germán de Silva y ambientada en un pueblo del interior de la provincia de Buenos Aires. Un relato que habla de las irremediables y drásticas consecuencias del paso del tiempo, de los ideales políticos y de la represión, que esconde esa verdadera representación de lo que es el olvido.

La nueva película de Federico Sosa (Contra Paraguay, Yo sé lo que envenena) nos contextualiza en un pueblo del interior de la provincia de Buenos Aires, en octubre del año 2001. Allí, un empleado de la cooperativa de electricidad Copelec (Carlos, interpretado magistralmente por Germán de Silva) debe enfrentar una serie de inconvenientes que, se deja entrever, son la antesala de un caos mayor: el robo del tendido de los cables de electricidad del pueblo. Junto a su compañero, el novato y entusiasta Nicola (Sergio Podeley), recorren la localidad de lado a lado, sumergidos en un ritmo cotidiano y costumbrista que pronto se verá tensionado. Carlos recibe un llamado telefónico inesperado, en principio enigmático; pero la verdad no tarda en salir a la luz: su pasado como militante peronista en su juventud empieza a torcer esa cotidianeidad trivial en la que se encontraba inmerso. La narración sigue a ambos personajes en una especie de estructura argumental en paralelo, pero el acento está puesto en los desequilibrios emocionales de Carlos, que aunque se refugie en sus tareas laborales, no podrá evitar rememorar aquellos fragmentos de un pasado que creía sepultado y silenciado.

Estamos ante una película que expone una mirada política sin declamaciones, optando por la acumulación interna y la carga dramática a partir de la descripción de los personajes y el espacio. El tópico, o el eje temático que engloba todo ese mundo, es ciertamente común: el acecho del pasado, el terror al olvido. Ahí es cuando nos acordamos de Freud y del psicoanálisis, y su aseveración de que no existe el olvido en sí mismo, sino la represión. El pasado que se entierra, que se sepulta en el inconsciente y que, tarde o temprano, exigirá salir a la superficie y aturdir con sus demonios. No es casual mencionar la palabra represión, porque aquí adquiere un poder simbólico singular, si referimos a los cruentos años ’70, que evidentemente marcaron de manera indeleble la juventud de Carlos. Hablamos de la represión en tanto violencia padecida, física y simbólica. En el fondo, resuenan esas memorias ensangrentadas.

El ritmo pueblerino no es capaz de borrar esas heridas que son más que vivencias y experiencias pasadas, y que se vuelven ardor en el tiempo presente. La cámara está siempre atenta a las reacciones, a los malestares de los personajes, a sus vaivenes emocionales, a sus equívocos forzosos, a sus miedos latentes. Es una cámara testigo que toma protagonismo dentro de ese microuniverso representado en ese pueblo del interior de la provincia, que como todo pueblo esconde identidades enigmáticas y silenciosas, que esconden recuerdos penumbrosos. Dicha cámara testimonial no es ingenua, puesto que se camufla entre las cotidianidades de los oficios, de los espacios, de los locales; como esa radio, como ese almacén, como esas vías del tren. Como esas calles de ripio que levantan tierra para ocultar y para nublar, entre la espesa polvareda, la verdadera identidad de personajes como Carlos, que se escabulle buscando la paz y la armonía en la supuesta quietud de esa llanura campestre. Una armonía que no es tal, porque hasta en esos microterritorios se alerta sobre la tormenta que se avecina, que no es nada menos que la catástrofe de fin de año. De aquél 2001.

Tomando Estado es un relato atravesado por un estilo por momentos costumbrista, que contiene referencias textuales a obras como Digamos boludeces de José Pablo Feinmann, pero que en verdad trata sobre los ideales, sobre lo que reflota en la mentalidad introspectiva y contrariada de un viejo laburante que se esconde tras la coraza inevitable del paso del tiempo. Un hombre que supo atravesar la turbulencia de aquellos tiempos de agitación social que fueron los ’70, cuando algunos se atrevían a hablar de una guerra interna entre dos demonios. La memoria que no olvida, sino que reprime; porque es aún consciente de que esos cuerpos que encarnan identidades fueron reprimidos, fragmentados, violentados, mutilados; asesinados, desaparecidos. Detrás de la superficie, siempre hay un significado oculto, subyacente. En Tomando Estado, por momentos, esa significación implícita se vuelve demasiado explícita, en ciertos diálogos que procuran trazar algún simbolismo un tanto forzado, en algunos pasajes de exacerbación desde la actuación y la acción dramática. Pero lo cierto es que predomina la caracterización de esos personajes, a partir del espacio y de las ideas (propias de la ficción y de la realidad), y eso es al fin y al cabo lo más importante.

Tomando Estado (2020) se podrá ver el 15 y 17 de octubre a las 20hs por la plataforma CINE.AR TV y en CINE.AR PLAY.

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Juan Velis
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Escribo y observo. Observo y escribo. @Leedor.com